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Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul... y una PCR: las bodas se reinventan en Euskadi por la pandemia

Imagen de banquete para una boda.

Rubén Pereda

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La pandemia ha abocado al sector nupcial a una reinvención. Las bodas, entendidas como se entendían en 2019, son ahora un imposible con las medidas que se aplican para hacer frente a la COVID-19, pues limitan los aforos, obligan a los comensales a separarse a la hora de sentarse a la mesa e impiden el baile. Con el fin de paliar el efecto económico sobre un sector con cerca de un millar de profesionales directos y que perdió en 2020 el 92% de su facturación, la Asociación del Sector Nupcial del País Vasco ha propuesto una batería de medidas para que los grupos parlamentarios las tengan en cuenta ahora que se debate la ley antipandemia que se espera que entre en vigor en Euskadi a finales de junio. Antes de subir al altar, los novios y los más allegados habrán de someterse a una prueba PCR, mientras que las de antígenos se reservarán para el resto de invitados. Se favorecerán también las celebraciones al aire libre y las carpas exteriores. “A diferencia de la hostelería, las bodas son eventos con una trazabilidad total, donde existe un control brutal por parte de los profesionales, primeros interesados en hacer cumplir las medidas sanitarias y conseguir que no se produzca ningún contagio”, recalca el presidente de la asociación, Álex Muñoz.

Según los datos ofrecidos por Muñoz en la comisión de Salud del Parlamento Vasco, la asociación se formalizó en enero para representar al sector ante la “grave situación” que atraviesa. “Estamos ante una trágica situación para un sector que ha perdido el 92% de su facturación en 2020 y que, en lo que va de 2021, ha perdido algo más del 60% del trabajo comparando con un año de prepandemia”, señala. Apuestan por que la nueva ley antipandemia incorpore un plan de medidas que garantice la celebración de bodas, siempre y cuando se adecúen a las restricciones sanitarias. Junto con las asociaciones de otras comunidades autónomas, han pedido también ante la comisión de Hacienda del Congreso de los Diputados la creación de un CNAE propio que agrupe a todos los profesionales del sector bajo el paraguas de una única actividad profesional.

La pandemia, señalan, acarrea problemas desde el primer momento en la organización de una boda. “Elegir dónde sentar a la gente es un verdadero quebradero para las parejas. Si a eso sumamos que tienen que separar a sus comensales en mesas de cuatro, se convierte casi en misión imposible”, lamenta Muñoz, que cifra en entre 2.000 y 3.000 euros el sobrecoste por boda para el empresario al tener que alquilar mesas y manteles. “Nos gustaría que se tuviera en consideración los espacios de bodas al aire libre, cada vez más extendidos”, pide. También aboga por la celebraciones con carpa, donde considera que se reduce notablemente la probabilidad de infección por coronavirus. Cuando la carpa sea exterior y abierta, proponen un incremento del 25% de los aforos, así como dos comensales más por mesa respecto a lo que dicte la norma en interior.

Desde la asociación reiteran que hay ya toda una batería de medidas que se está aplicando desde el momento en que pudieron volver a celebrarse bodas tras el confinamiento general de la población en 2020. “Desinfección del espacio, antes y después de los eventos; protocolo de organización, registro de control y trazabilidad; firma por parte de todos los asistentes de un documento a la llegada para garantizar que se comprometen a cumplir con todas las medidas; personal exclusivo para el cumplimiento del protocolo, con una persona por cada 75 invitados para controlar; toma de temperatura y desinfección de las manos en la entrada de la finca; obligatoriedad de la mascarilla FFP2 y reparto para todos los que porten una de tela; y limpieza y desinfección continua de servicios y colocación de máquinas purificadoras donde no haya una buena ventilación cruzada, y una formación para todos los que prestan servicio el día del evento”, detalla Muñoz.

La principal novedad que pretenden incorporar a los protocolos pasa por someter tanto a los novios como a los invitados a diferentes pruebas para garantizar la seguridad. Lo asimilan a los rodajes y eventos similares, en los que ya se están llevando a cabo este tipo de iniciativas. “La gente necesita socializar, está en la base de nuestra genética. Si no les damos herramientas para hacerlo con las debidas sanitarias, buscarán la forma de hacerlo a su manera”, razona Muñoz, que en sede parlamentaria puso el ejemplo de gente que busca “las triquiñuelas” y, para escapar del control y de las “pegas” que puedan surgirle, contrata a su propio DJ, alquila una casa rural y se organiza su propia boda. “Los profesionales del sector nupcial hemos respetado las normas hasta tal punto que nos hemos enfrentado a parejas furiosas por no poder contar con ciertas libertades a la hora de celebrar su boda. Lo que pedimos son mecanismos que nos permitan trabajar y a las parejas celebrar de una manera segura”, señala. En ese sentido, considera que las pruebas diagnósticas son la mejor opción para alcanzar “una situación lo más parecida a la normalidad posible”. El protocolo, además, se adaptaría a los niveles de incidencia del territorio concreto en el que se vaya a celebrar el enlace. ¿Y si alguien, ya sea la novia, el novio o los invitados, dan positivo en la prueba? “Los teses nos dan una ventana temporal de 72 horas como para posponer la boda si es preciso, si dan positivo los novios, los padres o las personas más importantes de la celebración. Respecto a los invitados que den positivo en los teses de antígenos, las parejas asumen que no acudirían”, según han constatado por una encuesta que han llevado a cabo entre varios clientes. “Deseaban implantarlo en sus enlaces aun y cuando les pudiera suponer un coste adicional”, zanja.

En la asociación asumen que las bodas, entendidas como se entendían en el año 2019, puedan ser consideradas “un peligro”, pero recalca que en 2021 los comportamientos son “ejemplares”. Muñoz asume que el nupcial no sea un sector estratégico para la economía vasca, pero hace hincapié en su “valor social”. “Es estratégico para la sociedad, para la simbolización del nexo de unión de dos personas delante de sus familiares y amigos. ¿No es acaso estratégico un sector que celebra aquello que ha colmado escritos de los poetas más referentes de nuestra historia? ¿No es acaso estratégico un sector que cubre el conocido como 'día más importante de mi vida'?”, explica.

Los integrantes del sector nupcial subrayan también que el suyo es un sector “transversal”, pues aglutina a diferentes profesionales. “Aunque las medidas que se adopten en la ley permitan a una amplia mayoría volver a trabajar, no hay que olvidar que podemos dejar a otros trabajadores fuera”, apunta Muñoz. “Actualmente —explica—, la pista de baile está prohibida. ¿Qué pasa, pues, con las empresas de sonido y los DJ de boda? ¿Seguiremos pagándoles su cese de actividad hasta que finalmente las pistas vuelvan a estar permitidas?” En ese sentido, proponen también varias soluciones: desde pistas de baile divididas en tantas secciones como mesas haya hasta determinados metros cuadrados para que cada comensal que quiera bailar.

Los cierres perimetrales también han afectado a las bodas, que generalmente se convierten en el destino de invitados procedentes de otras provincias e incluso de otras comunidades autónomas. Aunque los cierres perimetrales parecen cosa del pasado tras el final del estado de alarma, la asociación pide que, en caso de que volvieran a darse, las bodas supusiesen una salvedad. “Si bien la contratación de muchos de los proveedores de bodas se pueda realizar telemáticamente, hay otros asuntos, como la visita a los propios espacios, a las fincas, que deben ser presenciales y deben ser tratados como actividad socioeconómica”, proponen. Lo mismo piden también para las pruebas de vestido y de maquillaje, así como para la cata de los menús. “Corregir esta restricción de movilidad es clave, ya que es de las visitas presenciales de las que se consiguen las señales por contratación y, por tanto, de las que podemos ingresar un dinero en concepto de reserva. Estas fianzas son en algunos casos la única fuente de ingreso para algunos profesionales de nuestro sector que hace más de un año que no pueden trabajar”, explican.

Las propuestas del sector nupcial —que compareció en el Parlamento tras la invitación del PNV y del PSE-EE, socios de gobierno— han sido bienvenidas por todos los grupos políticos, salvo por Vox, que no estuvo presente en la Cámara en el momento de la presentación. “La prioridad es la sanitaria y, a partir de ahí, en este nuevo escenario en el que nos vamos a adentrar, en los diferentes sectores, vamos a tener que ir adaptándonos a estos nuevos tiempos y a qué medidas se han de tomar”, prometía Ekain Rico, del PSE-EE, que ha mantenido varias reuniones con Muñoz. “Tras quince meses de pandemia, vemos que la estrategia consiste en convivir con el virus en vez de erradicarlo. Se ha adoptado un enfoque punitivo, que quizá se podía entender en un comienzo, pero ahora creemos que ha habido tiempo para darle una vuelta y que se puede hacer un replanteamiento”, apuntaba Rebeka Ubera, de EH Bildu. Laura Garrido, de PP+Cs, aprovechó la ocasión para criticar “el caos de la desescalada” y la falta de “coherencia”. “No tiene ninguna coherencia que los bares, con todas las medidas que adoptan, estén cerrados a las diez de la noche y que se esté reuniendo la gente en los pisos particulares sin hora ni límite de aforo”, expuso, con la finalidad de dar apoyo a iniciativas como la del sector nupcial.

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