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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

La jueza ordena la búsqueda y detención del camarero que denunció las orgías con policías en la discoteca Tito's

El empresario y magnate del ocio nocturno mallorquín Bartolomé Cursach, propietario de Tito's

Esther Ballesteros

Mallorca —

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La titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Palma ha ordenado la búsqueda y detención del excamarero de la discoteca Tito's -buque insignia del magnate de la noche Bartolomé Cursach- que denunció en su día que el mismo establecimiento por el que décadas atrás habían pasado Marlene Dietrich, Ray Charles o Charles Aznavour lo frecuentaban agentes de la Policía Local de Palma a quienes se agasajaba con servicios de prostitución, alcohol y drogas a cambio de salvaguardar la buena marcha de los negocios del conocido 'rey de la noche mallorquina'. Unas imputaciones que la Fiscalía acabó echando por tierra por “falta de verosimilitud” días antes de que arrancase el macrojuicio celebrado el año pasado contra Cursach y otros 16 acusados.

Mediante un auto, la jueza señala que el que fuese testigo 29 del caso Cursach, Daniel C., se encuentra en “ignorado paradero” tras haber sido citado a declarar en varias ocasiones como imputado y no haber comparecido a los distintos llamamientos. En su resolución, la magistrada considera que, con esta conducta, el investigado “intenta sustraerse de la acción de la Justicia”.

Daniel C., cuyas manifestaciones coparon en su día gran parte de la actualidad balear y nacional –aseguró incluso haber visto cómo la droga era transportada desde un velero amarrado frente a Tito's para después ser introducida en maletines dentro de la discoteca–, se encuentra bajo el foco de la Justicia al igual que otros de los testigos principales del caso Cursach acusados de haber incurrido en un supuesto delito de falso testimonio cuando declararon en la macrocausa.

En concreto, los hechos por los que está siendo investigado en este procedimiento se remontan a varios años antes de que arrancaran las investigaciones del caso Cursach, cuando, supuestamente, comenzó a acosar -según las pesquisas- “a un joven con el que se obsesionó”. Tiempo después le volvió a suceder lo mismo con un montador de cocinas, Adrián V., a quien conocía desde hacía años. Cuando éste inició una relación con una joven, Alexandra P., el testigo inició “una espiral de celos y acoso” y comenzó a atacar “mediante artificios” a todo el entorno de la pareja, involucrándola, incluso, en el caso Cursach.

El extestigo 29 aseguró incluso que el hermano de la joven, Florian P., era “sicario de Cursach”. Como consecuencia de tales acusaciones, cuya presunta falsedad se indaga en la actualidad, Adrián V. acabaría cuatro veces arrestado en el marco del caso Cursach y dos, enviado a prisión. Son precisamente Adrián V., Alexandra P. y Florian P. quienes dirigen la acusación contra Daniel C. en estas investigaciones.

Acusaciones tumbadas por la Fiscalía

Pese a las dimensiones que alcanzaron sus acusaciones, la Fiscalía Anticorrupción y varios informes de la Policía Nacional tumbaron las manifestaciones de este testigo, a quien los inspectores del cuerpo policial llegan a calificar como “el más peligroso” de cuantos declararon ante el exjuez Manuel Penalva y el exfiscal Miguel Ángel Subirán, quienes durante cerca de tres años comandaron las investigaciones en torno a un supuesto entramado mafioso dirigido a salvaguardar la autoridad en la noche de Bartolomé Cursach.

En sus atestados, los funcionarios policiales llegan a tildar a Daniel C. de “auténtico misil teledirigido” contra todo aquel que, de algún modo, entorpeciera las investigaciones del caso Cursach y ponen de manifiesto que se trataría de una “persona taimada, inteligente, que fabrica pruebas con una preparación que raya lo profesional” y quien tenía a sus espaldas “a todo un juez, un fiscal y un grupo de policías que lo amparan de forma presuntamente delictiva en su propio interés”. Un extremo, éste último, que descartó el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJIB), Carlos Gómez, al apuntar a la inexistencia de indicios de que juez, fiscal y policías fuesen conscientes de que el excamarero de Tito's les engañaba.

“Sólo en el caso de que tuviesen conciencia de que el testigo les mentía y, a pesar de ello, dieran credibilidad a sus manifestaciones y con base en ella actuasen y dictasen resoluciones, su conducta podría ser considerada delictiva”, abundaba el magistrado, para quien tanto Penalva como Subirán actuaron “en la convicción” de que aquellos a quienes investigaban eran culpables. Por este motivo, Gómez derivó sus investigaciones en torno a las supuestas irregularidades producidas durante la instrucción del caso Cursach al decanato de Palma para que fuesen los Juzgados de Instrucción los que investigasen si los testigos como Daniel C. incurrieron, motu proprio, en delitos de acusación o denuncia falsa. 

El extestigo apunta a un “complot” contra él

Hasta la última vez en que fue localizado, el extestigo 29 se había ratificado en las declaraciones que prestó en su día ante Penalva y Subirán, asegurando que “en ningún momento” fue “forzado a decir algo que no quisiera y mucho menos por el fiscal Miguel Ángel Subirán y el juez Manuel Penalva”, como aseguró ante los medios tras declarar como imputado, en septiembre de 2020, ante el TSJIB. Durante su comparecencia, Daniel C. tildó de “falso” lo manifestado en los informes de la Policía Nacional, aseguró que las imputaciones contra él obedecen a un “complot” e incluso apuntó a la existencia de una “campaña de acoso brutal” contra su persona.

En uno de sus informes, la Policía Nacional asevera, sin embargo, que el hoy investigado “es una persona enfermiza, calculadora y que no duda en acosar o denunciar de forma mendaz a todo aquél con el que se obsesiona o al que se enfrenta”. “Presenta a sus víctimas como verdaderos sicarios del grupo mafioso Cursach, que amenazan y agreden de forma continua”, abundan los funcionarios policiales, quienes inciden en que, al igual que otros testigos, “presuntamente inventará agresiones que conllevarán a las condenas de personas inocentes y que serán el aval de lo que no pueden demostrar con pruebas”.

Apenas días antes de que arrancara el juicio celebrado el año pasado por el caso Cursach, la Fiscalía rebajó de forma drástica sus peticiones de condena para el magnate -de los ocho años y medio de prisión que reclamaba inicialmente a un año y medio- al dejar fuera las acusaciones más graves que pesaban sobre él, entre ellas las relativas a las supuestas fiestas organizadas en la sala VIP de Tito's con el supuesto objetivo de granjearse la protección de los policías locales que, según Daniel C., frecuentaban las orgías. Al término de la vista oral, tanto Cursach como los otros 16 procesados que se sentaban en el banquillo, policías locales en su mayoría, acabaron absueltos.

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