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La ministra de Asuntos Europeos de Suecia, sobre la entrada en la OTAN bloqueada por Erdogan y Orbán: “No está en nuestras manos”

Jessika Roswall, ministra sueca de Asuntos Europeos.

Icíar Gutiérrez

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El pasado enero, apenas cuatro meses después de formar un nuevo gobierno de coalición de derechas, Suecia asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea por tercera vez desde su adhesión al bloque. ¿El cometido? Fijar la agenda política y dirigir el debate entre los Estados miembros, una tarea de la que pasará a ocuparse España cuando, desde el próximo 1 de julio, ejerza la presidencia hasta finales de año, como marca el sistema de rotación.

“Fue un poco aterrador al principio, pero también muy entretenido”, dice la ministra de Asuntos Europeos de Suecia, Jessika Roswall, durante una conversación con varios medios españoles, entre ellos elDiario.es, en la residencia de la Embajada del país nórdico en Madrid. A dos meses y medio de pasar el testigo a España, aborda el paso sueco por la presidencia y otras cuestiones, como el estado de la solicitud de la nación nórdica para entrar la OTAN, bloqueada por Turquía y Hungría, tras la admisión de la vecina Finlandia.

Durante la presidencia alemana, fueron los fondos europeos de recuperación y durante la checa, los acuerdos sobre energía. Preguntada por los grandes avances de la presidencia sueca, Roswall cita dos hasta ahora: “Mantener la unidad” dentro de los Estados miembros en cuestiones como las sanciones, que califica como un “logro de gran importancia” en plena crisis por la guerra de Ucrania, y situar la competitividad de la Unión en un lugar destacado de la agenda. “La UE ha hablado demasiado poco de competitividad y ahora está en la agenda de alto nivel. El Consejo Europeo ha debatido realmente la competitividad a largo plazo. Esto es importante y también lo es que los españoles y los belgas continúen este debate”, apunta. Esta es una de las prioridades que la presidencia sueca se fijó junto a la seguridad, las transiciones verdes y energéticas y los valores democráticos y el Estado de derecho, según explica.

“Estamos cumpliendo el calendario. Hemos conseguido mucho, pero nos queda mucho por hacer”, reconoce Roswall. “Tanto la presidencia sueca como la española, y en parte la belga, están al final del mandato de la Comisión, lo que significa que nuestras presidencias están sometidas a una fuerte presión para concluir muchos de estos expedientes. Y cuando empezamos, contamos hasta 350 expedientes, y no los concluiremos todos. Dejamos mucho a España y luego a Bélgica. Pero habrá elecciones al Parlamento Europeo, así que todos los políticos se pondrán en modo elecciones en el próximo semestre”, asegura.

¿Qué otras tareas pendientes heredará España al frente de la presidencia? “Una es el pacto de migración – en lo que trabajamos muy duro, pero son discusiones y negociaciones arduas– y cuestiones económicas y presupuestarias, porque tenemos altos precios de la energía y debemos hablar sobre los inviernos venideros y hay propuestas como el diseño del mercado eléctrico”, opina. “Estamos avanzando y esperamos concluir también algunos de estos expedientes antes de finales de junio”, dice la ministra sueca, que se ha reunido durante su visita a España con Pascual Navarro y Gonzalo García, secretarios de Estado para la Unión Europea y de Economía y Apoyo a la Empresa, respectivamente.

Esperando a las puertas de la OTAN

El 4 de abril, Suecia vio cómo Finlandia, un país vecino con el que pretendía ir de la mano en su camino de entrada en la OTAN en un giro histórico tras la invasión rusa de Ucrania, avanzaba por su cuenta y se convertía formalmente en miembro de la alianza militar. La barrera se levantó luego del último visto bueno que faltaba, el de Turquía, que sigue retrasando la admisión de Suecia –que requiere la aprobación unánime de todas las naciones del bloque–.

“Era de esperar. En Suecia y Finlandia, el proceso ha sido rápido y también en España, en los 28 países que han aceptado nuestra solicitud. En ese sentido, es positivo. Nos alegramos de que Finlandia haya sido aceptada como miembro. Eso hace que Europa sea más segura, definitivamente hace a Suecia más segura y, por supuesto, a Finlandia. Por supuesto, a nosotros también nos gustaría ser miembros. Y esperamos serlo más pronto que tarde”, sostiene la ministra sueca.

Mientras la bandera finlandesa ya ondea en la sede de la alianza militar, Suecia sigue esperando y la disputa persiste. En la cumbre de la OTAN celebrada el pasado junio en Madrid, ambos países firmaron un memorándum trilateral con Ankara que incluía las objeciones del presidente Recep Tayyip Erdogan, quien sigue insistiendo en que Suecia no ha atendido las exigencias de extraditar a personas que Turquía considera vinculadas a organizaciones terroristas, especialmente del ámbito kurdo. Estocolmo dice que ha implementado el acuerdo de Madrid, incluidas leyes antiterroristas más estrictas, mientras sostiene que algunas de las otras demandas de Ankara son imposibles de cumplir. “Desde nuestro punto de vista, hemos cumplido nuestra parte del acuerdo con Turquía”, sostiene la ministra sueca.

Erdogan, que se enfrenta a una dura batalla por la reelección a mediados de mayo, no levanta el bloqueo, en el que le acompaña Hungría, que en su caso alega las críticas suecas al primer ministro Viktor Orbán por la erosión del Estado de derecho. Preguntada por la postura húngara, que está causando desconcierto en Occidente, Roswall no entra en valoraciones.

También evita especular acerca de un calendario para la posible luz verde a la entrada de Suecia en la OTAN, cuyo secretario general, Jens Stoltenberg, quiere que se produzca después las elecciones turcas y antes de la cumbre de Vilna (Lituania), que será el 11 de julio. “No está en nuestras manos. Depende de cuándo creen Turquía y Hungría que pueden aceptar nuestra solicitud. Esperamos que sea pronto, pero no puedo responder, porque no está en nuestras manos”, contesta. “Cuando Suecia sea miembro, toda la región del norte será más segura. Es bueno para Suecia, por supuesto, pero también es bueno para la OTAN que todos seamos miembros. Si nos fijamos en el mapa, es obvio que Suecia encajaría en esta seguridad en la región. Me gustaría poder responder”, asegura.

¿Qué riesgos conlleva que países como Turquía, criticados por su historial de derechos humanos, marquen el paso en decisiones internas? La ministra sueca responde: “Una de las razones por las que damos prioridad al Estado de Derecho durante la presidencia sueca es porque se trata de valores realmente importantes que tenemos que defender para los miembros de la UE y también en otras comunidades. Y por eso seguiré defendiéndolos. Y nosotros, el Gobierno sueco, seguiremos defendiendo los valores democráticos de todas las formas posibles”. 

Un Gobierno con el apoyo de la ultraderecha

En octubre, el Partido Moderado de Suecia, al que pertenece Roswall, acordó un pacto con los democristianos y los liberales para formar un Gobierno en minoría, después de que el bloque de derechas obtuviera la mayoría en las elecciones. La coalición de centro-derecha depende del apoyo de los Demócratas Suecos, un partido antimigración fundado por neonazis y otros miembros de ultraderecha para asegurarse la mayoría en el Parlamento, lo que lo situó en una posición que le permite influir en la política gubernamental desde la barrera sin participar en el Ejecutivo, algo que hace años habría sido impensable en la política sueca.

El apoyo de los ultraderechistas ensombreció la toma de posesión de la presidencia sueca del Consejo de la UE, y suscitó preocupaciones acerca de cuánto influirían y harían sentir su presencia en Europa. “Mi partido trabaja con todos los partidos en el Riksdag sueco, de derecha y de izquierda. En la política sueca hay consenso muy a menudo de que tratamos de unirnos con una visión común en muchos asuntos. No en todos, por supuesto, pero tenemos la tradición de trabajar juntos y a veces, para sorpresa de todos, hemos estado de acuerdo con el partido de izquierdas, lo que no es tan común”, dice Roswall, preguntada acerca de cómo ha afectado el apoyo de la ultraderecha al trabajo en la presidencia de la UE.

“Firmamos un acuerdo de cuatro partidos y, hasta ahora, debo decir que ha funcionado muy bien. Está escrito con mucho cuidado, es bastante denso, enmarcando aquello en lo que debemos trabajar juntos. Así que ahora, después de seis meses, también hemos aprendido a trabajar juntos”, cuanta. “Somos partidos diferentes, tenemos cosas en las que no estamos de acuerdo, pero trabajamos juntos y llegamos a opiniones comunes. Funciona muy bien. Y cuando se trata de asuntos europeos, para mí personalmente también es muy importante trabajar para tener un estrecho contacto con los demás partidos del Parlamento. Hasta ahora, ha funcionado muy bien en las cuestiones que se plantearon. Por ejemplo, en migración, clima... hemos trabajado según lo previsto”, asegura.

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