Cuando Rodrigo Rato pagaba con vales en Malasaña
Fue hace ahora dos años, en otoño de 2012. Rodrigo Rato llevaba ya varios meses fuera de Caja Madrid - Bankia después de que su breve gestión al frente de la entidad hubiera derivado en el rescate financiero por parte del Estado, que tuvo que inyectar 22.454 millones del bolsillo de los ciudadanos (476,42 euros por cabeza) para salvar al banco de la quiebra.
En esa época ya era un político en caída libre, pero su figura pública aún no estaba tan denostada como ahora. Disfrutaba de un periodo sin actividad justo antes de que fichara por Telefónica como consejero asesor para Latinoamérica y Europa, cargo que desempeña actualmente. Y, como no tenía más preocupaciones, esa noche salió de fiesta por Malasaña.
Rodrigo Rato pasó unas horas tomando copas de vino en el número 3 de la calle Escorial, en un pequeño local llamado El Anónimo. Lo que más llamaba la atención de su presencia allí era que pagaba sus tragos con vales de papel, como los que se entregan en cualquier celebración de cumpleaños en un bar. A su alrededor se levantaron cuchicheos advirtiendo de su presencia. Hubo algún comentario de censura. Pero la cosa quedó ahí.
Su presencia anónima en este bar de Malasaña se antoja hoy extraña y nos hace preguntarnos si Rodrigo Rato, un día después de evitar la cárcel con una fianza, sería hoy capaz de repetir la experiencia de disfrutar impunemente de una noche de fiesta. Si podría caminar de noche por Malasaña sin que nadie reprobara su actitud. Sin que el resto de clientes del bar le abucheara por tirar de tarjeta black a manos llenas. Sin que le corrieran a gorrazos en cuanto se extendiera la voz de que allí estaba de copas uno de los responsables de la crisis económica y de valores en la que se haya inmersa España.
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