Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Sahra Wagenknecht, la líder del rojipardismo alemán que triunfa en los sondeos

Sahra Wagenknecht durante la presentación de su nuevo proyecto político BSW en Berlín el pasado 23 de octubre.

Aldo Mas

59

Casi uno de cada tres alemanes se plantearía votar por un partido que tuviera a Sahra Wagenknecht al frente, según una encuesta reciente del instituto Infratest dimap difundida por la televisión pública ARD. La política, de 54 años, anunció a finales de octubre ante la prensa que emprendía un nuevo camino político, dando el adiós definitivo a la formación a la que ha pertenecido toda la vida, el partido izquierdista Die Linke.

Wagenknecht se ha caracterizado por seguir sus propios instintos políticos y con la presentación de la “Alianza Shara Wagenknecht” (BSW, por sus siglas alemanas) –registrada como asociación con el nombre “BSW-Asociación por la Razón y la Justicia”– ponía los cimientos de lo que será su nuevo partido.

Muchos piensan que Wagenknecht, que llegó a ser presidenta del grupo parlamentario de Die Linkle en el Bundestag, no tiene madera para liderar un partido. “Sahra Wagenknecht es una marca en sí misma, es una autora de éxito, una conferenciante experimentada y una invitada de lujo en las tertulias. Está por ver si es adecuada como cabeza visible de un partido de éxito. Hay indicios de lo contrario”, sentenciaba un editorial del periódico progresista berlinés Die Tageszeitung.

En Die Linke, donde mejor conocen a Wagenknecht, la critican por estar “traicionando” al partido. Porque Wagenknecht no se va sola, sino que se lleva consigo a otros nueve diputados de la formación de izquierda. Una escisión que, como había anunciado Dietmar Bartsch, presidente del grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, ha supuesto el “deceso” de su agrupación.

El partido —que obtuvo 39 escaños en las elecciones de 2021— pierde el derecho a tener grupo parlamentario propio, para el que hacen falta 37 diputados y, el pasado martes, anunció para el 6 de diciembre la disolución de su grupo en el Bundestag.

Una marcha demoledora

Si la presencia de Wagenknecht resultaba incómoda en el partido, su marcha puede resultar demoledora. El presidente de Die Linke, Martin Schirdewan, dice que la nueva andadura de Wagenknecht permite a la formación izquierdista vivir “un pistoletazo de salida para una izquierda con futuro”. Aunque en esas palabras se puede ver mucho optimismo, lo cierto es que Schirdewan y su partido tienen muchos elementos en contra. 

Hay sondeos que auguran que Die Linke podría quedarse fuera del Bundestag tras las próximas elecciones generales, previstas para 2025. El partido no superaría el 5% de los votos necesario para estar en la Cámara Baja. En las recientes elecciones en Baviera y Hesse, no superó esa barrera y no obtuvo representación en los parlamentos de esos estados federados. El año pasado, en el Land de Sarre, en el suroeste del país, Die Linke también perdió un 10% de los votos en las elecciones regionales respecto al resultado de 2017. 

Antes de que Sahra Wagenknecht anunciara su marcha, ya lo había hecho un año antes su marido, Oskar Lafontaine. El célebre y veterano exsocialdemócrata ya rompió en su día con el SPD para hacer políticas más izquierdistas en Die Linke. Ambos se han dejado ver juntos recientemente en otras iniciativas promovidas por Wagenknecht, como la gran manifestación celebrada a principios de año contra la política de apoyo militar del Gobierno de Scholz a Ucrania, que reunió a miles de personas en el centro de Berlín.

Una política de “izquierdas y conservadora”

Bajo la bandera de la paz, Wagenknecht demostró entonces tener una considerable capacidad de convocatoria. Su agenda, sin embargo, no termina en las críticas a la política exterior del Ejecutivo de Scholz. Combina ideas izquierdistas o socialdemócratas en lo social y económico con planteamientos conservadores o en cuestiones como la inmigración, el cambio climático o los asuntos relacionados con la denominada “guerra cultural”. 

Por ejemplo, en la BSW quieren aumentar el salario mínimo a 14 euros la hora, mejorar los sueldos y aumentar las ayudas para los más pobres. Esto se costearía a base de subir impuestos a los más acaudalados y a las empresas. Wagenknecht también quiere imponer precios máximos fijados por el Estado para luchar contra la inflación, según ha recogido el diario Bild

Pero esto va acompañado con un discurso más afín a otro lado del espectro político en cuestiones clave para Alemania como es la inmigración. “Cuando faltan 700.000 viviendas en el país, no podemos recibir cientos de miles de migrantes, eso es demasiado para nuestro país, sobre todo porque esa situación la acusan los más pobres. Cuando vienen muchos, la integración deja de funcionar”, señalaba Wagenknecht en una reciente entrevista con el diario Süddeutsche Zeitung.

Con este tipo de planteamientos, que atienden a lo que en España se lleva ya tiempo llamando 'rojipardismo', la BSW aún tiene que constituirse en partido. El día de la presentación de su iniciativa quedaba claro que Wagenknecht tenía que pedir apoyos y se recordó que el proyecto necesitaba donaciones. Si las consiguen, y de los cimientos de la alianza surge un partido, la primera prueba de fuego electoral de Wagenknecht serán las elecciones europeas del año próximo. Un sondeo del instituto Insa publicado a finales de octubre Bild le atribuía un 14% en intención de voto, solo un punto menos que el SPD.

Etiquetas
stats