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La Casa de Cultura de Chamberí renace en otro local después del desahucio de Almeida: “Tenemos que reinventarnos”

El cartel de la Casa de Cultura de Chamberí en su nuevo local de la calle Balmes

Diego Casado

Madrid —

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Hubo un espacio que durante cuatro años se convirtió en el epicentro de la vida cultural y vecinal de Chamberí. Estaba situado en el número 39 de la calle Bravo Murillo, dentro del histórico Parque Móvil, y funcionaba bajo la gestión de 17 colectivos del barrio, los que ganaron el concurso municipal convocado en el año 2017 para instalarse en unos locales del Estado cedidos al Ayuntamiento de Madrid para usos vecinales.

La llegada de Almeida al Ayuntamiento parecía significar el fin del proyecto asociativo. Con un equipo decidido a poner fin a estas cesiones vecinales, la Casa de Cultura de Chamberí tenía marcada su disolución en marzo de 2021, fecha en la que se acababa el contrato con el Ayuntamiento. Podría haber sido renovada otros cuatro años más, pero el consistorio ordenó revocar la cesión sin valorar la larga lista de actividades celebradas en su interior y entregar el local a la Madrid Innovation Lab. Este último lo vendió como un centro de inteligencia artificial abierto al vecindario, pero la realidad es que su labor está dedicada principalmente a empresas y, frente a las 2.626 actividades que organizaron las asociaciones durante su cesión, para este mes de septiembre solo hay previstas tres propuestas abiertas al público en el calendario del nuevo centro.

Pero el proyecto de la Casa de Cultura de Chamberí no murió con el fin del local. “Dejamos la casa, pero no la asociación”, advirtieron al acabar. El grupo formado siguió montando actividades en otros puntos de Chamberí y en la Casa del Cura de Malasaña, otro local vecinal en suelo municipal cuya cesión acabó la pasada primavera. Aunque algunas actividades chamberileras sí que desaparecieron con el cambio, sobre todo las que tenían que ver con la salud mental. Sus impulsores sabían que necesitaban un espacio físico para volver a juntarse. Así que buscaron sin descanso un local con alquiler asequible en su barrio donde retomar lo que habían iniciado en 2017. Y lo han encontrado.

Hace unos días tuvo lugar la primera asamblea de la nueva Casa de Cultura en un sótano de la pequeña calle Balmes. Acudieron decenas de personas, ansiosas por volver a poner en marcha el proyecto en su barrio. Vecinos, asociaciones, familias de los colegios... casi no cabían en el nuevo local, de unos 100 metros cuadrados -el anterior de Bravo Murillo tenía 318- pero las ganas por comenzar de nuevo eran enormes.

“Todo era carísimo pero si no encontrábamos un espacio corríamos el riesgo de desaparecer”, explica Blanca, una de las vecinas que estuvo durante los dos últimos años buscando un local de alquiler donde asentarse hasta encontrar su actual sede, muy cerca de la biblioteca regional José Luis Sampedro. La principal dificultad era la falta de ingresos de la asociación, en la que todo se hacía de forma voluntaria. Ahora planean sufragar los gastos de alquiler con cuotas de socios, como están haciendo otros movimientos sociales en distintas partes de Madrid.

La idea es que la Casa de Cultura se convierta en “el pulmón de vida comunitaria en Chamberí”, sirva como ejemplo de “prácticas colaborativas” y se conforme como “un laboratorio de proyectos sociales, culturales y medioambientales”, añade Óscar, otro de los que anduvo mirando multitud de anuncios de alquiler hasta encontrar el nuevo espacio. Lo harán recogiendo todo lo aprendido en la anterior etapa y en movimientos sociales que alcanzaron gran relevancia en el pasado, como el 15-M.

Lo que también tienen claro es que el espacio se irá construyendo desde lo comunitario, manteniendo aparte a los partidos políticos. Creen que tienen que formar un modelo alternativo ciudadano al que dibujan las nuevas mayorías absolutas del PP en Madrid y no esperan ayuda alguna de las instituciones que ahora controlan. “Ellos consideran la ciudad como espacio y oportunidad de negocio, privatizan el espacio público considerando a la ciudadanía como agregado de consumidores, degradan servicios y derechos, precarizan”, advierte Óscar explicando el modelo con el que confronta su proyecto. “Las administraciones deberían favorecer el asociacionismo vecinal”, puntualiza Blanca con lástima por la actual situación.

Objetivos: más socios y atraer a los jóvenes

“Tenemos que reinventarnos”, admite Blanca a la hora de afrontar una nueva etapa en la que parten con menos músculo ciudadano que en el año 2015, cuando la izquierda tomó la alcaldía de Madrid. “Entonces el impulso estaba en todos los rincones”, añade Paco, veterano del movimiento vecinal madrileño, mientras recuerda el empuje que dio el 15-M a las iniciativas que salieron de los barrios. Algo parecido a lo que ocurrió durante el movimiento vecinal de los setenta en la capital, que también vivió en primera persona.

“El movimiento ciudadano no tiene que ser instrumental solo para alcanzar las instituciones. Es algo que está presente, ha demostrado su eficacia y tendrá bajones o más altura, pero los políticos tienen que contar con él”, asegura Paco poniendo en valor lo que intentan reconstruir en la calle Balmes. Y añade como ejemplo la victoria en Chamberí con el nuevo parque sobre el antiguo golf o la masa social que se ha levantado contra las talas de árboles en la capital. “El movimiento vecinal debería ser casi una política de estado, como ocurre en muchos países”, desea Blanca.

Discusiones teóricas aparte, lo que tienen claro en la Casa de Cultura es que uno de sus objetivos es dar continuidad al movimiento incorporando gente con menos canas que las que ahora conforman el grueso de sus asociados. Encontrar propuestas que atraigan a los jóvenes está en su horizonte, así como recuperar a las 40.351 personas que disfrutaron de las actividades del lugar durante su primera etapa.

De momento, la actividad volverá a la Casa de Cultura de Chamberí en el mes de octubre, cuando terminen de acondicionar el nuevo local. Será con propuestas que han buscado espacios alternativos y que están listas para volver, aunque también llegarán otras nuevas. Mientras tanto, el proyecto sigue buscando vecinos que quieran apoyarlo como socios. Para apuntarse solo hay que enviar un correo electrónico a casadelaculturachamberi@gmail.com solicitando información o, directamente, la ficha para asociarse.

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