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Diez propuestas para un fin de semana en Malasaña

Sala de conciertos Alevosía, calle Andrés Borrego nº 6

Adriana F. Alcol

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No cabe duda de que en el mundo existen dos tipos de turistas: hay quienes leen todos los artículos, guías, revistas y blogs sobre una determinada ciudad, compran las entradas de los museos, teatros, conciertos o cualquier otro evento dos meses antes de partir de viaje y si no se despiertan antes de las siete de la mañana cada día de sus vacaciones se ponen nerviositos porque sienten que están perdiendo el tiempo; y luego están los que improvisan, los que se toman con calma el desayuno en el buffet libre del hotel y prefieren callejear y descubrir rincones que no aparecen en las guías antes que esperar una cola o estar pendientes del reloj para ver si llegan a tiempo a su siguiente visita. Ninguna de las dos opciones es mejor que la otra, pero sí que debéis tener en cuenta una cosa muy importante: jamás de los jamases juntéis en un mismo viaje a cuadriculados e improvisadores porque puede llegar a romper amistades e incluso parejas (os lo digo por propia experiencia).

Yo me encuadro dentro del segundo tipo de viajero (a mí el buffet libre no me lo amarga nadie) y tengo pleno convencimiento de que cuando viajas relajado te da tiempo a hacer (casi) las mismas cosas que las personas que lo llevan todo planeado, pero con mucho mejor humor y cero nivel de estrés. Lo que más confianza me suele generar, y esto reconozco que sí que lo hago, es visitar algún blog de la ciudad con el que me sienta identificada por sus gustos y leer las recomendaciones exprés que suelen hacer para un fin de semana, así que por eso hoy os quería hacer las mías sobre Malasaña, no para que las llevéis a cabo al pie de la letra, pero sí para que os sirvan de guía si venís un par de días a Madrid y tenéis la intención de pasar al menos unas horitas por el barrio. ¡Vamos allá!

  1. DESAYUNAR EN MALASAÑA: Dicen que salir de noche por Malasaña es uno de los planes imprescindibles, pero os puedo asegurar que la hora del desayuno (y desde hace unos años del brunch, que se ha puesto más de moda que la ropa vintage) se ha convertido en uno de los momentos preferidos por los turistas. Yo os dejo cuatro recomendaciones: El Bianchi Kiosko Caffé (calle San Joaquín nº 9) sirve el que para mí es uno de los cafés más ricos del barrio y también tiene la opción de llevártelo en diferentes tamaños; el Conde Duque (calle Montserrat nº 34) es un lugar  tradicional de mesas de mármol y sillas de madera para tomar un desayuno en un ambiente en el que parece encajar más una buena conversación o leer un libro que sacar una foto para subir a Instagram; yo tengo un vicio importante con los cruasanes del Greek and Shop (Corredera Alta de San Pablo nº 9), aunque cuenta con muchas más opciones para desayunar dulce o salado y por último, y ya que hemos hablado de brunch, están bien ricos los del Café de Mahón (Plaza Dos de Mayo nº 4), que hace poquito que los han incluido en su carta y que podéis tomar en su terracita, muy bien ubicada para ver todo lo que se cuece por el barrio.
  2. LA HORA DEL APERITIVO: Madrid y el domingueo mañanero es uno, así que si os gusta el buen vino, La Jauría (calle Colón nº 10) es una muy buena opción, donde además podéis probar sus croquetas, que están realmente deliciosas; sin salir de la calle Colón, en el nº 13, encontraréis la Taberna La Ardosa, con un excelente vermú de grifo que debéis (este punto para mí es obligatorio) acompañar de su pincho de tortilla, catalogada como una de las mejores de la capital. Y por último (aunque este lugar os lo recomendaría también para comer o cenar) es La Colmada (calle Espíritu Santo nº 19) donde encontraréis tablas de embutidos, quesos y conservas que podréis acompañar de una gran selección de vinos para todos los gustos.
  3. COMER EN MALASAÑA: En este barrio será por bares, restaurantes o establecimientos de comida rápida. Seleccionar unos cuantos me resulta complicado, pero os propongo tres y si no son de vuestro gusto, siempre podéis consultar la sección de Lu “Malasaña a mordiscos”, que a ella las reseñas gastronómicas se le dan mucho mejor que a mí. El primero (y suele ser una apuesta segura) es Casa Macareno (calle San Vicente Ferrer nº 44), una taberna castiza con barra de tapas en la que puedes comer platos de toda la vida pero con un toque especial; un lugar que no suele salir en las guías y que posiblemente si pasáis por delante puede que ni os percatéis de su existencia es el Byblos (Corredera Baja de San Pablo nº 4), con recetas tradicionales libanesas servidas sin ningún tipo de pretensiones, a precios populares (eso sí, este os lo recomiendo si vais de trote con la pandilla de amigos, no para una comida romántica, para que me entendáis); y si sois de buen comer y de cantidades contundentes, entonces os animo a visitar Casa Hortensia (calle Farmacia nº 3), donde podréis comer en el comedor o en la zona de sidrería platos y raciones tradicionales asturianas.
  4. MERIENDA EN MALASAÑA: Si sois unos golosos, una de esas cafeterías que suele gustar mucho a la gente por su estética vintage y porque te hace sentirte como en el salón de la casa de tus abuelos, es el Lolina (calle Espíritu Santo nº 9), donde podréis acompañar un café o una infusión de alguna de sus tartas caseras; y continuando con repostería casera y cupcakes (que tan de moda estuvieron en este barrio hace ya unos cuantos años), otra opción es La cocina de mi vecina (Corredera Alta de San Pablo nº 15); y si hay algún vegano en la sala, no os preocupéis, porque en Freedom Cakes (calle Luna nº 14) encontraréis tartas deliciosas que nada tienen que envidiar a las tradicionales.
  5. ¿NOS VAMOS DE CAÑAS? Bueno, llegado a este punto y si todavía no habéis explotado, comenzamos la ronda de cervecitas. Yo aquí os aconsejaría que al menos una de las cañas os la toméis en alguna de las terrazas de las plazas del barrio: la del Rastrillo, la de San Ildefonso, la Dos de Mayo o la de Carlos Cambronero. No me voy a poner exquisita eligiendo porque el factor suerte de encontrar sitio será complicado, así que si sois de los afortunados que lo conseguís, entonces disfrutad del ambiente festivo que desprende Malasaña. Si buscáis algo un poco más chic, desde la terraza del Mercado de Barceló (calle Barceló nº 6) podréis gozar de buenas vistas y de un espacio amplio en el que sentiros la mar de cómodos. Y si os digo la verdad, a mí una de las cosas que más me gusta cuando me voy de cañas con mis amigos, es cruzar San Bernardo e irme más hacia la zona de Conde Duque (ando perdida porque yo sigo considerándolo Malasaña, aunque no sea del todo correcto) y disfrutar de unos bares con un aire algo más castizo aunque actual (como por ejemplo Amor Hermoso, en calle de la Palma nº 62)  o de la Plaza de las Comendadoras; pero si pasas de la cerveza y te apetece un cóctel, entonces el Varsovia (calle San Andrés nº 33) o In Dreams (calle San Mateo nº 4) son dos de mis opciones preferidas. ¡Adoro el Bloody Mary, carajo!.
  6. CENAR EN MALASAÑA: Como quiero pensar que con las cañas ya os habréis tomado algún que otro pinchito, os propongo el Maricastaña (Corredera Baja de San Pablo nº 12) en el que podréis picotear propuestas como las croquetas de calabaza y jamón o sus rollitos vietnamitas de verdura con mango, rúcula y salsa ponzu, en un ambiente entre rústico y actual o el Coco Bar (calle Espíritu Santo nº 38) en el que su sandwich de pastrami es uno de sus platos más populares. Y para los veganos o vegetarianos, en la calle de la Palma nº 41, encontraréis Ay mi madre!, un rinconcito pequeño y acogedor con opciones rápidas, ricas y contundentes (la hamburguesa de remolacha acompañada de patatas gajo está bien sabrosa).

Bueno, y como ya está bien de darle a la pitanza, os voy a dar unas recomendaciones generales que os ayudarán a conocer mejor el espíritu del barrio:

  1. Malasaña es la cuna del vintage en la capital, pero como esto seguramente ya lo sepáis, yo os animo a visitar otro tipo de negocios, como las tiendas de diseñadores independientes o las de decoración que fácilmente encontraréis paseando por el barrio y de las que muy pronto os hablaré con detalle en próximos artículos. No os las toméis solo como una propuesta de compras, sino más bien como un paseo inspiracional, porque os puedo asegurar que algunas de ellas son verdaderas obras de arte.
  2. Venir a Malasaña y no ir al teatro debería estar penado por ley, así que bien sea a uno de los teatros grandes o a una sala pequeña, no podéis marcharos de aquí sin ver alguna obra o un microteatro. Esta opción os recomiendo que la miréis con algo de tiempo, porque el turista cuadriculado del que hemos hablado en el primer párrafo suele traerlo todo programado antes de llegar a Madrid y correréis el riesgo de quedaros sin entrada, y de verdad, sería una verdadera faena. Como propuesta especial os aconsejo que miréis si el fin de semana que vayáis a estar en Madrid se organiza una de las visitas teatralizadas del Teatro Lara (Corredera Baja de San Pablo nº 15), recorriendo sus más de 138 años de historia.
  3. Y si sois de los que os gusta hacer turismo musical, una de mis salas de conciertos indie preferida es el Ocho y medio (calle Barceló nº 11) y también me gusta mucho Alevosía (calle Andrés Borrego nº 6); pero si lo que os gusta es más la canción de autor, llegando a nuestro barrio vecino de Chueca, encontraréis el Café Libertad 8 (calle Libertad nº 8), donde suele haber música en directo a diario de algunos de los cantautores más populares del circuito madrileño; y no me olvido de los amantes de la poesía, que encontraréis en Aleatorio Bar (calle Ruiz nº 7)  un acogedor rincón cultural donde se organizan recitales de poesía, jam sessions para poetas y tertulias literarias.
  4. Y por último - aunque se me quedan tantas recomendaciones en el tintero que creo que este artículo debería ser al menos una trilogía - callejea y piérdete por las calles de Malasaña: esta es la clave para conocer el barrio de la mejor manera posible y descubrir todo lo que esconde: fachadas espectaculares, portales que esconden jardines, salas de exposiciones, librerías en las que podrías pasarte horas, artistas callejeros que animan nuestros paseos con música y negocios curiosos que no verás en otros lugares.

Y ahora que ya sabéis algunas de mis propuestas, os animo a descubrir Malasaña y a disfrutar de sus negocios, su ocio, sus calles y sus vecinos. ¡Sean todos bienvenidos!

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