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The Guardian en español

El pánico a que se alargue la crisis del coronavirus dispara la compra masiva de arroz y papel higiénico en Hong Kong

Un grupo de personas hace cola para comprar papel higiénico el pasado 7 de febrero en Hong Kong

Verna Yu

Hong Kong —

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Amanece en Hong Kong y comienzan a formarse largas colas frente a los supermercados. La gente busca abastecerse de productos de consumo como papel higiénico, arroz o desinfectante.

Y así llevan tres semanas. Una detrás de la otra. Las baldas del supermercado que antes se hundían por el peso de los sacos de arroz, uno de los alimentos básicos de la dieta hongkonesa, lucen ahora vacías. A las de noodles tampoco les queda demasiado. Por ahora los vegetales y la carne van bien. No parece que vayan a escasear.

Pero lo que tiene que ver con toallitas desechables, pañales, jabones y alcohol o productos de limpieza como la lejía y los limpiasuelos está volando. En las farmacias escasea todo lo que tiene que ver con desinfección y antisepsia. En algunos lugares se aplica una política de racionamiento y se limita a dos unidades por consumidor en algunos casos.

Aunque en Hong Kong solo haya 50 casos confirmados de coronavirus y una persona fallecida, la ansiedad que provoca el miedo a que la epidemia dure muchos meses y llegue la escasez real no deja de sobrevolar el ambiente. La comunidad siente angustiada por una sensación de crisis profunda que se suma a los meses de azote político y protestas contra el Gobierno que han dejado un saldo de más de 7000 personas detenidas.

“No tenemos ni idea de cuánto va a durar esto”

La mañana del miércoles, frente a un supermercado en un barrio de clase media- alta, bonito y elegante, una fila de consumidores preocupados iba alargándose. Figuras tocadas con pañuelos en la cabeza, abrigos largos y mascarillas para las vías respiratorias se agolpaban frente a las puertas del local.

Una de ellas, la señora Chung, explica que lleva esperando desde las siete de la mañana, una hora antes de que el supermercado abra sus puertas. “No tenemos ni idea de cuánto va a durar esto. Y cuanto más oigo, más entro en pánico”, dice. “Incluso los sanitarios se están quedando sin equipo, ¿cómo no te vas a preocupar?”.

Pese a que comerciantes y autoridades no dejan de asegurar que el suministro de comida no va a fallar, la clienta, de 65 años, no parece convencida. La patronal del comercio de arroz en Hong Kong dijo la semana pasada que el suministro de arroz estaba regulado por el Gobierno y había 13.000 toneladas almacenadas.

Chung explica, justo a la vez que corre hacia el interior del supermercado rodeada de otros clientes preocupados, que no se cree “una palabra de lo que dice el gobierno” y que su “visión del futuro es siniestra”.

El pánico se está adueñando de Hong Kong desde que estalló la crisis del coronavirus, que ya ha provocado más de 1.100 muertes y 45.000 infectados en todo el mundo, la mayoría en China. Algunas clínicas en el gigante asiático han tenido que cerrar tras quedarse sin mascarillas. En algunos hospitales, el personal se queja de que comienza a faltar el equipamiento de protección. Cerca de la frontera, algunos empleados del sistema sanitario llegaron a ir a la huelga pidiendo que se cerraran todas las fronteras con China hasta que llegara el material necesario para trabajar con la protección adecuada.

Miles de personas ya habían acampado toda la noche a las puertas del mismo supermercado. El viento y el frío no fueron suficientes para disuadirlos ante la llegada de un envío de mascarillas provenientes de Oriente Medio. Cada vez que llegan suministros a alguna tienda, las colas aparecen de inmediato. Si hay una cola, la gente que pasa por la calle se forma para comprar lo que sea que haya llegado.

En el caso concreto de este supermercado en Bonham Road, volaron a toda velocidad el poco arroz y el resto de suministros, dejando a la mayoría de clientes desencantados. Uno de los empleados lo comparaba con peores escenarios. “Es como si estuviésemos en guerra. Las cosas vuelan en el mismo momento en que las reponemos”.

Una anciana que pasaba por delante sonrió y dijo: “¿Y la harina? ¿Con la harina se pueden hacer frisuelos y tortas”.

Joseph Cheng, politólogo jubilado de la Universidad de Hong Kong, dice que el pánico alrededor de un posible acaparamiento de productos básicos nace de la desconfianza en la capacidad del Gobierno para gestionar la crisis. Muchos creen que no tiene la capacidad de afrontar la situación. Así, lo que comenzó como una crisis sanitaria podría convertirse en una crisis política.

“Es una crisis de gobernabilidad. No son capaces de garantizar el suministro de mascarillas. Así no ofrecen seguridad a la ciudadanía. Pudo ser una oportunidad de restaurar la confianza en el gobierno”, opina el experto. En países vecinos como Singapur, Taiwán o Macao han puesto en marcha medidas para ayudar a la ciudadanía a garantizar el suministro de mascarillas.

Una encuesta realizada en Hong Kong el mes pasado muestra que el nivel de desconfianza en el Gobierno ha ascendido hasta casi el 70%. Es el nivel de desconfianza más alto desde 1992, cuando comenzó a medirse esta variable. Johnny Lau, analista político experto en China, opina que la desconfianza en el Gobierno de Hong Kong se extiende a China. Como Carrie Lam, la jefa del Ejecutivo hongkonés, es tan impopular y recibe el apoyo del Gobierno chino, “la gente será cada vez más escéptica con la política china en lo tocante a Hong Kong”. Para el analista, la situación evidencia que “el futuro político de Hong Kong avanza hacia su propia destrucción”.

Traducido por Alberto Arce

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