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Niegan la autoría de la que se presentó como la primera pintura de Zuloaga

Niegan la autoría de la que se presentó como la primera pintura de Zuloaga

elDiario.es Euskadi / EFE

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Z Espacio Cultural (ZEC), una de las tres entidades que gestiona el legado de Ignacio Zuloaga, asegura que la obra “El ciego de Arrate”, que a finales de 2020 presentó la Fundación Zuloaga, no está autentificada ni puede atribuirse al pintor vasco, según informa la Agencia Efe.

ZEC hace esta afirmación en un comunicado difundido este jueves, un día después de que la Fundación Jorge Oteiza hiciera pública otra nota en la que afirmaba que la autoría de las piezas que el Museo Diocesano de San Sebastián expone desde el 15 de junio no se corresponde con la del escultor guipuzcoano.

El Museo Diocesano dijo que se trataba de esculturas desconocidas hasta ahora procedentes de la etapa de Oteiza en Argentina y localizadas por un coleccionista navarro en aquel país. “El ciego de Arrate”, que fue presentado en noviembre de 2020 en la parroquia de San Andrés de Eibar, la localidad natal de Zuloaga, fue localizado también al otro lado del Atlántico, en Chicago, pero no existe ningún tipo de vínculo entre ambas operaciones, según han asegurado tanto ZEC como la Fundación.

Un portavoz de Z Espacio Cultural ha asegurado a Efe que es “una casualidad” que las dos denuncias de falsedad se hayan dado en días consecutivos. Por lo que respecta a la segunda, el propietario del cuadro y presidente de la Fundación, Ignacio Suárez-Zuloaga, bisnieto del pintor, ha rehusado hacer declaraciones. “Sin comentarios”, ha dicho.

En su nota, el espacio cultural, al frente del cual está su tío Rafael Suárez-Zuloaga, nieto del artista, asegura que la Fundación presentó el cuadro en Eibar “autentificado sin pruebas suficientemente documentadas, a pesar de que le fueron solicitadas por ZEC vía burofax en dos ocasiones” -en junio y diciembre de 2021-. Añade que, “a fecha de hoy”, la Fundación “no ha aportado ninguna información que pruebe la autoría”, por lo que concluye que “la obra 'El ciego de Arrate' no está autentificada ni se puede atribuir a Ignacio Zuloaga”.

“Soy el último nieto de la 'última generación' de Ignacio Zuloaga y considero que este suceso y otras prácticas que omito valorar en esta ocasión, califican definitivamente la trayectoria seguida por el propietario y gestor de esa Fundación, desde la fecha de su constitución en 2008”, dice Rafael Suárez Zuloaga, heredero de la obra del pintor vasco junto a su hermana María Rosa, fallecida el año pasado y depositaria del legado del museo dedicado al artista en Pedraza (Segovia), y Ramón, padre de Ignacio Suárez-Zuloaga, también fallecido. “En consecuencia, me veo en la obligación de aplicar a este inaceptable asunto, los principios éticos y morales familiares, practicados durante más de 150 años por mis abuelos, padres y hermanos”, subraya Rafael Suárez Zuloaga.

La Fundación que lleva el nombre del creador guipuzcoano presentó “El ciego de Arrate” en noviembre de 2020 como la primera pintura de un adolescente Ignacio Zuloaga sin formación artística, que nadie había vuelto a ver en público desde el siglo XIX. La Fundación lo compró el año anterior en una casa de subastas de Chigaco (Estados Unidos) por “decenas de miles de dólares”, según señaló Ignacio Suárez-Zuloaga, presidente de una entidad que tiene sedes en Madrid y Zumaia, localidad esta última donde también se halla el museo que gestiona ZEC.

El cuadro, de 135 por 185 centímetros, de tonos oscuros, verdosos y ocres, no está firmado. En él la figura del ciego ocupa el centro de la imagen, con un bastón en la mano derecha y la izquierda en un gesto de pedir limosna. Suárez-Zuloaga explicó que esta pintura está considerada como el primer cuadro de su bisabuelo, que fue expuesto en Eibar en 1887, cuando tenía 17 años.

El lienzo llegó en 2018 a la casa de subastas norteamericana tras haber permanecido décadas enrollado. Lo encontraron los descendientes del comprador, un cónsul de Chile en el París de la época, junto a una serie de cartas que daban cuenta de su procedencia. Tras la compra, la obra viajó a Madrid, donde fue restaurada, y a finales de 2020 llegó a Eibar, que ese año celebró con distintas actividades el 150 aniversario del nacimiento del artista.

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