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Viaje por la Galicia del tren lento

Estación ferroviaria de Lugo, sin trenes / Adif

David Lombao

A últimas horas de la tarde del pasado lunes los andenes de la nueva estación ferroviaria de Vigo estaban atestadas de gente. Parecía una manifestación, pero no lo era. Se trataba de una enorme acumulación de cargos públicos y de algunas personas con deseo de serlo que culminaban la carrera de inauguraciones que la convocatoria formal de las elecciones municipales frenó en seco desde este martes. Allí, en la flamante y todavía no operativa nueva estación de Urzáiz el presidente de la Xunta saludaba la “culminación del Eje Atlántico de Alta Velocidad” como “un momento histórico”. La conclusión de 14 años de obras “cambiará la forma de entender Galicia, de relacionarnos”, auguraba.

Cabe la posibilidad de que a la misma hora que Alberto Núñez Feijóo pronunciaba estas palabras alguien se sentara con resignación en uno de los trenes que circulan por Galicia sobre vías trazadas en el siglo XIX y que unen -es un decir- pueblos y ciudades a las que el AVE, la alta velocidad o la velocidad alta les quedan tan lejanas como la carrera espacial. Podría ser el caso, por ejemplo, de alguien que se aventurase a coger el tren para ir de Lugo a A Coruña, de Vigo a Ourense o de A Coruña a Ferrol, ejemplos paradigmáticos de trayectos que no lucirían nada en una de esas fotos preelectorales.

La Galicia del tren lento tiene poco que ver con la que, en próximas semanas, verá cómo es posible llegar de A Coruña a Vigo en 70 minutos. También dista mucho de la situación actual en la que, a pesar de a las deficiencias de confort, planificación y horarios, ya es posible optar entre casi una veintena de frecuencias diarias para viajar entre ambas ciudades. En el caso del trayecto entre A Coruña y Santiago, donde el tren rápido está operativo desde finales de 2011, son casi 30 las opciones para viajar en poco más de media hora por precios que rondan los 6 euros.

Las líneas que no salen en la foto

Todas esas condiciones desaparecen y pasan al terreno de la ficción cuando se mira hacia las líneas que se han quedado fuera de la foto. Es el caso, por ejemplo, de la villa que antaño fue el gran nudo ferroviario de Galicia: Monforte de Lemos. Si alguien desea acercarse a A Coruña desde la capital de la Ribeira Sacra dispone únicamente de siete trenes al día, dos de ellos con trasbordo en Betanzos. Para realizar el viaje tendrá que pagar entre 17 y 30 euros, según la hora, y prepararse para pasar en el tren entre dos y tres horas, dependiendo del escogido.

Un poco más al norte, en Lugo, la situación no es mejor. Si, como el viajero imaginario de Monforte, alguna persona residente en la ciudad de la Muralla quiere acercarse a A Coruña por vía ferroviaria debe comenzar sabiendo que dispone de tres trenes entre las ocho y media y las nueve y media de la mañana y de ninguno más hasta las siete de la tarde, hora a partir de la cual hay disponibles otros tres. Dos de estas seis frecuencias implican también trasbordo en Betanzos y ninguna permite completar el recorrido en menos de una hora y media, si bien el viaje dura hasta dos horas. A pesar de a las condiciones escasamente competitivas en un recorrido que en coche exige disponer apenas de una hora los precios oscilan entre los 10 y los 20 euros. En el sentido contrario, de A Coruña a Lugo, las frecuencias son solo cinco y las tarifas van de los 9 a los 15 euros.

La comunicación de la habitualmente vacía estación lucense es aún más difícil si el destino elegido es Ourense, ciudad con la que ni siquiera existe una vía de alta capacidad para viajar en coche. Solo dos trenes unen las dos grandes ciudades del interior gallego en sentido sur y otros dos, en sentido norte. Se trata del Alvia que va a Madrid y de otro tren de media distancia. Ambos parten de Lugo a las once de la mañana y vuelven de Ourense a las cinco y media de la tarde con precios que van de los 7 a los 25 euros para un viaje de hora y media.

Esta precariedad ferroviaria no es, con todo, exclusiva del interior. Un buen ejemplo de esto es Ferrol. A pesar de su cercanía con A Coruña solo existen seis opciones diarias para viajar en tren entre ellas: cinco de media distancia y el Alvia de Madrid. El viaje dura alrededor de hora y cuarto y cuesta entre 4 y 15 euros. Si el destino elegido es Lugo el viaje se acerca a las dos horas y desde allí sería imposible viajar en tren directamente hasta, por ejemplo, Santiago, toda vez que entre las dos ciudades no existe vía férrea.

El AVE del interior que iba a pagar Feijóo

Una de las soluciones formuladas desde las Administraciones públicas para paliar el aislamiento ferroviario del interior gallego fue a extender las líneas de alta velocidad desde Ourense hasta Lugo, ciudad para la que incluso se llegó a planificar una estación intermodal que tendría como objetivo aglutinar el tráfico de autobuses y el generado por el AVE. A pesar de las diversas promesas lo más parecido a un tren rápido que llega en la actualidad a Lugo es el Alvia, adaptado para los nuevos trazados pero también para transitar por las vetustas vías lucenses, recorrido que ya ha motivado protestas de maquinistas en puntos especialmente complejos, como el túnel de Oural, cerca de Sarria.

Aunque la actual coyuntura presupuestaria hace que aquel prometido AVE a Lugo sea impensable no hace tanto que su construcción todavía formaba parte de las promesas electorales. La más llamativa se produjo el 10 de enero de 2009, en plena precampaña de las elecciones gallegas del 1 de marzo de aquel año. En aquella jornada Alberto Núñez Feijóo ofreció un mitin en un auditorio lucense junto a Mariano Rajoy y allí, en plena pasión electoral, acabó prometiendo que financiaría la línea de alta velocidad a Lugo con fondos de la Xunta de Galicia.

La “pesadilla” del bipartito estaba a punto de terminarse, auguraba Feijóo, quien prometía “suplir” al Ministerio de Fomento en cuanto llegara a la Xunta. “Después ya le pasaremos la factura, pero la Xunta hará el AVE entre Lugo y Ourense”, prometió el entonces aspirante a presidente entre aplausos. A su juicio esta infraestructura resultaba “básica” para la provincia de Lugo y por eso la iba “a asumir, comenzar y terminar”. “Llevaremos el AVE de Lugo a Ourense con el dinero de la Xunta” como muestra de “compromiso real con el equilibrio territorial” aseguró. Los sucesivos presupuestos han dicho el contrario, al menos de momento.

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