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El cuidado de las cuidadores: las familias con hijos con discapacidad intelectual también se toman un respiro

Foto de familia del programa de respiro familiar en Badajoz

Jesús Conde

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María José tiene dos hijos con discapacidad, de 19 y 23 años, ambos grandes dependientes. Este mes tendrá la oportunidad de desconectar mientras ellos pasan unos días en una residencia universitaria de Badajoz.

Se ha acogido al servicio de conciliación familiar de Plena Inclusión Extremadura, por el que pasarán este verano 600 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Se alojan en las instalaciones de la residencia de la Fundación CB y tienen a su disposición un espacio de ocio y una atención personalizada.

Serán unos días en los que esta vecina de Montijo tendrá un respiro familiar en el más amplio sentido de la palabra según destaca. Sus hijos necesitan una atención constante, y ahora aprovechará para hacer todas aquellas cosas que va posponiendo por falta de tiempo. Como ir al médico, darse un paseo o tomarse un vermú con su marido.

En el caso de María José es también el momento de sacarle más tiempo al tercero de sus hijos, que no tiene discapacidad. También, por qué no, para darse una pequeña escapada con él a la playa.

Por encima de todo destaca que es un 'respiro' para las personas con discapacidad, que tienen la posibilidad de salir de su entorno. Cambian sus actividades y las rutinas que marca el calendario a lo largo del año. Un modo muy gratificante de pasárselo muy bien.

El programa funciona los meses de julio y agosto y por cuarto año consecutivo se celebra en la residencia universitaria gracias al convenio de colaboración firmado entre Plena Inclusión y la fundación.

A las estancias programadas de verano se suman las ayudas en los domicilios a lo largo del año. Se ofrece a los familiares apoyos puntuales, también para que puedan conciliar los cuidados con otras responsabilidades. En este caso Plena Inclusión recibe fondos de la Junta con cargo al 0’7 por ciento de la renta que se destina a fines sociales.

Una atención constante

Mariano Vizcaíno, responsable de este programa de Plena Inclusión Extremadura, explica que el programa aporta a los familiares sobre todo tiempo. Tiempo para hacer con naturalidad muchas cosas de nuestra vida cotidiana. Algo muy gratificante emocionalmente para quienes dedican al cuidado de sus hijos las 24 horas del día, los 365 días del año.

Con el paso de los años los cuidados son mayores. Cuando van madurando la atención que requieren estas personas aumenta. Pero al mismo tiempo el cuidador va envejeciendo, y la red de familia y amigos que le apoya en los cuidados también.

En ocasiones renuncian a salir a la calle o a cumplir con los compromisos sociales cuando sus hijos e hijas son grandes dependientes. Dejan de realizar todos aquellas aquellas pequeñas cosas que para el resto del mundo pasan desapercibidas. Por ejemplo darse una vuelta por la feria del pueblo, quedar con los amigos. También atender a otros familiares, formase o compatibilizarlo con su trabajo.

Cuidadoras en femenino

Resulta sobre todo un respiro en femenino, porque son las mujeres las que siguen siendo las cuidadoras en la mayoría de las ocasiones.

Son ellas las que llevan el peso de los cuidados, las que participan y toman las decisiones. Madres, abuelas, tías o vecinas. Mujeres trabajadoras, dentro y fuera de casa. Lo son todo.

Son las mujeres las que más agradecen este programa, con el que le pueden dedicar tiempo al cuidado de la pareja o a ellas mismas, explica el técnico de Plena Inclusión.

El programa

Resulta un programa muy valorado, al que cada vez se apuntan más familias de las 4.000 personas con discapacidad intelectual que atienden en la Comunidad. Pedro Calderón, presidente de Plena Inclusión Extremadura, explica que las personas usuarias tienen acceso a actividades deportivas, excursiones y cultura en un ambiente agradable. Una alternativa de ocio en la que disfrutar y pasárselo bien.

La estancia habitual media es de una semana. Aunque pueden permanecer durante un fin de semana o hasta diez días, en función de las necesidades del entorno familiar.

Es frecuente en algunos casos que los padres tengan reparo a la hora de dejar a sus hijos un tiempo fuera de sus cuidados. Un paso que les cuesta dar. Sin embargo cuando descubren la atención que reciben y el nivel de satisfacción mutua vuelven a repetir, destaca el presidente de Plena Inclusión.

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