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Eugenio Ribón gana las elecciones al Colegio de Abogados de Madrid tras una tensa campaña

El representante de Compromiso Abogacía, Eugenio Ribón, durante las elecciones a la Junta de Gobierno del Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM).

Víctor Honorato

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El candidato continuista se impuso este martes en las elecciones a decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM). La lista de Eugenio Ribón, hombre de confianza del decano saliente, José María Alonso, ha sido la más votada a falta de que termine el recuento de los votos por correo, seguido de la de Juan Gonzalo Ospina, aspirante salido también de la junta directiva de Alonso, tras una campaña entre siete candidatos con cruces de acusaciones de malas prácticas que sin embargo se saldó, al contrario que en citas anteriores, sin incidentes en la noche electoral.

Las tribulaciones del Colegio de Abogados de Madrid continúan siendo una preocupación muy menor para los letrados madrileños, según se destila de los datos de participación. Tan solo 5.598 colegiados depositaron sus papeletas presencialmente, lo que supone un 7,8% del censo, cifra muy similar a la votación anterior, en 2017. En términos absolutos, la participación cae 5,8 puntos porque el número de inscritos también descendió con respecto a hace cinco años. No ayudó, probablemente, la ausencia de voto telemático, ni el fuerte chaparrón de la tarde madrileña, ni que solo se pudiese votar en un lugar, un hotel de la calle O’Donnell.

“Se espera una jornada tranquila, pero esto es el Colegio de Abogados de Madrid”, decía un portavoz del ICAM la víspera de las elecciones. La prevención, aunque fuese medio en broma, no era gratuita. En las elecciones anteriores, en 2017, una de las candidatas denunció un puñetazo de un rival en plena jornada electoral. Más atrás, en 2012, la Policía nacional tuvo que intervenir para sofocar los ánimos en el recuento, entre acusaciones de manipulación de votos. 

Con cerca de 74.000 colegiados y un presupuesto que ronda los 30 millones de euros, el decanato del Colegio de Abogados de Madrid, institución rancia en sentido eminentemente positivo –fue fundada en 1596– es siempre un cargo muy disputado, pese a que la gran mayoría de abogados de la Comunidad de Madrid participen muy minoritariamente en la elección. Rara es la ocasión en que la cifra se acerca al 10%. La indiferencia generalizada la resume un abogado sénior de un despacho internacional de la capital, quien recuerda que, de entrada, la institución no tiene capacidad legislativa. “A los abogados, el ICAM nos da igual […] Hace 10 años los grandes bufetes fletaban autobuses para ir a votar. Ahora, si pregunto en el mío, casi ni conocen a los candidatos”, apunta. Cunde en el colectivo la sensación de que el órgano supone más un vehículo de promoción de sus integrantes que un verdadero apoyo a la profesión. La cuota anual general del ICAM es de 388,56 euros. En España, la colegiación es obligatoria para ejercer la abogacía.

Siete candidatos para una campaña acerba

Discrepan de este sentir los siete candidatos que se disputaron suceder al veterano José María Alonso, que se presentó en 2017 tras pasar por dos bufetes de prestigio (Baker McKenzie y Garrigues). Tres de los aspirantes salieron de su junta directiva: Eugenio Ribón, finalmente victorioso, al que se señala como continuista; Juan Gonzalo Ospina, treintañero con ambiciones, partidario de introducir al ICAM en la red social TikTok, entre otras modernidades; y Raúl Ochoa, que no participó en debates y cosechó un resultado menor. 

De las candidaturas no salidas de la junta anterior destacaba la del mediático Miguel Durán, exdirigente de la ONCE y exdirectivo de Telecinco en los 90 –procesado por delitos fiscales durante esa etapa y absuelto finalmente– y el último de los candidatos masculinos. Completaron la lista Beatriz Saura, Begoña Trigo –que presumió de llevar en su candidatura a 13 abogados del turno de oficio– y Ángeles Chinarro, la única opción que se reconocía de izquierdas. Entre los temas de campaña estuvo el problema enquistado de la precariedad del turno de oficio –todos coincidieron en su mala financiación–, la transparencia o el trato displicente a los letrados en los juzgados. Las suspensiones de vistas por enfermedad, que los magistrados no siempre atienden, incluso mediando baja médica, también fueron objeto de discusión.

La discoteca y el roscón de Reyes

Los roces y acusaciones se repitieron a lo largo de la campaña. Al último debate a siete –con algo más de 3.000 visualizaciones en Youtube–, Ochoa se presentó para decir que no iba a participar. “Se han producido grabaciones de audio obscenas de actos electorales con terceros infiltrados para embarrar y ensuciar al contrario y el proceso”, cargó, antes de abandonar la sala. La referencia podía ir dirigida a Durán, que se había quejado ante la comisión electoral por que hubiese organizado una fiesta en una discoteca en la que, según su versión, intentaba captar la documentación de los asistentes para votar por correo en su nombre.

Fundado en un convento en tiempos de Felipe II, El ICAM mantiene, pasados cuatro siglos, un sesgo conservador. Quien más a la izquierda se situó entre los candidatos fue Ángeles Chinarro, de la Asociación Libre de Abogados y Abogadas, que presenta listas desde 1993 pero nunca ha conseguido los votos suficientes para elegir decano. Chinarro denunció en la última semana que Ribón había enviado roscones de reyes a numerosos colegiados. Este se defendió: se trataba solo de una atención con los “veteranos”. La comisión electoral resolvió que el asunto no era grave. Además de en campaña, el mandato que ahora termina ha estado trufado de polémicas, como la existencia de una partida presupuestaria bajo el epígrafe “otros”, sin más pormenores, que ronda el millón de euros. O la contratación y posterior despido del comentarista Alfonso Merlos, por unos 180.000 euros anuales (IVA incluido), como director de comunicación. Cuestiones que han preocupado muy mínimamente a los colegiados, a la vista de los resultados.

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