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La exposición sobre art decó que recoge el espíritu de una época en Madrid a través del diseño

Parte de la exposición sobre Art Decó en Condeduque

Luis de la Cruz

Madrid —

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El pasado mes de junio se inauguró en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque la exposición Madrid Art Déco, 1925: El estilo de una nueva época. Es posible que la llegada de la temporada estival hiciera que su estreno pasara algo desapercibido, pero tenemos hasta el próximo mes de noviembre para verla.

Nada más entrar a la Sala Sur del complejo cultural, el espectador se encuentra con un texto en la pared bajo el epígrafe Madrid, la ciudad en obras. La tipografía, metálica e inconfundiblemente moderna, es por cierto uno de los grandes aciertos en el diseño de una exposición que, por lo demás, se muestra desnuda frente al espectador.

Volvemos a lo de Madrid y las obras. “Muy atemporal la frase”, pensará inmediatamente el visitante. Pero también se trata de un aserto certero para introducir al espectador en el meollo de la cuestión: el cambio de una ciudad a través de su crecimiento. Su ingreso definitivo en las modas estéticas internacionales y en las corrientes centrífugas de la economía de consumo.

La moda también tiene un sitio importante en la exposición

Los años veinte y treinta son los de la gran transformación de las ciudades. Madrid rebasaba el millón de habitantes y las obras del tercer tramo de la Gran Vía tocaban a su fin. El debate de la modernidad y el estilo art decó se asentaban así en construcciones señeras de la ciudad como el de Telefónica o el Carrión, edificios que presentaban una mezcla de usos (oficinas, viviendas, tiendas) hasta el momento inusitada. Todo se llenó de formas geométricas, líneas estilosamente fileteadas y detalles de inspiración industrial. El art decó como paradigma decorativo de lo moderno.

Pero mucho de lo mejor del art decó madrileño se perdió con sus interiores, más vulnerables al paso del tiempo que las fachadas de los edificios. Aunque se muestran algunas fotografías de los ricos interiores del Capitol, de salas de fiesta como La Granja Florida, de cafés y bares, como Zahara o el Miami, el despliegue queda algo corto.

Resulta interesante cotejar en la sala cómo el diseño internacional se hibridó con la tradición castiza, ocupando, por ejemplo, los carteles de fiestas patronales. En este sentido, un aspecto interesante de la muestra es que presta atención a la potencia cultural del estilo al enseñar cómo sus peculiares líneas llegaron a permear en objetos de uso cotidiano y a extenderse a través de la sociedad de consumo.

La eclosión del tiempo libre, la popularización del deporte, el diseño editorial, la publicidad o la moda son algunos de los aspectos sociales vinculados a lo material y al diseño que nos traslada Madrid Art Déco, 1925. Se trata, en suma, de una propuesta interesante, aunque modesta, en cuyas líneas los amantes del estilo pueden deleitarse un buen rato; pero también de un esfuerzo al que se le adivinan algunas carencias de medios (en cuanto a la presencia de maquetas, audiovisuales o más objetos), que le harían dar un salto de calidad dentro del panorama expositivo madrileño de este otoño.

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