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Elecciones EE.UU. 2020

Cómo convencer a los trumpianos: la campaña de la empatía en Carolina del Norte

Activistas de Down Hone North Carolina en el condado de Alamance protestan contra el racismo.

Frances Madeson (Capital and Main)

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Después de diez años viviendo pacíficamente en Alamance, un condado rural predominantemente blanco de Carolina del Norte, Bonnie Dobson tiene un dilema ¿Debería apoyar a los candidatos antirracistas para los que ha hecho campaña poniendo carteles en su jardín?

“No suelo expresar mis opiniones políticas por miedo a que alguien tome represalias contra mis hijos”. Dobson, afroamericana de unos 50 años, tiene tres hijos. “Tengo relación con muchas personas, hablo con ellas e incluso quedamos, pero no saben qué opiniones tengo sobre ciertas cuestiones sociales. No hablo de ello porque son temas que nadie quiere sacar”, afirma.

Otros vecinos de su comunidad no tienen tantas reservas. Los ejemplos más recientes de insultos hacia las personas que se manifestaban contra una estatua confederada en Graham, la sede del condado, se suman a sus temores de que Trump ha permitido aflorar un racismo que no va a desaparecer en el futuro cercano. En junio, la policía detuvo a dos hombres que atacaron a dos manifestantes pacíficos.

“Personalmente, tengo miedo”, reconoce, refiriéndose a los resultados de las inminentes elecciones. “Ondean banderas confederadas, nos insultan. Ahora se sienten cómodos haciéndolo. Pase lo que pase, esto no va a acabar bien”, lamenta.

La crisis

El miedo a la escasez en una economía rural que nunca llegó a recuperarse de la recesión de 2008 ha ido acompañado del auge de un movimiento supremacista blanco auspiciado por el grupo Alamance County Taking Back Alamance County [ACTBAC], un grupo que dice defender “la herencia sureña”.

Si este movimiento hubiera sido contrarrestado por otro progresista, este habría apuntado a argumentos más racionales para explicar el deterioro económico del condado como la rebaja fiscal a los ricos y grandes empresas que la mayoría aplastante de republicanos en el estado consiguió implantar. Confiaron en el 'efecto derrame' (teoría según la cual favorecer a los más ricos termina beneficiando al conjunto de la población) en vez de apostar por la expansión de Medicaid –cobertura sanitaria para personas de bajos ingresos–, un salario digno, la inversión en banda ancha y opciones de transporte para que los trabajadores de las zonas rurales estuvieran mejor conectados con aquellos lugares donde hay empleo.

En su lugar, utilizar a los inmigrantes como chivo expiatorio ayudó a Trump a ganar a Hillary Clinton en esta zona con el 54,5% de los votos, frente al 41,9% de la candidata demócrata. Algunos miembros de ACTBAC asistieron a las marchas de “Unite the Right” [“Unamos a la derecha”] que se celebró en 2017 en Charlottesville, en Virginia. En esas protestas, Heather Heyer murió atropellada por un seguidor de la “solución final” de Hitler. El asesino de Heyer fue condenado por un delito de odio y sentenciado a cadena perpetua.

Pero lo cierto es que este discurso de odio sigue vigente y la venta de armas en el estado se ha disparado a pesar de la escasez de municiones.

“Tras la recesión de 2008 tomamos el camino equivocado”

El condado de Alamance tiene 169.509 habitantes repartidos en 626 kilómetros cuadrados. Una cuarta parte de sus residentes carecen de conexión de banda ancha. Los blancos representan el 62,9% de la población, los afroamericanos, el 20,9%, los hispanos o latinos, 13,1%.

En su momento fue el hogar de 54 fabricantes de calcetería y 30 fábricas textiles, empresas que garantizaban puestos de trabajo seguros. Sin embargo, con la llegada de la globalización, la industria emigró al extranjero en la década de los noventa y los molinos situados a lo largo del río Haw que habían sostenido la economía desde mediados del siglo XIX fueron abandonados. Ahora sus estructuras sirven para recordar una prosperidad que ya no está al alcance del condado.

Una desaparecida fábrica de muebles en el centro de Mebane se ha reconvertido en apartamentos de lujo con estudios que se alquilan a partir de 875 dólares al mes (745 euros). Al otro lado de las vías del tren, un viejo molino se ha convertido en lofts subvencionados para familias de cuatro personas con un ingreso máximo de 33.660 dólares anuales (28.700 euros).

Son dos buenos ejemplos de la desigualdad creciente mientras el condado se está convirtiendo en una comunidad dormitorio para personas que trabajan en el Triángulo de Investigación y Piedmont Triad (formada por Greensboro, Winston-Salem y High Point) que no pueden permitirse los precios de esas ciudades y optan por comprar o alquilar viviendas más baratas y situadas a 45 minutos en coche.

En un condado en el que los principales cultivos comercializados son la soja, el tabaco y el maíz, los pequeños agricultores independientes se sienten agobiados por la caída de los precios de los productos básicos y la “extrema incertidumbre e inestabilidad de los mercados agrícolas provocada por el modelo comercial de Trump”, según dice Zoe Willingham, investigadora asociada de política económica del Center for American Progress y coautora del libro sobre inversión rural The Path to Rural Resilience in America (el camino hacia la resiliencia rural en Estados Unidos).

De media, los agricultores de Alamance tienen cerca de 60 años. A Willingham le preocupa lo que sucederá con sus aproximadamente 32.000 hectáreas a medida que la actual generación de agricultores envejezca: ¿pasarán a una nueva generación de familias de agricultores o a la gran agricultura?

Alexandra Sirota es la directora del Budget and Tax Center (Centro de Presupuesto e Impuestos) del North Carolina Justice Center, un think-tank en Raleigh comprometido con la erradicación de la pobreza. Señala que desde 2009 han aumentado las tasas de pobreza rural, los jóvenes se marchan a las ciudades y los salarios han bajado en 44 de los 100 condados de Carolina del Norte, incluyendo Alamance.

“Tras la recesión de 2008 tuvimos muchas pequeñas oportunidades de mejora y en cada una de ellas tomamos el camino equivocado”, lamenta. “El estado cada vez invierte menos a pesar de las crecientes necesidades y del aumento de la población”.

La familia de Dobson vive en una vieja granja de 1,6 hectáreas no muy lejos de sus ancianos padres. Últimamente, debido a la pandemia, ha estado dando paseos “para desconectar” por un sendero cercano, yendo por las mañanas temprano porque a esa hora no se cruza con nadie y no se tiene que preocupar por guardar la necesaria distancia con otras personas. “A veces escucho un podcast de Brené Brown, o simplemente camino rodeada de silencio o escuchando el canto de los pájaros; hay árboles de magnolia y hierbas ornamentales que se mecen con la brisa y, alrededor de esta pequeña área, un estanque artificial con tortugas”, dice. “Es un camino completamente llano”.

Su vida hogareña, dice, ha sido “placentera” y se han centrado en la escuela, el fútbol y en educar a sus hijas para que puedan hacer lo que se propongan. Pero ha pagado un precio por su tranquilidad que ya no está dispuesta a seguir pagando: su silencio. Silencio para no verbalizar todas las situaciones humillantes que se le presentan en un día cualquiera. Algunas, dice, son molestias sin importancia, como que los productos para el cuidado del cabello de las personas negras se coloque en el estante más alto y difícil de alcanzar en la parte trasera del Walmart. Otras son más hirientes, como conversaciones salpicadas de insultos racistas, que se presentan como un cumplido: “Eres muy inteligente para ser una chica de color”. Pero su silencio se ha vuelto corrosivo para su alma, y ahora se está abriendo de par en par.

“Cuando George Floyd fue asesinado, mi mundo se estremeció por completo”, dice. “Estoy empezando a encontrar mi voz. A mi edad, ya era hora.”

“Proselitismo profundo”

El otoño pasado Dobson volvió a casa tras recoger a uno de sus hijos de la escuela y se encontró con un coche en la entrada. Sugelema “Shug” Lynch, de Down Home North Carolina, la esperaba para proponerle una sesión de “proselitismo político profundo”, que es un método de escucha compasiva en el que los participantes reflexionan e intercambian opiniones sobre temas que tienen implicaciones políticas, pero también personales, como el acceso a la atención sanitaria.

Estas sesiones le parecieron a Brigid Flaherty un método muy interesante y, preocupada por los resultados de las elecciones de 2016, se mudó a Carolina del Norte, donde vive su madre, para ver si podía ayudar a propiciar un diálogo sobre cuestiones raciales. En 2017, cofundó Down Home North Carolina junto con George Goehl, el director de People's Action, una organización nacional dedicada a la promoción de políticas progresistas para las comunidades rurales de Estados Unidos. Ahora tienen oficinas en cinco condados rurales de Carolina del Norte.

Su estrategia parte de conversaciones de media hora con votantes que permiten a la organización tejer una coalición de personas blancas y negras con el objetivo de que las familias de clase trabajadora tengan más poder electoral. Estas conversaciones pueden ser muy reveladoras. De hecho, Dobson dice que su charla con Lynch ha cambiado el curso de su vida.

“Shug y yo compartimos anécdotas sobre nuestras experiencias con profesionales del sector sanitario y nuestras opiniones sobre la inmigración. Luego se fue, pero fue un intercambio de información que me impresionó”, explica. Ahora Dobson es una de las personas que lidera estas sesiones para la organización y está encantada con este trabajo. Debido a la pandemia, ahora estas conversaciones, que son como encuestas de opinión exhaustivas, se hacen telefónicamente y se evitan los desplazamientos y los encuentros cara a cara.

Un estudio reciente ha constatado que este tipo de conversación larga y más personal antes de los comicios es unas 100 veces más efectiva para cambiar la opinión de los votantes que el habitual método de hacer campaña para que la gente salga a votar, que suele ser un tipo de comunicación breve y unidireccional que consiste en entregar publicidad electoral puerta por puerta en los días previos a la jornada electoral.

En Carolina del Norte, los sondeos muestran a Biden y Trump en una carrera muy ajustada. En estos momentos, y según siete encuestas analizadas por la CNN, Trump está entre uno y cuatro puntos porcentuales por detrás de Biden, un cambio respecto a 2016. Trump ganó en este estado a Hillary Clinton por casi cuatro puntos.

Gayle Schwartzberg, la directora política del grupo dice que su organización no tiene que explicar a los residentes de Alamance que la actual estrategia económica no les beneficia. “La gente de las comunidades rurales lo está sufriendo en carne propia. No hay trabajo, tienen muchas dificultades para llegar a fin de mes, algunos meses ni siquiera saben si podrán pagar el alquiler”, señala. Y esta situación es anterior a la pandemia.

Con su colega Mia Ives-Rublee y otras personas, ha desarrollado un programa para que la gente active sus propias redes sociales con el objetivo de asegurarse de que todos voten. “Las personas contactadas por un conocido son cuatro veces más propensas a decidirse a votar que aquellas que son contactadas por un desconocido”, explica Ives-Rublee. “En estas conversaciones abordamos ciertos temas con respeto a la comunidad y además sabemos cómo se relacionan las personas en estas comunidades”.

Uno de los temas que más preocupaban a las personas que participaron en estas sesiones el año pasado son las redadas que llevó a cabo el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas en el estado en febrero de 2019 y que culminaron en la detención de 230 personas. Ian Baltutis, alcalde de Burlington, una localidad situada en el condado de Alamance, firmó una declaración junto con otros seis alcaldes condenando las acciones “que han sembrado el terror en los corazones de muchos de nuestros apreciados miembros de la comunidad”. Los participantes se posicionaron a favor de poner fin a estas redadas y a la separación de familiares, pero también mostraron su preocupación por cuestiones vinculadas con la dignidad económica y la transparencia del Departamento de Policía. Esta información permitió que el grupo pudiera decantarse por apoyar a cinco candidatos, entre ellos, dos muy bien posicionados.

Una pionera

Si Dreama Caldwell es elegida como representante del condado de Alamance, será la primera mujer afroamericana que jura el cargo. Nacida en el condado, su carrera ha sido larga y accidentada. Ha defendido con uñas y dientes que se ponga fin al sistema actual de pago de fianza (que en la práctica perjudica a los detenidos que no pueden pagarla ya que no pueden salir de la cárcel hasta que se celebra un juicio y un juez los declara inocentes) y ha inspirado la canción del músico Joe Troop llamada The Rise of Dreama Caldwell.

Si gana Ricky Hurtado, se convertirá en el primer latino de la asamblea general del estado. Sin embargo, considera que nada de eso importa si los demócratas no logran el control sobre una de las cámaras y terminan con la aplastante mayoría republicana antes de la redistribución de distritos del 2021.

“Esto tendrá un impacto no solo en los próximos dos años, sino también en los próximos 10. También tiene relevancia a nivel nacional. Si conseguimos que los demócratas tengan peso en Carolina del Norte, que es un estado púrpura (en referencia al color azul de los demócratas y el rojo de los republicanos) entonces estaremos representados de una forma más proporcionada y justa en el Congreso”, señala.

Ives-Rublee dice que la estrategia de Down Home consiste en lograr que las personas se unan en torno a una serie de cuestiones; primero los temas que les importan, luego los candidatos y finalmente la importancia de elegir a un político en particular.

“En nuestro estado, eso requiere agilidad. Estamos pidiendo a los ciudadanos que voten por correo y que lo hagan de la forma más segura posible”, explica. “Al mismo tiempo tenemos que estar atentos a posibles retrasos en el servicio de correos, ya que tenemos que estar preparados si esto sucede. Aumentar la participación en las comunidades rurales es sumamente complejo”.

Inquietud por la noche electoral

Schwartzberg señala que el país no es el mismo que hace cuatro años y no espera tener el nombre del ganador la noche electoral. “Somos conscientes de que va a haber inquietud social”, dice. “Nos estamos preparando para tejer una red de personas formadas en el activismo y que confían unas en otras. No estamos ante una crisis que ha golpeado a nuestra comunidad este verano. Hace cuatro años se hicieron muchas promesas a los habitantes de las zonas rurales sobre cómo mejoraría la situación económica y no hemos visto ninguno de esos cambios”.

Bonnie Dobson sigue comprometida con la causa a pesar de que en el condado de Alamance el panorama da miedo. El sheriff se niega a llevar mascarilla para protegerse de la COVID-19 y su cárcel está llena de virus, lo que hace que la perspectiva de ser detenido al participar en las protestas dé mucho miedo.

“Algunas personas son bondadosas y sólo necesitan que alguien les ayude a entender la situación”, dice. “El hombre que me dijo que para ser una chica de color era inteligente tiene unos 80 años. Hice el ejercicio de ponerme en su lugar y entendí que no era el momento de educarlo, que era el momento de decir 'gracias'. Más tarde le ayudaré a entender cómo veo las cosas”.

traducido por Emma Reverter

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