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“Vitoria, marzo de 1976”, el documental que rememora los hechos que costaron la vida a cinco trabajadores a causa de la violencia policial

Trabajadores se reúnen en el centro de Vitoria, con la policía al fondo acordonando la zona

Alazne Aldayturriaga

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“Los recientes cambios políticos eran terreno abonado para los conflictos, pero era de prever que estos conflictos se iban a multiplicar y agudizar en la preparación de los convenios colectivos para 1976”. Son las palabras con las que comienza el documental 'Vitoria, marzo de 1976', un “estremecedor testimonio” de los acontecimientos en los que cinco personas fueron asesinadas en Vitoria tras una asamblea de trabajadores durante una huelga general.

Tras unos meses en los que la tensión fue creciendo, el 3 de marzo de 1976 se produjo en Vitoria una tragedia que marcaría la Transición a la democracia. Francisco Aznar, de 17 años; Pedro María Martínez, de 27 años; y Romualdo Barroso, de 19 años, perdieron la vida por las heridas que les ocasionaron los disparos de la Policía Armada. Pero no fueron las únicas víctimas de la acción policial de aquel día. El 7 de marzo, cuatro días después de los sucesos, falleció José Castillo García, y el 5 de abril lo hizo también su vecino, Bienvenido Pereda, con el que acudió a la parroquia de San Francisco.

Dos meses antes del trágico suceso, el 9 de enero de 1976, los trabajadores de Forjas Alavesas pararon la producción de la fábrica “pidiendo un aumento de 6.000 pesetas, vacaciones de 28 días, 42 horas semanales, 100% del salario por enfermedad o jubilación y la destitución de los enlaces sindicales”. Días después le sucedieron muchas otras empresas vitorianas. Según cuenta el documental, con el cierre de las empresas comenzaron a convocarse asambleas de trabajadores. Dejaron a un lado la acción sindical y aceptaron la asamblea como “único órgano de decisión”, tumbando a su vez las “instituciones laborales del franquismo”.

La famosa huelga del 3 de marzo fue precedida por un primer intento de los trabajadores alaveses por solventar el conflicto laboral. El 2 de febrero convocaron una huelga para el 16 de febrero, tras una asamblea general que terminó en una manifestación multitudinaria hasta la casa sindical, en la que la policía actuó “por primera vez con enorme dureza”. Esta primera jornada no tuvo el seguimiento esperado, tan solo salieron a la calle estudiantes y algunas empresas. Pero fue suficiente para endurecer el clima de la ciudad.

“La situación se hace insostenible, y se piensa en un último intento de huelga general para el día 3 de marzo”, cuenta el documental. Aquel día, la huelga fue secundada prácticamente por la totalidad de los trabajadores. Ese mediodía, en la entonces llamada Avenida del Generalísimo Franco (ahora Avenida de Gasteiz), ocurrió uno de los encontronazos más fuertes entre policía y manifestantes. “La policía hace uso ya de armas de fuego, se oyen disparos de metralleta, incluso se llega a disparar contra las ventanas, al menos, bombas lacrimógenas”, pero a las 14:30 de la tarde llega la “tregua para lo que después iba a ocurrir”, lamenta el documental.

La parroquia de San Francisco de Zaramaga fue el punto de encuentro para los trabajadores a primera hora de la tarde, donde se llamó a una asamblea. Hacia las 16:30 horas, ya había alrededor de 4.000 personas dentro. Fuera la policía rodeó toda la iglesia para impedir que la gente saliera de ella y que nadie más entrara. “Se creó entonces una especie de cordón en torno a la policía por las calles adyacentes de gente que quería entrar a la iglesia pero no podía, puesto que la policía se lo impedía de forma amenazadora”, cuenta. Dentro de la parroquia, algunos de los asistentes de la asamblea pedían calma.

Cuatro o cinco efectivos de la policía consiguieron entrar en la iglesia, pero se encontraron con los silbidos de los trabajadores. “Si se desaloja bien, si no a palo limpio” son las órdenes que recibieron los policías que acordonaban la zona. Entonces empezaron las pedradas que “atemorizaron” y “forzaron” a toda la gente a entrar en la iglesia. La policía se quejó de “estar rodeada”, lo que “justificó” el uso de armas aquella tarde. Entre bombas de gas, los trabajadores comenzaron a salir de la iglesia. Les esperaban disparos de entre 100 y 120 agentes. Esos disparos acabaron con la vida de cinco personas.

Pedro María Martínez recibió un disparo a la altura de las costillas que le costó la vida ese mismo día. A su vez, Francisco Aznar y Romualdo Barroso murieron a causa de los disparos que recibieron en la cabeza. La ciudad alavesa se vistió de luto el 5 de marzo para despedir a estos tres jóvenes. Sin embargo, un par de días después perdió la vida José Castillo García, quien acudió a la parroquia de San Francisco acompañado de su vecino Bienvenido Pereda. Un disparo de la policía atravesó el pecho y la médula de Pereda y “destrozó el hígado de Castillo”. El 5 de abril, un mes después de los trágicos acontecimientos, Pereda falleció por una complicación en las heridas.

“Por 5.000 pesetas no hay derecho a que España esté de luto”, denunció una mujer que atendió al funeral de los tres jóvenes. Una multitudinaria manifestación avanzó por la calle Olaguíbel hacia La Paz entre aplausos y coronas de flores. “Gloria a los muertos del mundo del trabajo”, “el pueblo unido jamás será vencido” y “muertos obreros, el mundo os vengará” fueron algunos de los gritos que marcaron el camino hacia la catedral. Los días siguientes a los sucesos se dieron protestas y enfrentamientos en diferentes ciudades, y se convocó una huelga general en todo el Euskadi para el lunes 8 de marzo.

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