Un gudari en llamas y un discurso de Arzalluz, los símbolos del frontón en el que el PNV celebra su asamblea
El PNV celebra este fin de semana su novena asamblea general, en la que se va a consumar el anunciado relevo de Andoni Ortuzar por Aitor Esteban y también la renovación casi total del Euzkadi Buru Batzar. Para este relevante cónclave, que el calendario fija que se celebra cada cuatro años en el seno del partido, se ha elegido como escenario un frontón, el Atano III de Donostia, para lo que se ha alegado que tiene “un lugar destacado en el imaginario colectivo y político de Euskadi”.
“El Atano III de Donostia reúne todos los requisitos emocionales, políticos, culturales y logísticos para albergar la cita más emblemática de EAJ-PNV, su Asamblea General”, explicaba el partido en una nota. “Se ubica en un enclave privilegiado y bien comunicado de Donosita inmerso en una profunda renovación que, cuando esté finalizada, instalará a la ciudad en la vanguardia europea en materia de oferta deportiva. Un frontón es también un escenario cargado de simbolismo para albergar el encuentro cuatrienal de un partido político que ha contribuido de forma decisiva a la inminente oficialidad de la selección vasca de pelota. Y el Atano III tiene también un lugar destacado en el imaginario colectivo y político de Euskadi. En el recuerdo colectivo permanece la mítica final de bertsolaris de 1967 con Uztapide y Xalbador, o las finales manomanistas entre Retegi I y Gorostiza o Retegi II y Galarza III”, abundaba el PNV. Pero el simbolismo político de este escenario se significa sobre todo con Joseba Elosegi y Xabier Arzalluz.
“Que Franco sintiera aquel fuego”
Joseba Elosegi fue gudari durante la Guerra Civil, en la que estuvo encuadrado en el batallón Saseta. Una vez concluida la contienda y tras un tiempo en el exilio, había participado en varias acciones que concluyeron con la colocación de la bandera vasca, la entonces prohibida ikurriña, en puntos variopintos, como por ejemplo la catedral del Buen Pastor de Donostia. “Que me perdonen mis amigos los republicanos españoles. Soy vasco y mi bandera es ésa. De no ostentarla, tendría que dudar entre la francesa y la española, porque bajo ambas banderas existen ciudadanos vascos. No es estrechez ni tacañería. El hombre tiene sólo una madre: guapa o fea, rica o pobre, no la puede cambiar. Mas no te preocupes, amigo republicano, porque yo también amo tu bandera, que defendí con mi mejor voluntad y a la cual deseo veas flamear donde tiene derecho y le corresponde”, se explica en sus memorias.
Estas memorias, que llevan por título 'Quiero morir por algo', van precedidas de un diario que reconstruye los días que condujeron a la fecha de los hechos, el 18 de septiembre de 1970. En las líneas de más de un mes antes, las correspondientes al 6 de agosto, reflexiona sobre la figura ya decrépita del dictador. “No pretendí matar a Franco. Hombre ya caduco, cuyos partidarios lo sostenían a la fuerza de pie, para mantener el mito. Era mera figura decorativa. Se le ha considerado como un hombre providencial, pero no tenía nada más que cualquier otro. Se le presentaba siempre en plena actividad, queriendo demostrar en todo momento su extraordinaria capacidad para mantener firmes las riendas de gobierno. El hombre vulgar tiene una edad de retiro. Los dictadores no la tienen, porque la camarilla que se alimenta a su costa quiere puestos vitalicios. Una empresa privada, por modesta que fuera, no aceptaría nunca como Director gerente a un anciano con las facultades de Franco. Si los días de Franco estaban contados, ¿para qué darle el empujón? ¿Para crear un mito? Lo que yo pretendía era, simplemente, protestar ante él; llevar ante sus ojos la protesta viva de mi Pueblo. En su viaje anterior a Donostia lo tuve a tres metros. Me hubiera sido fácil atentar contra su vida. Reconozco que pasé un mal momento y que me asaltaron las ideas, pero lo dejé marchar, revistando a las tropas que le rendían honores”, escribe en el libro, que se publicó en 1977, ya fallecido el dictador.
No pretendí matar a Franco. Hombre ya caduco, cuyos partidarios lo sostenían a la fuerza de pie, para mantener el mito. Era mera figura decorativa
La figura de Franco era para Elosegi indisociable de la Gernika de 1937 sumergida en escombros por el bombardeo. Hay imágenes que constatan que el gudari documentó con su propia cámara la destrucción de unas bombas soltadas por la Legión Cóndor que habían arrasado el pueblo. Y no pudo sacar de su retina aquellas instantáneas en ningún momento. “Se reconstruyó Donostia y se reconstruyó Gernika. Parece que no pasó nada. El tiempo ayuda a olvidar, porque los que viven las tragedias de este mundo se van siempre. Sus hijos mantienen un confuso recuerdo y los hechos pasados pierden dramatismo y trascendencia. Perdón si yo pretendí reanimar la llama que destruyó Gernika, porque ésta representa para los vascos algo más que una aglomeración de piedras. Su destrucción significó persecución y opresión. Y el hombre que personalizaba todo eso [Franco] estaba allí, a mi vista...”, relata en sus memorias. Y por eso mismo decidió que para su acción había de quemarse a lo bonzo. “Yo quería que Franco sintiera aquel fuego que provocó en Gernika para destruir la villa santa de los vascos. Aquel fuego que juraba había sido encendido por nosotros los gudaris, para desacreditarnos ante el mundo. Y yo quería llevarle aquel fuego, porque era suyo...”, argumenta.
Aunque el diario acaba con las líneas dedicadas al 31 de agosto, aniversario del incendio de Donostia en 1813 a manos de los franceses en el marco de la guerra de la Independencia, poco más de dos semanas después Elosegi llevó a cabo la acción que había planeado y sopesado durante tanto tiempo. Llegó el 18 de septiembre de 1970, que era viernes. El frontón de Anoeta —que en 1995 pasaría a llamarse de Atano III en honor al ilustre pelotari natural de Azkoitia— acogía aquel día el acto inagurual del campeonato mundial de pelota vasca y el dictador iba a estar presente. La publicación 'Tierra Vasca', dirigida en Buenos Aires por el nacionalista Pedro María de Irujo, aventuraba en su entrega del mes siguiente que aquella jornada, gracias a la acción de Elosegi, quedaría “en la historia de Donostia como un día de grandiosa tragedia”, con el frontón como “escenario de una gesta que ha conmovido a Euzkadi y gran parte del mundo”.
Las acciones de Elosegi se recogían en aquella publicación, cercana a la ANV, con las siguientes palabras: “En gesto heroico, como protesta contra la tiranía y en defensa de las libertades de Euzkadi, Joseba Elósegui, en presencia de Franco, al grito de Gora Euzkadi Askatuta, se lanza desde la galería del frontón, hecho una antorcha humana, cayendo a la contracancha, donde queda tendido, ardiendo sobre un charco de sangre, dejando estupefactos al caudillo, a la Polo [por la mujer del dictador, Carmen Polo] y a tres mil espectadores que llenaban el recinto, incluidas las delegaciones de la República Argentina, Chile, Uruguay, México, EE.UU., Francia y diversos países peninsulares”. “Con un extintor se procedió a apagar las llamas de la hoguera humana y fue quitada del suelo la sangre derramada en el sublime gesto. Fue trasladado al hospital en grave estado, donde se encuentra custodiado por una porción de guardias con las precauciones propias del régimen. El heroico gesto del gran patriota dejó perplejos a los numerosísimos policías que, como mandan los cánones, protegían al dictador. Se produjo un silencio absoluto quedándose 'mutuba' hasta el esbirro 'francorrata' de la telemisión sin visión. La reacción franquista ante tamaña sorpresa se hizo esperar y en el entretanto, se pudo oír perfectamente el 'clac, clac' de los seguros y cerrojos de las armas de los gorilas camuflados. La propaganda francorrata, siguiendo su tradicional conducta, trató de denigrar al Hombre, mediante calumnias y embustes, intentando paliar en lo posible el fenomenal impacto que el inaudito hecho había producido en el orbe entero”, abunda 'Tierra Vasca' en su número 172, correspondiente al mes de octubre de 1970, en el que se loaba a Elosegi como héroe.
Elosegi aseguraba en el título de sus memorias que quería morir por algo y que pensaba en ella “como fin inevitable” de su acción. “Si no muriera, podría significar el fracaso. No quería quedarme a medio camino, que podría suponer la caída de mis huesos en una repelente prisión; porque temía que de suceder eso, todo habría quedado en un pobre intento sin trascendencia”, escribe. Y Elosegi estuvo hasta diecisiete días en coma, pero no murió. Sobrevivió y fue condenado a siete años de cárcel. Más adelante, fue senador del PNV durante una década y acabaría afiliado a EA, la escisión. Falleció veinte años después de su acción en el frontón de Anoeta, en 1990, a los 74 años.
El discurso de Arzalluz
Otra fecha clave del frontón en el imaginario del PNV es la del 13 de junio de 1976. Aquel día, domingo, se organizó la primera actividad política pública autorizada con el dictador ya fallecido. Participaron cuatro partidos (PNV, PCE, PSOE y EKA-Partido Carlista), pese a que ninguno de ellos había sido aún legalizado. En el mitin, que se condujo bajo el lema 'Los vascos de cara al futuro', tomó la palabra en representación de los nacionalistas vascos Xabier Arzalluz. También intervinieron Francisco Idiáquez (del PCE), Enrique Múgica (PSOE) y Mariano Zufía (EKA-Partido Carlista). “El 13 de junio de 1976 tuvo lugar un hecho histórico: el primer mitin legal que se celebró en Euskadi desde la derrota de la República. Se celebró en el Frontón Anoeta, en San Sebastián, resultado de los buenos oficios del difunto Castells, el notario, padre de Miguel y José Manuel Castells. Su participación fue clave. Auspició una especie de gestora para llevar adelante la iniciativa”, recordaba el propio Arzalluz en 'Así fue', unas memorias recogidas y editadas por el periodista Javier Ortiz.
Recuerda Arzalluz que el gobernador civil apenas dio la luz verde a los discursos del PSOE, el PNV y el Partido Carlista, pero que “Castells insistió y logró autorización para que el abogado Paco Idiáquez, que era por entonces el máximo responsable del PCE en Donostia, dijera unas palabras desde el público”. “No hicimos caso al gobernador y, al final, también Idiáquez estuvo en el estrado”. ¿Cuál era la idea del acto? Según las propias palabras de Arzalluz, “que emergieran a la luz pública quienes podían reivindicar una línea de continuidad con los partidos que tuvieran responsabilidades políticas durante la República”. “Nos eligieron. No fue iniciativa nuestra”, apostilla.
De hecho, el elegido en un principio por el PNV para participar y defender las ideas nacionalistas no era Arzalluz, sino Juan de Ajuriaguerra. Este adujo que no era orador y que no le gustaba hablar en público y le encomendó a Arzalluz que lo hiciera. “Fue la primera vez que hablé en público, abiertamente, como nacionalista; aunque por entonces ya estábamos haciendo una labor subterránea, de pueblo a pueblo. Aquel mitin supuso una conmoción. Representó la irrupción pública de los partidos. Aquí había muchos partidos, pero los conocía sólo la gente metida en la actividad política. De ahí la importancia de aquel acto”, escribe en sus memorias.
Según apunta la Fundación Sabino Arana, al acto asistieron más de dos millares y medio de personas. ¿Sobre qué asuntos peroró Arzalluz aquel domingo? La Fundación Sabino Arana recoge que el discurso se centró en exigir una restauración de los fueros vascos y de otorgar autonomía a la región. “La reivindicación foral no es el deseo de restaurar unas leyes desfasadas y caduca, sino la reclamación del poder arrebatado a nuestro pueblo, a través de unas instituciones que sólo este mismo pueblo es quien ha de determinar cuáles y cómo han de ser”, dijo Arzalluz, según esta fundación, que también le atribuye una defensa a ultranza de la legitimidad del Gobierno vasco en el exilio frente a la carencia de credibilidad de un régimen continuador del franquismo.
Fue la primera vez que hablé en público, abiertamente, como nacionalista; aunque por entonces ya estábamos haciendo una labor subterránea, de pueblo a pueblo
El propio Arzalluz, en sus memorias, saca a la palestra otros detalles de aquella intervención: “Recuerdo algunos de los ejes. Hablé de que el futuro no debía pasar por la violencia. Insistí mucho en ello, ya entonces. Y también planteé algo que por aquel tiempo resultaba chocante. Dije que había que olvidar el 'todo o nada' e ir ocupando las parcelas de poder que se pusieran al alcance. Eso iba dirigido también sobre todo a ETA. Porque ETA estaba por el 'o todo, o nada'”.
En la nota del PNV sobre el congreso que se celebra los días 29 y 30 de marzo, se alaban aquellas palabras de Arzalluz, que se catalogan de “primer discurso masivo” en la carrera política del guipuzcoano. Era, recalca la nota, “la primera actividad política autorizada tras el franquismo” y “fue capaz de expresar la unidad de las fuerzas progresistas en favor de la democracia”.
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