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Los recalcitrantes socialistas de Fuentidueña, el pueblo que resiste a Ayuso

Vecinos de Fuentidueña, en una de las calles del pueblo, todavía con propaganda electoral.

Víctor Honorato

Fuentidueña de Tajo —

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En el pueblo de Fuentidueña de Tajo el PSOE ha vuelto a ser, pese a todo, la fuerza más votada en las elecciones autonómicas. Es el único, junto al pequeño municipio de la sierra norte de El Atazar, donde viven noventa personas, que se le ha resistido al PP de Isabel Díaz Ayuso. Pero lo que podría parecer una anomalía no lo es para los 2.100 habitantes de Fuentidueña.

En el extremo sureste de la Comunidad de Madrid —el alcalde dice que es “el primer pueblo desde el Mediterráneo”—, limitando con Cuenca y Toledo, la izquierda ha ganado siempre. Desde 1977 y en todas las elecciones, fuesen municipales, autonómicas o generales, cuando en otros pueblos de los alrededores sí ha habido bastante alternancia. ¿Por qué? El trabajador municipal Pedro López, que está con la cuadrilla arreglando a mediodía la acera de la carretera principal, es clarísimo: “Aquí lo que pasa es que tenemos memoria”.

El recuerdo de la posguerra y el franquismo sigue condicionando el voto en este paraje fértil, donde cebollas, ajos y melones crecen casi solos. “Aquí después de la guerra hubo muchísimas vendettas. De padres a hijos se han ido contando las historias. De boca de mi abuelo sé que familiares suyos dejaron a las mujeres embarazadas y no conocieron a los hijos hasta los seis o siete años”, cuenta López sin que haya que azuzarlo. Lo dicen también los jubilados al mediodía en uno de los bares de la avenida. Uno de ellos es Ricardo Fernández, que también oyó historias de las palizas que se daban si alguien miraba mal a quien no debía. “Aquí la derecha ha hecho muchas pifias y la gente no olvida”, resume.

El alcalde, José Antonio Domínguez, no quiere recordar aquellos tiempos. Ni siquiera la curiosidad de que por aquí pasase el escritor y periodista estadounidense John dos Passos en 1937. En aquel entonces, el corresponsal americano firmó el guion de una película propagandística en la que se ensalzaba a Fuentidueña como despensa del Madrid republicano. “Me gustaría más hablar de la actualidad. El pasado hay que recordarlo siempre, la historia de Fuentidueña tiene muchas circunstancias, pero hay que vivir el presente”, se excusa. Otros vecinos dicen que sí, que siempre ha ganado la izquierda, y ahí se quedan.

Domínguez prefiere, pues, hablar, en lo histórico, de los restos del castillo de los Piquillos, del siglo XII, que da la bienvenida al pueblo y donde se dice que estuvo presa la reina Urraca; y en lo político, del trabajo municipal, de lo que él cree que ha sido un esfuerzo por mantener viva la idea del asociacionismo de los setenta y ochenta, el espíritu de Enrique Tierno Galván. “Aquí siempre se ha trabajado en pro de lo social”, defiende, y señala que hay decenas de asociaciones vecinales: la de mujeres, la de mayores, la de música, la de protección civil. Domínguez creció en el pueblo de Vallecas y se trajo de allí “otro pensamiento, otra forma de trabajar” que ha calado, entiende.

Es cierto que el PP ha subido, hasta casi doblar sus resultados, pero el PSOE resiste en cabeza, y en la comparativa entre derecha e izquierda gana la segunda con claridad. El PP solo ha sido relevante aquí para dar la alcaldía a Izquierda Unida en 2011, porque su concejal deshacía el empate entre IU y PSOE, cuyo regidor de entonces llevaba 28 años gobernando. Dos legislaturas después, los socialistas volvieron al poder, y hasta hoy.

Este socialismo irreductible tiene algún efecto negativo en la llegada de fondos regionales. El alcalde Domínguez se queja de que llevan cinco años pendientes de que se apruebe el proyecto para convertir el edificio del antiguo ayuntamiento en un centro cívico que dé a la plaza de la Constitución, la principal, nuevo lustre. Porque ahora hay más vida en las calles aledañas, incluida la general, por donde pasan habitualmente numerosos camiones a recoger el producto de la vega. “Pasan 200 tráiler por la avenida, y está el colegio y la guardería”, critica.

El Ayuntamiento quiere que el Gobierno regional construya una variante para desviar el tráfico pesado, pero no ha habido manera. “Nos dejaron abandonados”, asegura el trabajador López, que se queja de que subvenciones de la comunidad autónoma llegan pocas y siempre hacia el final de legislatura. “Somos madrileños, pero a veces nos gustaría estar en Castilla-la Mancha”, desliza el regidor, que señala también que las frecuencias de autobuses de Madrid son insuficientes.

A Domínguez le habría gustado que Ángel Gabilondo fuese presidente, obviamente, pero ni siquiera después de las elecciones le saca algún defecto al candidato de su partido. “Es un tío genial, un catedrático que podría haber sido un gran presidente, y ha estado aquí”, defiende. Y sobre la campaña bronca y el resultado abrumador a favor del PP en la comunidad, entiende que “ha ganado la España de los bares a la España social”, pero que la situación es transitoria y los ciudadanos acabarán reparando en que “el marketing [a cuenta de la ”libertad“ del lema de campaña de los conservadores] no puede ”anteponerse a los derechos y a las necesidades sanitarias“.

El alcalde se despide y va a atender a otros medios, que estos días caen gota a gota por Fuentidueña. En la puerta de una casa de la plaza, María Antonia Díaz, que está un poco sorda, recuerda que hasta hace no tanto aquí aún había gente viviendo en cuevas, que ella quiso comprar una en tiempos, pero renunció porque no llegaba el agua corriente.

Junto al ayuntamiento, Antonio Jiménez, que trabaja en la fábrica de ácido tartárico, un conservante alimentario muy popular que “sale del vino y vuelve al vino” por su origen y usos, concuerda en que, efectivamente, aquí casi todo el mundo es de izquierdas, pero que tampoco hay que intentar entenderlo, porque el es autónomo y no es derechas. De salida, el conductor de una camioneta lamenta con cierta guasa que el interés periodístico del pueblo pronto decaerá: “Somos flor de un día”, denuncia, riéndose y encogiéndose de hombros.

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