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The Guardian en español

Kiev se enfrenta a un viejo enemigo: “Ahora más que nunca los ucranianos saben que la corrupción puede matar”

Manifestantes con una pancarta de Igor Kolomoisky en una protesta en la entrada del Parlamento ucraniano en contra de la influencia de los oligarcas en la política del país, el 12 de octubre de 2021 en Kiev.

Shaun Walker

Kiev —

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Mientras la contraofensiva del ejército ucraniano sigue avanzando contra las fuerzas rusas en el este del país, en el frente interno Kiev libra una batalla paralela contra la corrupción.

Se han abierto numerosas causas judiciales contra varias autoridades del Ministerio de Defensa, cuyo máximo responsable, Oleksii Reznikov, fue destituido recientemente por el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Además de eso, uno de los oligarcas más conocidos del país, Igor Kolomoisky, está en prisión preventiva tras ser detenido por sospechas de fraude y blanqueo de capitales.

Han pasado más de 18 meses desde que comenzó la guerra a gran escala en Ucrania y en los medios de comunicación es cada vez más fácil encontrar historias sobre el regreso del país a corruptelas conocidas y a la antigua forma de hacer negocios.

Mientras tanto, el Gobierno trata de demostrar a la población y a los donantes internacionales que la corrupción no se tolerará en tiempos de guerra. “Ahora más que nunca, los ucranianos saben que la corrupción puede matar”, dice Daria Kaleniuk, directora de la ONG de Kiev Centro de Acción Anticorrupción.

“La habilidad de Zelenski es saber leer a la opinión pública y está claro que se ha visto obligado a actuar”, explica Kaleniuk. “La guerra ha transformado a la sociedad ucraniana y ahora todos en el Gobierno entienden que la gente quiere un nuevo pacto social con sus autoridades”.

La destitución de Reznikov

Millones de ucranianos han participado durante los últimos 18 meses en campañas colectivas de recaudación de fondos para contribuir al apoyo financiero y logístico de los soldados en el frente. Al mismo tiempo, la inmensa llegada de dinero y suministros desde otros países ha representado una oportunidad de sacar tajada para funcionarios con pocos escrúpulos.

“En 2022 se firmaron 400 contratos nuevos a través del Ministerio de Defensa”, explica Anastasiia Shuba, abogada y colaboradora voluntaria del ejército ucraniano, además de integrante del órgano de supervisión civil de 12 personas que Reznikov creó la pasada primavera para promover la transparencia en las adquisiciones.

Las necesidades del ejército ucraniano han sido mucho mayores de lo proyectado: “El presupuesto para 2022, fijado en 2021, preveía que necesitaríamos 67.000 uniformes de invierno, pero los que terminamos necesitando fueron 1,2 millones”, dice Shuba.

Shuba no está segura de la conveniencia de cambiar de ministro de Defensa durante la contraofensiva, teniendo en cuenta que Reznikov había tomado medidas para mejorar la transparencia, como la de crear el órgano de supervisión civil. Pero otras personas consideran que la posición de Reznikov se había vuelto insostenible tras varios escándalos en la contratación pública.

“Nadie está sugiriendo que Reznikov tuviera implicación directa en la corrupción, pero es evidente que hace falta un cambio de gestión cuando hay casos judiciales y el Ministerio no ha sido eficaz atajando esa corrupción o comunicándolo bien a la sociedad”, ha señalado Mijailo Podoliak, asesor del presidente Zelenski.

Según Podoliak, a Zelenski no le quedó más remedio que despedir al ministro por la cantidad de “toxicidad informativa” que había en torno a Reznikov. La lucha contra la corrupción es ahora una de las principales prioridades del presidente, dice: “El presidente es muy riguroso con este tema; cree que tenemos que luchar muy duramente contra la corrupción a todos los niveles, que debe haber procesos judiciales y penas de cárcel y que no basta con apartar de manera discreta a la gente”.

Una señal positiva

A algunos ucranianos les preocupa que la publicidad de los escándalos de corrupción ponga en peligro la llegada de suministros extranjeros. Temen que los gobiernos occidentales empiecen a cuestionar la conveniencia de enviar ayuda cuando una parte puede terminar en el bolsillo de autoridades corruptas.

“Muchos países están enviando a Ucrania una cantidad relevante de recursos, y está bien que así sea, pero si no hay señales de que el Gobierno se toma en serio la lucha contra la corrupción, los gobiernos extranjeros y sus ciudadanos van a perder pronto la paciencia”, dice un diplomático occidental en Kiev.

Según los activistas contra la corrupción, aunque queda mucho por hacer, los últimos escándalos son una señal más positiva que negativa. “Es importante que la gente de fuera entienda que el hecho de que en Ucrania podamos tener escándalos públicos de corrupción, incluso en el Ministerio de Defensa cuando estamos en medio de la guerra, es un signo positivo de sociedad sana y democrática”, dice Kaleniuk.

Desde que Ucrania obtuvo su independencia, ha habido acusaciones de corrupción contra los sucesivos gobiernos, con los poderosos oligarcas del país controlando bloques parlamentarios, dirigiendo cadenas de televisión y ejerciendo una influencia política desmedida.

Después de la revolución de Maidán en 2014, los activistas y algunos políticos desplegaron grandes esfuerzos para combatir la corrupción, pero muchos de los antiguos arreglos siguieron vigentes. Aunque Zelenski llegó al cargo prometiendo la “desoligarquización” y una política de tolerancia cero con la corrupción, contra él siempre ha corrido el rumor de que debe su éxito a Kolomoisky, propietario de la cadena de televisión que le hizo famoso como actor y directivo.

Pero ahora Kolomoisky está en la cárcel a la espera de juicio. “Para los que saquearon Ucrania y se colocaron por encima de la ley y de cualquier norma, no habrá más décadas de 'lo mismo de siempre'... La ley debe cumplirse”, declaró Zelenski en un comunicado aparentemente en referencia a la detención de Kolomoisky.

Según el experiodista de investigación y actual diputado Serhiy Leshchenko, Kolomoisky es “un dinosaurio de la generación del capitalismo salvaje”. Para Leshchenko, es especialmente significativo que desde varios organismos estatales se haya presionado para iniciar la causa contra Kolomoisky. “Hace cinco o diez años los organismos competían para sacar dinero a los corruptos sin procesarlos, ahora la competición es para liderar la acusación”, dice. “Tenemos la oportunidad de cambiar las reglas del juego”.

En la nueva realidad bélica otros oligarcas también han visto cortadas sus alas, perdiendo influencia en los medios y en el Parlamento. Aunque es posible que muchos encuentren nuevas formas de prosperar. “Vamos por buen camino en la reducción del poder oligárquico, pero no hay garantías de que no surjan nuevos oligarcas en su lugar”, dice Kaleniuk.

Para muchos miembros de la comunidad internacional, si hay que seguir financiando durante años el esfuerzo bélico de Ucrania y destinar dinero a la reconstrucción posterior del país, la lucha contra la corrupción va a ser casi tan importante como la que se libra en el campo de batalla.

En palabras del diplomático occidental en Kiev, “si Ucrania espera que sus socios internacionales mantengan el rumbo, tiene que demostrar al mundo que se toma en serio la erradicación de la corrupción y la creación de instituciones de verdad”.

Traducido por Francisco de Zárate.

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