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The Guardian en español

El choque entre Polonia y EEUU por los cazas deja al descubierto las tensiones ante la escalada militar

Imagen de archivo de un MiG-29 en la base aerea de Bydgoszcz, en Polonia.

Patrick Wintour

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En el último mes, uno de los pocos fracasos diplomáticos de Occidente ha sido la disputa entre Polonia y Estados Unidos en torno al posible uso de viejos cazas MiG-29 contra las fuerzas rusas desplegadas en Ucrania. El desencuentro también ha abierto la pregunta sobre el nivel de escalada militar que los países europeos están dispuestos a alcanzar antes de temer una peligrosa reacción rusa.

Estados Unidos y Europa se han esforzado en reducir al mínimo la exposición pública de sus diferencias sobre sanciones y embargos petroleros, tratando de tener en cuenta los intereses nacionales del otro. Por eso resultó tan sorprendente lo ocurrido el martes, cuando el Pentágono calificó de “insostenible” la oferta polaca de enviar aviones a la base aérea estadounidense en Mannheim, y el secretario de Estado, Antony Blinken, dijo que a EEUU no había consultado sobre el plan.

Parte del problema radica en la diferencia, sutil pero crítica, entre la propuesta polaca y el plan del que se había hablado antes en privado. En un contexto de fuertes tensiones diplomáticas, las formas importan. En esencia, lo que decía Polonia era que cooperaría con el refuerzo de la fuerza aérea ucraniana siempre y cuando Moscú no lo viera como un plan de Polonia sino de Estados Unidos, la OTAN o la UE.

¿Cómo se desvió el plan?

En la versión original, concebida por Estados Unidos, el plan era un acuerdo trilateral por el que Polonia entregaba los MiG a pilotos ucranianos que los llevarían volando hasta su país, mientras Estados Unidos se encargaba de proporcionar aviones de reemplazo a Polonia. El primer ministro británico, Boris Johnson, describió el plan como “alquilar un MiG”. 

Podría decirse que la propuesta no era muy diferente a la de los miembros de la OTAN que han proporcionado a Ucrania misiles antitanque Javelin. Polonia iba a terminar cubriendo el hueco dejado en su fuerza aérea con 28 cazas F-16 de Estados Unidos.

Presionada en privado por Estados Unidos, Polonia no quería exponer innecesariamente a sus ciudadanos a la ira de Putin. Así que en un juego diplomático de pasarle el paquete a otro, Polonia modificó la propuesta para que sus aviones no salieran desde Polonia hacia Ucrania sino que fueran enviados “de manera gratuita” hasta la base aérea de Estados Unidos en Ramstein, Alemania.

La medida sacaba literalmente a Polonia de la línea de fuego de Rusia, ya que de esa forma el plan podía ser etiquetado como de Estados Unidos, de la OTAN o de la UE.

Pensando en Eslovaquia y en Rumanía, Polonia también sugirió que otros países en primera línea de la OTAN con flotas de MiG hicieran una propuesta equivalente. Si se ejecutaba, Ucrania dispondría de 70 aviones adicionales.

La respuesta del Pentágono no se hizo esperar: “Simplemente no tenemos claro que haya una justificación evidente para eso”. Aunque no descartaban la propuesta por completo, volvieron a pasar el paquete diciendo que, en última instancia, cualquier decisión de entregar los aviones correspondía al Gobierno polaco.

Es posible que el Gobierno nacionalista polaco lanzara su plan sabiendo que sería rechazado y con el objetivo de quitarse de encima las presiones del Congreso de EEUU y del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.

Una oportunidad perdida

En cualquier caso, esta polémica pública ha supuesto una complicación. El fin de semana, Blinken había dicho que estaba considerando un plan que incluía aviones. Como consecuencia de esta mini-crisis, Rusia mantiene la superioridad aérea y los pilotos ucranianos que recibían formación en Polonia para pilotar sus aviones están ahora en tierra y sin máquinas con las que defender a su país, considerando que se ha desperdiciado una oportunidad. 

El episodio ofrece lecciones para las dos partes. La primera vez que se habló publicamente sobre la posibilidad de poner los MiG-29 a disposición de Ucrania fue el 27 de febrero, cuando la UE tomó la decisión inédita de proporcionar ayuda militar a un país que no pertenece al bloque (se espera que el valor del primer tramo de equipamiento para Ucrania ascienda a 500 millones de euros, pero en el marco de la Fondo Europeo para la Paz hay previsto un total de hasta 5.000 millones de euros).

Fue entonces cuando el jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, dijo que la ayuda a Kiev también incluiría armas ofensivas y, entre ellas, aviones. En ese momento se supo que los aviones solo podrían ser MIG-29 y Su-25, porque los pilotos ucranianos no tenían experiencia con otros aparatos. Al parecer, a Polonia no le gustó que eso se desvelara.

Pero en las últimas 24 horas el país también se ha visto reforzado por otros motivos. Estados Unidos ha entregado a Polonia dos misiles de defensa Patriot. Cada una de las baterías incluye dos destacamentos de disparo con dos lanzadores. 

Habrá 16 lanzadores en Polonia, cada uno con cuatro o con seis misiles. Los últimos misiles Pac-3 MSE pueden derribar los misiles balísticos y de maniobra Iskander del Ejército ruso. Esa defensa antiaérea es la que no tiene Ucrania. La OTAN ha aplicado su tratado de constitución para ocuparse de los suyos.

Traducción de Francisco de Zárate.

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