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Droncita: un drone grafitero contra el presidente de México

Droncita, el drone grafitero, en su intervención simbólica contra Enrique Peña Nieto

Bernardo Gutiérrez

Ciudad de México —

La lucha popular es rosa fucsia. El Principito de Antoine de Saint-Exupéry pide justicia por los 43 estudiantes desaparecidos en un cartel multicolor. El subsconciente colectivo cristaliza gracias a 30 litros de pinturas en un hashtag descomunal en el Zócalo de Ciudad de México: #FueElEstado. Y un drone cargado de spray transforma la cara de Enrique Peña Nieto, presidente de México, en una deforme mancha roja. Sobre su cuerpo, tras el paso del drone, se estampan tres palabras: “Que se vaya”.

El colectivo mexicano Rexiste está en la boca de todo el mundo: sus acciones simbólicas son auténticos virales. Y consiguen visibilizar a la perfección el despertar colectivo de una ciudadanía que, desde la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa el 27 de septiembre del 2014, ha roto con el relato oficial del Gobierno. El 72% de los mexicanos está insatisfecho con el rumbo del país. Y ya piden abiertamente, sin miedo y creativamente, la renuncia del presidente.

Un flashback. La manifestación del 2 de octubre, en recuerdo a los muertos en la represión de 1968, arranca por el Eje central Lázaro Cárdenas de la Ciudad de México, dejando atrás Tlatelolco. Dos jóvenes ponen a volar un drone. Mientras sobrevuela la manifestación, en la que se enredan lemas del 68 y de Ayotzinapa, algunas personas se acercan a ellos: “¿Es Droncita, verdad?”.

Droncita, lanzado a finales de septiembre como “el primer drone grafitero en México”, es mucho más que un drone. Es un golpe narrativo que apuesta por desconstruir símbolos del poder y reconstruir las luchas con otros códigos. El vídeo con el que se popularizó Droncita contiene ingredientes estudiadamente escogidos: estética colorida, voz robotizada, irreverencia, la mancha roja sobre Enrique Peña Nieto. Y un guión que desordena la lógica de las luchas clásicas de los derechos humanos: “Este no es el país que soñaste, pero eso ya lo sabes. Ayotzinapa solo fue el principio de nuestra historia, de su fin.Trataste de encuartelar la verdad. Trataste de engañarnos. Es hora de cambiarlo todo”.

Los activistas que conforman Rexiste, que no tiene portavoces, fueron participantes del movimiento #YoSoy132 que nació en mayo de 2012 tras la polémica visita de Enrique Peña Nieto a la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.

Y tal vez por eso, los imaginarios de Rexiste llevan al extremo la esencia disruptiva de #YoSoy132, que se cocinó en un hashtag y se consolidó en la mayoría del territorio mexicano. Rexiste se autodefine con irreverencia: “Libertad de sernos sin pedir permiso, esperanza que se siembra, que se cuida y se crece, código abierto, experimento, momento recreativo, movimiento, intervención, contagio, transgresión, autocrítica, idea sin dueño, sin copyright, replicable, reapropiable, insurrecta utopía”. La propia hoja de ruta de Droncita es todo un elogio a la reapropiación. La etapa 1, bautizada Es hora de cambiarlo todo, incentiva que cada usuario construya su propio prototipo de drones. La etapa 2, Nadie me controla, intentará hacer vuelos autónomo de #Droncita con “graffitis programados”.

El último golpe de Droncita, la campaña #YaChole (que significa algo así como “ya basta”) consiguió tumbar el vídeo promocional #YaCholeConTusQuejas, en el que el Gobierno pretendia vender sus reformas. Pocas horas después del lanzamiento de la campaña gubernamental, un simple GIF animado de Droncita forzó su retirada. Un #YaCholé contigo, @EPN (Enrique Peña Nieto) con una explosión final de heces fecales consiguió ser Trending Topic en México y que el popular cómico británico John Oliver hablara de la campaña. “Droncita ha venido del futuro para recordarnos que podemos cambiar todo. Nos da perspectiva”, aseguran desde Rexiste. Pero, ¿cómo surgió Rexiste?, ¿es Droncita un medio o un fin?, ¿cuál es su horizonte?

“#YaMeCansé del miedo”

El nacimiento de Rexiste está intimamente relacionado con el caso de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. Y concretamente al surgimiento del hashtag y posterior movimiento #YaMecansé. El hashtag “más importante de la historia de México”, según la investigadora Rossana Reguillo, nació la tarde del viernes 7 de noviembre de 2014, cuando el procurador del Estado Jesús Murillo Karam pronunció la frase “Ya me cansé” para concluir una rueda de prensa sobre los 43 estudiantes.

#YaMeCansé se convirtió en trending topic en Twitter y marcó un agua divisoria en la secuencia de la indignación por Ayotzinapa. El mismo día el incipiente colectivo Rexiste pintada un lema en la Procuraduría General de la República de la avenida Reforma de la Ciudad de México: “#YaMeCansé del miedo”. Casi simultáneamente, aprovechando la oleada de empoderamiento, nacía la plataforma YaMeCanse.mx, que se definía como “una red completamente apartidista” de “millones de mexicanos, cansados de la violencia e impunidad en el país”. Un día después, el hashtag #YaMeCansé se expandía a Estados Unidos, España e Inglaterra. Surgían nodos auto organizados alrededor de un nuevo imaginario diseñado con habilidad en medio de una fuerte emocionalidad colectiva. #YaMeCansé llegó a ser trending topic durante 26 días.

La explosión del #YaMeCansé marcó un antes y un después en las eclosiones sociales mexicanas. Los nuevos lemas sobrepasaron la cuestión de Ayotzinapa. “#YaMeCansé de la corrupción”, “#YaMeCansé de la impunidad” o “#YaMeCansé del gobierno” pasaron a ser el mantra. Y Rexiste fue, junto a YoSoyRed y buena parte de los nodos vinculados a #YoSoy132, uno de los colectivos que encontró brechas para darle la vuelta al relato oficial de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que los vinculaba al narcotráfico.

El primer gran golpe, que activó la resistencia de la multitud, fue la mencionada pintada“#YaMeCansé del miedo”. Pero el verdadero punto de mutación en el proceso de Ayotzinapa tuvo lugar el 22 de octubre de 2014, durante la multitudinaria marcha de Ciudad de México convocada por los familiares de los estudiantes desaparecidos. El colectivo Rexiste usó 30 litros de pintura para dar forma a un hashtag gigante en el mismísimo Zócalo de la Ciudad de México: #FueElEstado. Dicha frase, viral automático en las redes, ocupó la portada de la Revista Proceso y dio la vuelta al mundo. Y el relato oficial de los “43 estudiantes narcotraficantes” quedó despedazado. El “Fue el Estado” llegó para quedarse. “El espacio público refleja la fusión de horizontes colectivos. Es un gran lienzo de simbolismos. Operamos en el espacio púbico, hackeamos el discurso político. Existimos porque resistimos”, aseguran desde el colectivo Rexiste.

Del #YaMeCansé al #FueElEstado, del #Yachole a #YaMeCanséPeroPropongo, la sociedad mexicana acentúa su divorcio con la clase dirigente. Los dos grandes partidos - el Partido Revolucionario Institucional - PRI y el Partido Acción Nacional - PAN - se hunden en las encuestas. Tras el triunfo del El Bronco en las elecciones Nuevo León y Pedro Kumamoto en Jalisco (primer diputado sin partido de México), los candidatos independientes están en boga y parece que protagonizarán las elecciones presidenciales de 2018. El eterno candidato de la izquierda, Andrés López Obrador, ha aprovechado estos años para fundar un nuevo partido, Morena, que lidera las encuestas. Pero la carrera presidencial no será fácil para nadie. La indignación de Ayotzinapa ha conseguido que las diferentes luchas históricas – zapatismo, movimientos estudiantiles, organizaciones de derechos humanos, #YoSoy132, hackers... – se enreden en un vivo y difícilmente domesticable ecosistema de resistencia. El “que se vaya” de Droncita es replicable. Y adaptable a cualquier político.

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