Una de zombis
Según los del Zombie Bar, ofrecen The best burguer in downtown Madrid. Así que allá vamos M. y yo con todas nuestras mejores (¿o serán peores?) intenciones. Con el nombre lo primero que me vino a la cabeza fue la canción aquella de Alaska y Dinarama de Mi novio es un zombi y luego pensé ¡qué antigua estoy, por Dios! En temas musicales me he quedado en el pasado más remoto, ¡qué penita! Parezco una nostálgica de otras épocas y ni mucho menos es así, en realidad es falta de tiempo para disfrutar de lo bueno de ahora… Luego, mirando la web del Zombie Bar y viendo que se describen como American Diner, me encontré escuchando esta canción. No sé qué asociaciones extrañas hace mi cerebro, no lo entiendo. Sea como sea, cómo me gusta Lana del Rey, qué especialísima es y ¡qué vozarrón! Bueno, Alaska también es muy particular, pero, en otro estilo, sin duda.
El local está muy bien “recompuesto”. Han aprovechado muchos elementos propios, paredes destartaladas, tubos de desagüe a la vista, paneles de laminado tapando zonas, todo ello salpicado de bonitas obras de arte modernas y un gran Ronald McDonald que, por la luz y el nombre del local, tiene un qué sé yo de terrorífico, de Pennywise de It. En la zona de la entrada presenta varias mesitas con ventanas que dan a la calle, nos ofrecen una pequeñina; al verla, pregunto si no tienen otras mesas… así que nos llevan a una mesa corrida que hay en una sala al fondo del local; para llegar a ella se pasa delante de la cocina, que es acristalada, está a la vista, lo cual siempre es agradable.
Como llegamos pronto no hay nadie en la sala del fondo así que nos ponemos en un extremo de la mesa, todos panchos, con buena luz para fotos, ¡yupiii!
La gente que atiende es muy amable, he visto malas opiniones por ahí al respecto; con nosotros han sido francamente educados y agradables.
M. pide un doble de cerveza de barril (3 €), presentado, muy chulo, en un tarro. A M. le gusta y a mí también, no es la típica cerveza gaseosa, parece casi artesanal, tiene el punto de gas adecuado. Hablando de gas, Gas Natural ha dejado nuestro edificio sin suministro durante cuatro días; parece ser que el fin de semana los Srtos. no trabajan y para ellos el viernes por la mañana ya es fin de semana. ¿Qué nos pasa? ¿Qué país es éste? ¿Somos realmente un país desarrollado? Últimamente me dedico a luchar contra los proveedores de servicios, primero Jazztel nos tiene una semana entera sin teléfono fijo ni Internet, ahora Gas Natural… y uno paga y no tiene servicio, y no pasa nada, y reclama, y no pasa nada, aquí nunca pasa nada... bueno lo dejo y vuelvo a la cena.
Yo dudo si tomar vino, porque las hamburguesas, a mi modo de ver, si son estilo americano, con salsas y su toque dulce, no maridan bien con el vino; y la cerveza, en general, no me fascina… Así que me decanto por un cóctel con un punto de acidez, ¡una margarita clásica para mí! (8 €). Está rica, con su sal y su lima que le aporta, esta última, un sabor cítrico-perfumado muy agradable; pero el tequila que utilizan es un poco fuertecillo….
Entre las diversas cosas que tienen para picar y las ensaladas elegimos un guacamole rebelde hecho al momento con nachos (8,40 €). El guacamole, no totalmente triturado, tiene la textura adecuada, entre cremosa y firme, y un sabor suave condimentado con lima y no sé si un poquito de comino. Iba decorado con una especie de pico de gallo (es decir, una mezcla de verduras picadas al estilo mexicano), en este caso de pimiento rojo, cebolla y, creo, cilantro, que le aportaba un buen contraste. Los nachos parecían caseros, nada que ver con los que se compran normalmente, llenos de sal y aceitosos, estos estaban en su punto de sal y tenían sabor a maíz, como debe ser. ¡La combinación guacamole-nachos, excelente!
Entre tanto, la mesa corrida se va llenando. Pasamos a las hamburguesas, porque aquí se viene a comer las mejores hamburguesas del centro de Madrid, según el lema del bar. Todas ellas son de carne picada a cuchillo, realizadas con pan artesano y van acompañadas de patatas caseras (no en su punto, estaban un poco duras por dentro), pepinillo agridulce, muy rico, pepino con tzatziki (que no está al nivel del de Greek & Shop, pero está bien). M. en principio opta por una clásica, pero hablando con el camarero le comenta sobre la hamburguesa Homer de 250 g (13,90 €) y se decide por ésta, cuyo nombre él no vincula a nada… Siempre he pensado que M. viene de algún planeta extraño, es como si no hubiera visto la TV y el cine mundial de los últimos 40 años, como si hubiera estado en una cápsula napolitana fuera de la cual la atmósfera resulta irrespirable o… a lo mejor, ya que estamos con el tema, ¡es un zombi! Cuando se va el camarero le digo “Homer, de Homer Simpson y sus tremendas hamburguesas” ¡Ajá!, risas por ambas partes. Pues lo dicho, 250 g de carne de buey, queso cheddar, bacon, cebolla, lechuga, tomate fresco y un buen cubilete de patatas fritas, servida en un encantador plato con Homer Simpson, juis, juis. Para probarla tengo que espachurrarla un poco porque el tamaño es enormous; pero rica rica, jugosa, con los ingredientes formando un todo muy equilibrado. Una cosa que, a mi modo de ver, diferencia las hamburguesas americanas de las españolas es que estas últimas, muchas veces, no logran formar ese famoso “todo”, sin embargo en las estadounidense los ingredientes se entremezclan creando un único sabor lleno de matices. M. pide otra cerveza doble de barril para digerir mejor la que se le viene encima.
Yo, por mi parte, escojo la Manhattan (11,90 €), que es más de señoritas, jes, jes. 180 g de hamburguesa de buey, con los mismos acompañamientos en el plato (tzatziki, pepinillo, patatas caseras) de la otra y condimentada con salsa barbacoa casera, aritos de cebolla, lechuga, tomate raf y pepinillos. Realmente jugosa y sabrosa. La salsa barbacoa casera le va fenomenal, aportándole la dosis de dulce-picante perfecta. La carne, igual que la otra, excelente. En la mesa hay, para el que quiera, Ketchup Heinz y mostaza, yo le puse un poco de tomate a las patatas.
Ah, la presentación de mis patatas era muy simpática, venían en un cestito que era como los de las freidoras pero pequeñín. Y sí, lo que veis en la foto son los Humberts Boys metidos en medio de las patatas. Ya no saben qué hacer para llamar la atención. Me dicen que a ellos les gustan los zombis y que tenemos que ir a ver juntos La Noche de los Muertos Vivientes. Les digo que están tan pasados como yo, que a ver si nos actualizamos un poquito. Me dicen que esa sí que era una buena peli y no las de ahora de zombis; yo les digo que me harta la gente que está todo el día con el rollo “en mis tiempos todo era mucho mejor”... Una vez más, se van enfadados, nuestra relación es imposible.
De postre, por si fuera poco lo elegido hasta el momento, nos tomamos un brownie con helado de vainilla y top de chocolate brownietop(4,80 €). Viene en un tarro, como la cerveza, con el brownie abajo y el helado arriba. El brownie sabe profundamente a chocolate y tiene sus tropezones de nuez, aunque de consistencia, al recalentarlo, ha quedado un poco tieso; la combinación con helado de vainilla va siempre bien. M. está exhausto, yo todavía aguanto el tirón... Al salir, la sangre no llega al cerebro ni al corazón (las funciones vitales están en el estómago) técnicamente, creo, ya somos dos zombis.
Si quieres una hamburguesa sabrosa, muy estilo americano, con ingredientes de buena calidad, en un ambiente informal con decoración original y obras artísticas modernas y, algunas, provocadoras (me refiero a que incitan a pensar, no excitantes sexualmente, que siempre vais a lo que vais), ¡éste es tu lugar!
P.S. Si vas en bici, puedes aparcarla dentro.
- Zombie Bar. Calle Pez, 7; tel. 91 01 11 19 52. Horario: lunes de 17.00 a 1.30; martes a domingo de 11.00 a 1.30. Web: http://zombiebar.es/. Facebook: https://www.facebook.com/ZombieBarMadrid
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