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Dolores y Lola, tanto monta, monta tanto

Los garbanzos con cazón de la Dolores_ES

Malasaña a Mordiscos

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Dolores y Lola, no sé si esta denominación tiene algo que ver con la Santísima Trinidad en modalidad dual inversa o qué pero es un nombre interesante, tiene su aliteración, tiene su punto pleonástico, tiene su encanto. Dolores y Lola son dúo y uno, es místico.

Bueno, vamos a por la música, en este establecimiento tenían de hilo musical soul, así que a disfrutaris. Aquí dejo de acompañamiento una canción bien guapa y muy propia para estos tiempos de mierda que estamos viviendo.

En época de coronavirus todo cambia, así que la barra del local acoge en un extremo una mesa y a la mitad de la misma se incorpora otra; hay otras tres más, dispersas, todas perfectamente separadas para que no exista la más mínima cercanía contagiosa, somos islotes hambrientos y recelosos.

La decoración es bonita, sencilla, dos grandes espejos rectangulares para dar amplitud, mesas y sillas de madera, trofeos cinegéticos ecológicos de Javier Medina, el cual tiene su local en nuestro barrio, en una antigua carpintería en calle Escorial, cuadros originales, iluminación retromoderna. Es un lugar acogedor, a pesar de las mesas inconexas que la realidad ha convertido en tendencia decorativa.

Y, luego, admiten perros, lo cual siempre me produce una gran satisfacción, pues puedo mirarlos y quedarme, casi siempre, con ganas de acariciarlos por no molestarles ni a ellos ni al ser humano que los acompaña. En La Tasquita de Enfrente también había un perrín y lo observé durante toda la cena, le guiñé un ojo varias veces y casi no me reprimo y le doy un achuchón; soy peligrosísima. ¡Qué guapos son los perros, los gatos, los peces globo, los ornitorrincos…!

Bebemos con moderación, una copa de Portia Crianza (3,30 €), D.O. Ribera del Duero, 100 % tempranillo, suave, con notas de arándano, redondo, muy agradable, nada invasivo, elegante, transmite fríorrr. Y una copa de Petit Pittacum (2,80 €), D.O. Bierzo, 100 % mencía, vino de marcada acidez, te llena la boca, al contrario que el otro, este se te clava en las encías con sus grosellas radiactivas, aporta calidez y vidilla.

De primero, escogemos boquerones marinados crujientes (9,00 €). Boquerones adobados con limón y especias varias, adobo muy similar al que se pone al cazón en modo bienmesabe, predomina el pimentón y el toque de comino. La fritura estupenda, crujientes totalmente y el interior suavecito, mar crepitante. ¡Estupendos!

Luego, es el turno de los garbanzos de la Dolores con cazón (9,00 €), ¡qué invento tan estupendo! Garbanzos con trocitos de cazón y una salsa con cebolla, tomate, pimentón y, creo, brandy, como una especie de salsa americana rara, con zumo de limón y cebolla y pimiento verde sin cocinar picados por encima. Una auténtica delicia de potaje, fresco, reconfortante, ácido, dulce, ¡¡una ricura!!

Luego tocan las albóndigas de ternera trufada con boletusboletus (13,00 €). Albóndigas bastante tiernas y con marcado sabor a trufa negra, y ese punto de gas que caracteriza a ciertas trufas, con salsa de boletus que, a nivel de sabor, eran imperceptibles pero sí eran palpables, con ese tacto resbaloso propio. Bien, pero nada de otro mundo.

Y, por último, gnocchi con rabo de toro al vino tinto y chocolate gnocchi (14,00 €). Salsa suave en la que el chocolate y el vino tinto no prevalecen; el rabo de toro está tierno y los ñoquis no son caseros por lo que no aportan nada de particular. Sabroso, sencillo.

Esta casa de comidas está muy bien en plan para compartir con amigos o para menú del día —había varias personas disfrutándolo—, además organizan eventos artísticos varios. Cuidan la calidad de las materias primas y ofrecen platos caseros interesantes, ¡los garbanzos están estupendísimos!

Web de Dolores y Lola



La COVID-19, la hostelería y los políticos ineptos y engreídos



Como comentaba en el artículo, el local donde fuimos, al igual que todos los demás que hemos visitado en estos meses, mantenía las mesas a una buena distancia, el personal llevaba mascarilla, había gel hidroalcohólico para bañarse en él, si te apetecía, y creo que tenían un sistema de ventilación en funcionamiento. Sin embargo, parece que la hostelería y la población en general somos los culpables* de todo lo que está ocurriendo en España, país de récord en cuanto a datos sanitarios y económicos desastrosos.



Yo no creo que la hostelería sea la culpable, ni tampoco la población en general. Es más tengo toda una teoría, una teoría absurda más. Creo que, en la población, los que se saltan las normas son los políticos, la clase adinerada y la clase sin recursos, cada uno con sus motivaciones, ¡y ahí estamos los paganinis de la clase medianilla —porque ya no somos ni clase media— remediando sus licencias! Obsérvese los barrios con mayor incidencia coronavirusiana en Madrid. Me ha encantado ver a Pedro Sánchez, un día antes de decretar de nuevo el Estado de Alarma, reunido con el Papa sin mascarilla y sin distancia de seguridad, uno por político y otro porque el Espíritu Santo claramente le protege. ¿Esa visita aporta algo a nuestro país en estos momentos? A lo mejor el Papa va a interceder ante Dios para que mejore la cosa y ya prevén que no necesitaremos mascarillas nunca más; todo puede ser, estamos en una era fantástica.



Tal vez si los políticos no fueran tan ineptos y engreídos podrían tener unos asesores realmente expertos en la gestión de crisis sanitarias; pero es mejor tener a trabajadores que secunden sin rechistar lo que ellos, los políticos, sin ni idea de gestión, digan, y así estamos, tomando medidas drásticas, que no cuesten dinero al Estado pero sí a la población, y no realizando intervenciones miradas, como el sinsentido de llevar mascarilla por una calle desierta, de no haber protegido especialmente —con test continuos a personal, visitantes y mayores— las residencias en esta segunda ola o de no mejorar los sueldos de los médicos en una situación semejante. ¡Así estamos!



A ver si la culpa no va a ser de toda la hostelería ni de toda la población y habría que mirar exactamente dónde y cómo se producen los contagios para saber dónde y qué medidas tomar, a ver si la teoría de clústeres funciona y el rastreo ascendente también y estamos aquí tomando medidas radicales sin sentido alguno y causando un daño innecesario. A ver si va a ser importante recoger datos correctamente, organizar la información y estudiarla minuciosamente para tomar medidas congruentes y no tener siempre un último recurso, el confinamiento, como medida por excelencia.



Pero la culpa es de la hostelería y de la población; pues, bueno, en mi capa social y en los restaurantes que visito se cumple la normativa a rajatabla y, sin embargo, los contagios crecen continuamente.



* Me encanta la constante campaña de culpabilización del Estado: «si estamos así es porque no se ha cumplido con las normas» (es decir, lo habéis hecho mal), tiene un tufillo católico-rancio estupendo; así que ahora os tenemos que flagelar porque lo hacéis mal, lo hacéis muy mal. Pasamos de eso al maravilloso mensaje de Mr. Wonderful «saldremos mejores, más fuertes». Es todo precioso.



Carmen

Me encanta el artículo,estoy de acuerdo con todo lo q hablas de Dolores y Lola,el local es muy acogedor ,la comida estupenda y el personal de 10,un lujo en estos tiempos

Lu (Malasaña a mordiscos)

¡Muchas gracias por tu comentario, Carmen! Me alegro de que te guste Dolores y Lola, la verdad es que está muy bien, es un sitio muy agradable.
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