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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

La pandemia impide por segundo año el Alarde de Hondarribia, que cumple 25 años de polémica sobre la participación de la mujer

Las calles de Hondarribia vacías en su Día Grande

Maialen Ferreira

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Por segundo año consecutivo desde la Guerra Civil, Hondarribia ha vivido este 8 de septiembre el sonido de las marchas del Alarde desfilando por sus calles. En la calle Mayor, que año tras año es escenario de la polémica al unirse en ella los dos desfiles que protagonizan el Alarde, el tradicional en el que los hombres desfilan de soldados y las mujeres de cantineras; y el mixto, en el que mujeres pueden participar como soldados, ha reinado la tranquilidad.

A lo largo del día han tenido lugar actividades y propuestas culturales ya agendadas por el Ayuntamiento para el final del verano a las que tan solo se han sumado los actos religiosos en honor a la virgen de Guadalupe, que también han sido divididos en dos bandos: primero ha tenido lugar la misa con presencia de los partidarios del Alarde tradicional y después, la misa institucional, con Jaizkibel, la compañía mixta.

A pesar de las restricciones por la pandemia y el incremento de controles policiales para evitar botellones y aglomeraciones, los vecinos de Hondarribia han salido a la calle vestidos de blanco, con pañuelos rojos y 'txapelas' para conmemorar la liberación de su pueblo de los franceses en 1638.

Desde 1639 hasta 1997 el tradicional desfile fue organizado por el Ayuntamiento, hasta que estalló la polémica en 1996, cuando un grupo de 26 mujeres, descontentas con la discriminación que suponía el hecho de no las dejaran participar como soldados e en el desfile y fueron agredidas e insultadas. En ese momento el Ayuntamiento optó por dejar de organizar el evento.

Desde entonces las entidades Alarde Fundazioa y la Junta de Mandos, son las encargadas de organizar el desfile. Mientras que la compañía Jaizkibel, que incluye mujeres y hombres, apuesta por realizar un desfile alternativo que año tras año es criticado por algunos de los vecinos, llegando incluso a insultarlas, mostrar carteles en su contra o tapar el desfile con plásticos negros.

En 2019 fueron los jóvenes del Alarde Tradicional los que plantaron cara a sus mayores firmando un manifiesto en el que señalaban que “si una sola mujer de Hondarribia alberga el deseo de desfilar -sea de un modo u otro- en el Alarde, tiene todo el derecho a hacerlo”. “La única manera de poner fin a este conflicto se sostiene en que cada uno ejerza su voluntad de un modo libre”, indicaba el comunicado a favor de la participación de la mujer. En el texto, destacaban que “aman la antigua celebración” que supone el Alarde de Hondarribia y por eso, y “para poder vivirlo de manera saludable”, hacían una serie de observaciones sobre la situación que se vive en la localidad guipuzcoana. Entre ellas, que la realidad de la situación actual del pueblo “no provoca más que el daño y deterioro del Alarde, hasta el punto de poner en peligro su futuro”.

Sin desfile, pero con polémica

Este 2021, al igual que en 2020 no ha habido ningún desfile. No obstante, la polémica ha estado servida. Guztion Alardea, una plataforma ciudadana creada a favor de un Alarde mixto han lanzado un comunicado para criticar la postura de Alarde Fundazioa. “Promover el modelo de dos desfiles va en contra de la naturaleza del Alarde. ¿Cuántos Alardes hay que crear para que cada uno esté a gusto con el suyo?”, se preguntan, puesto que consideran que el hecho de que participen mujeres vestidas de soldado en el desfile “no cambiaría nada”.

Como cada año, la compañía Jaizkibel ha conmemorado a aquellas mujeres que hace 25 años fueron insultadas y agredidas con una concentración en su memoria en la que han exigido que el próximo año, 2022, la suya sea una compañía más del desfile. La parlamentaria de EH Bildu y capitana de Jaizkibel, Oihana Etxebarrieta, ha querido dar las gracias a aquellas mujeres que hace 25 años dieron el paso. “Nos echasteis una mano para que estuviésemos con vosotras y poder disfrutar del pueblo como hondarribitarras. Os cogemos la mano y vamos, que cada vez somos más”, ha indicado Etxebarrieta a través de un mensaje de Twitter en el que ha compartido un vídeo para agradecer a esas mujeres que les “abrieran el camino”.

“Las tradiciones no son inocentes, no son naturales, son construcciones sociales, las fabrican las personas y tienen un objetivo. En el caso de Hondarribia en los últimos años se ha visto cómo detrás de su gestión se escondía una relación con el poder”, ha explicado Estitxu Urtizberea de Abotsanitz, principal grupo de la oposición, que ha pedido a la ciudadanía que “reflexione sobre qué es la tradición y qué es la cultura, que no se trata de la misma cosa” y que tanto unos como otros sienten “el Alarde como algo querido”.

Desde Podemos- Ahal Dugu,  la secretaria de Feminismos Garbiñe Ruiz, y la responsable de las políticas de Igualdad del partido en el Parlamento vasco, Isabel Gonzalez, han lamentado durante la concentración que el ámbito festivo “sigue siendo un espacio donde se intensifican las actitudes discriminatorias, como es el caso del Alarde de Hondarribia, en el que se impide la igualdad real y efectiva”. También han denunciado que el Ayuntamiento, gobernado por el PNV “insiste en buscar resquicios legales para no tener que cumplir las leyes de igualdad vigentes, como privatizar el desfile e impide de forma interesada la celebración de una fiesta igualitaria”.

Las negociaciones sobre si Jaizkibel debe participar en el desfile manteniendo su formato mixto siguen sobre la mesa del Ayuntamiento de Hondarribia. El alcalde, Txomin Sagarzazu, asegura que desde el Ayuntamiento “sigue trabajando” para acabar con el conflicto. Eider Mendoza, portavoz de la Diputación foral de Gipuzkoa, apunta que su institución aboga por “ayudar desde la discreción” puesto que se trata de un “tema muy complejo y de muy difícil solución” en el que “cuanto menos ruido creemos que es mejor”. De hecho, dada la complejidad de la situación, con el fin de ponerse de acuerdo han requerido la figura de una mediadora, la profesora de la Universidad de Bedfordshire, Jenny Pearce. Habrá que esperar un año para comprobar si la negociación termina con 25 años de polémica y, en 2022, mujeres y hombres podrán compartir un mismo desfile vestidos de soldado. 

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