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Radiografía de la mujer baserritarra: mayor de 50 años, euskaldun y sin conocimientos sobre ayudas sociales

Mercado de Mungia, en el que las mujeres baserritarrak venden sus productos

Maialen Ferreira

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En su origen, el caserío o baserri era un tipo de explotación agraria en el que la casa, sus habitantes y las tierras que la rodeaban formaban parte de un todo. A ojos del casero y de la casera, la casa y la familia eran dos entidades inseparables. Y gracias a las labores que realizaban en ese caserío, tenían todo lo necesario para vivir. Era un estilo de vida que se transmitía de generación en generación y que, principalmente, se basaba en la subsistir gracias a la producción propia. Las mujeres ocupaban una labor fundamental de mantenimiento del propio caserío, del ganado y del trabajo de las tierras, a pesar de que, al igual que en otros sectores, su papel ha sido relegado a un segundo plano. En la actualidad en Bizkaia un total de 1.431 mujeres se dedican al ámbito rural. Con el objetivo de realizar una radiografía de las baserritarrak que viven y trabajan en sus caseríos en la actualidad, la Diputación de Bizkaia ha presentado un estudio y un libro realizado por la asociación Landa XXI bajo el título de 'Baserritarra eta harro' ('Casera y orgullosa').

Los resultados apuntan que la edad media de esas mujeres es de 58 y casi un 40% de ellas tiene más de 65 años. Más de la mitad habla en euskera y tres de cada diez lo entienden, pese a hablarlo con dificultad. Un 43% cuenta con estudios primarios, un 24% con estudios profesionales, pero solo un 16% posee títulos universitarios. El 38% de las mujeres que trabajan en el sector rural de Bizkaia manifiesta haber realizado actividades de formación relacionadas con la actividad agrícola o ganadera. Entre sus labores se encuentra la explotación, ser jubilada o pensionista y ser trabajadora del hogar. Según el estudio, las cinco orientaciones de actividad que mayor peso tienen entre las mujeres son bovino de cría y carne (42,1%), ovino (11,6%), hortalizas en invernadero (7,8%), hortalizas al aire libre (7,6%) y bovino de leche (4,1%). La mayoría de las mujeres que se dedican a la explotación, lleva además la administración y la contabilidad. Un 45% realiza labores de venta, comercialización, y atención al cliente, generalmente en mercados de pueblos y ferias agrícolas y el 26,8% se ocupa de la transformación del producto.

Es muy importante proclamar a las nuevas generaciones que de la agricultura y la ganadería se puede vivir”

Leire Ayala Baserritarra en Elorrio

“Es muy importante proclamar a las nuevas generaciones que de la agricultura y la ganadería se puede vivir”, sostiene Leire Ayala, que cuenta con una ganadería extensiva y ecológica en Elorrio. Maribel Carrera que en su caserío Salallosas ubicado en el Valle de Carranza trabaja con vacas para carne, asegura sentirse “conforme con su modo de vida”. “Estoy conforme con lo que hago y con lo que tengo, que lo he conseguido a base de trabajar”, argumenta. La mayoría de ellas, un 83,6%, concretamente, son las propietarias de las explotaciones en las que viven y trabajan. Entre las motivaciones por las que se dedican a ello, se encuentra, de forma principal, la tradición familiar. El 71,1% de las mujeres encuestadas proviene de una familia que se ha dedicado a la explotación agrícola o ganadera y entre ellas, el 63,3% continúa con la explotación familiar. Un el 44,3% asegura que esa es su principal razón. Ana Añibarro es una de ellas. “Escogería el mismo camino que he seguido, la misma familia y profesión”, asegura Añibarro, que vende panes y dulces elaborados en el caserío Ellako de Orozko, cuando le preguntan a qué le hubiese gustado dedicarse si no fuera baserritarra.

La mitad de las mujeres encuestadas admite que les cuesta que los hombres sigan sus indicaciones en el caserío, a pesar de ser ellas las propietarias. Y un porcentaje similar lamenta que ellas son en menor medida que los hombres titulares de las explotaciones en Euskadi.  “Conocer en profundidad cómo es la realidad de las 1.431 mujeres ocupadas en el sector rural nos permite ajustar las políticas que desarrollamos a sus necesidades, nos ayuda a descubrir a través de sus ojos las fortalezas que debemos potenciar y las debilidades que hay que superar. Y eso es fundamental para nuestro propósito de visibilizar y poner en valor su labor y ofrecerles herramientas para que la desarrollen en las mejores condiciones. Este conocimiento es imprescindible para marcar el rumbo de las medidas a adoptar en el presente y en el futuro más próximo para responder a las reivindicaciones de las mujeres rurales”, ha explicado la diputada de Sostenibilidad y Medio Natural, Amaia Antxustegi, durante la celebración del Día de la Mujer Rural.

"Escogería el mismo camino que he seguido, la misma familia y profesión"

Ana Añibarro Baserritarra en Orozko

La investigación muestra un lado negativo, y es que, las mujeres baserritarrak tienen un gran desconocimiento sobre las ayudas a las que pueden acceder, incluida la baja por maternidad. Solo un 32,3% de ellas conoce las subvenciones por baja maternal y sustituciones y únicamente el 8,5% las han utilizado. Las bonificaciones en inversiones por ser mujeres las conocen el 21,6% y las han utilizado el 10,9% y las acciones de apoyo para el acceso a la titularidad compartida son conocidas por el 9% y las han usado el 2,2%. A raíz de eso, más de la mitad considera que existen necesidades que no tienen cubiertas y demandan más ayudas a las instituciones. Dentro de las ayudas que exigen están, en primer lugar, las que impulsan la conciliación de la vida familiar, laboral y personal. Las baserritarrak también reivindican que se ponga en valor el trabajo que realizan y se les dé un mayor reconocimiento social e institucional. Para ello, 14 de estas mujeres han elaborado el libro 'Baserritarra eta harro' en el que recogen sus experiencias al frente de un caserío con el objetivo de, según explican, “reconocer y visibilizar ese trabajo en un mundo donde, aparentemente, los hombres son protagonistas”.

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