El origen extremeño de Manuel Godoy, un lastre para la limpieza de su imagen
El origen extremeño de Manuel Godoy, valido de Carlos IV y que ha pasado a la historia como un político traidor, que se valió de los favores de la reina, “ha sido un lastre” para que 250 años después de su nacimiento aún no se haya limpiado esa “falsa imagen”, basada en una campaña de difamación sin precedentes por los poderosos de la época.
Así lo asegura el escritor extremeño José Luis Gil Soto, autor del libro “La traición del Rey”, que ha servido de hilo conductor al documental “El Príncipe de la Paz”, y que quiere aportar su “granito de arena” para dar a conocer la verdadera valía de quien fue uno de los políticos más influyentes de España.
Según relata Gil Soto, una de las novedades del documental es que recoge las llamadas estampas fernandinas, con las que se llevó a cabo “la campaña de acoso y derribo” a Godoy, a cago del partido defensor del que después reinaría como Fernando VII, de las que se tenía constancia pero de hallazgo reciente.
El documental
La virtud del documental es, según Gil Soto, que a diferencia de lo hecho hasta ahora, intenta explicar “no tanto el ascenso y caída de Godoy, sino las claves y el porqué ha llegado hasta nuestros días una imagen suya tan distorsionada”.
Entre esas claves, Gil Soto señala la “calidad de sus enemigos, que fueron los peores”, pues no solo tuvo enfrente a Fernando VII, sino a los grandes de España y parte del clero.
Esta circunstancia garantizó que la campaña de difamación “fuese tremendamente efectiva” porque gozaba de mucha calidad precisamente porque provenía de gente con gran poder, como la Duquesa de Alba, lo que le daba “un marchamo de credibilidad brutal”.
Otra de las claves fue la presión internacional, ya que Godoy vivió en un momento en el que Napoleón “quitaba y ponía reyes o movía fronteras como si fuese un juego de mesa y estaba en medio de Francia e Inglaterra”.
El exilio
El escritor extremeño recuerda que cuando a Godoy “se le quita de circulación, no vuelve nunca más” y el último intento de limpiar su imagen que tiene es a través de sus propias memorias, que escribe ya en el exilio y bastantes años después de su marcha de España, “con lo que su falsa historia se grava a fuego” en el imaginario popular.
A Gil Soto no le cabe duda de que su procedencia extremeña ha influido en que dos siglos después se siga con esa leyenda, algo que no hubiera ocurrido si hubiera sido de otra región española, francés o inglés.
Además, considera que también han influido los acontecimientos y la importancia de los personajes que le rodearon, sobre los que se fijaron los historiadores y que hizo que se tardara demasiado en empezar a ver que lo que se había dicho de él no era cierto.
Consciente de su imagen negativa
Recuerda que el propio Godoy fue consciente de la imagen con la que iba a pasar a la historia y así lo refleja en sus memorias, confiando en que sus descendientes puedan limpiarla porque los que habían convivido con él no lo harían.
Por eso, Gil Soto cree que aún se está a tiempo de lograrlo y a ese cometido ayudara la documentación que sigue apareciendo, y apela a la “obligación” que tiene Extremadura para liderar esa reivindicación “por muchas sombras que tuviera” y que también han tenido otros personajes de la historia “y no se les ha privado de homenajes o reconocimientos, ni están escondidos”.