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Carlos Tavares aboga por coches ligeros y económicos para no crear una movilidad excluyente

Carlos Tavares, CEO de Stellantis.

Motor

Carlos Tavares, CEO de Stellantis -el cuarto fabricante mundial de automóviles-, es uno de los ejecutivos del sector que más claramente habla del devenir de esta industria. En los últimos tiempos se ha significado por criticar a las autoridades comunitarias por favorecer excesivamente, a su juicio, el desembarco de las marcas chinas en Europa, y en general mantiene con aquellas un pulso acerca de lo que se puede exigir o no a los fabricantes en la lucha contra el cambio climático.

El directivo portugués ha vuelto a levantar la voz sobre estos y otros asuntos en el llamado Freedom for Mobility Forum, una iniciativa de Stellantis que operará a partir de ahora de tribuna de los intereses de la compañía después de que esta haya decidido abandonar la patronal europea de fabricantes, Acea, por considerar que no apoya con el suficiente énfasis los planes de electrificación comandados por la UE. Este foro se convertirá en una cita anual donde se analizará la situación del automóvil y de las nuevas energías y que tendrá en cuenta a interlocutores distintos de los tradicionales.

Tavares se ha referido en este encuentro inaugural, por ejemplo, a los carburantes sintéticos, excluidos a última hora del veto a los motores de combustión por presiones de la industria alemana. Sobre ellos, ha dicho que representan “una tecnología en desarrollo, pero aún deben demostrar su neutralidad de emisiones”. En su opinión, son “sencillamente otro enfoque compatible con la electrificación”, de la que Stellantis no pretende desviarse ni un milímetro, según sus palabras.

Poco dado a casarse con nadie, el CEO ha asegurado que la electrificación tampoco va a ser la panacea que resuelva todos los problemas. “Sin energía limpia -ha comenzado por aseverar en el Forum-, las soluciones basadas en la electrificación no traerán los beneficios esperados y no resolverán el problema de las emisiones”, puntualizó.

Si esto se resuelve de manera satisfactoria, restará aún el escollo de la escasez de materias primas. “Aun teniendo una movilidad limpia y segura, el gran reto es el de la accesibilidad, que por el momento no existe ya que las materias primas son escasas y caras”, ha seguido Tavares. En el caso concreto del litio, ha recordado que en el mundo no se produce todo el necesario para cubrir la demanda actual vinculada a la fabricación de baterías para los coches eléctricos, una exigencia que además crecerá en el futuro según aumente el número de estos vehículos.

“No estamos produciendo tanto litio como necesitamos. Ahora mismo tenemos en el planeta 1.300 millones de coches que funcionan con motores de combustión interna. Tenemos que sustituirlos por una movilidad limpia y eso necesitará mucho litio”, ha advertido. Además, “no solo es una cuestión de que el litio pueda ser insuficiente, sino que la concentración de su extracción puede generar problemas geopolíticos”, como es bien sabido.

Una movilidad realmente accesible

En el punto actual de desarrollo de una movilidad que no agrave el cambio climático, las dos tendencias que parece que van a convivir en Europa -electrificación y uso de combustibles sintéticos- comparten un mismo defecto: la inaccesibilidad para una gran parte de la población. En el primero de los casos, debido a unos precios demasiado elevados de los coches eléctricos puros, y en el segundo, por la carestía del tipo de carburante propuesto.

Para Stellantis, en boca de su máximo responsable, el camino hacia la verdadera democratización de una movilidad limpia tiene que pasar necesariamente por “hacer coches eléctricos más ligeros, lo que significa encontrar mejores componentes químicos para las baterías, usar materiales alternativos y tener una infraestructura pública que admita una autonomía más corta. Si la autonomía es menor, el peso es menor, y si el peso es menor, el coste del vehículo es menor”.

Tavares ha concluido que “los vehículos eléctricos serán más asequibles si la infraestructura es lo suficientemente densa como para brindar tranquilidad en términos de deshacerse de la ansiedad por la autonomía”.

En otras palabras, el ejecutivo aboga por modelos más modestos y que el común de los mortales pueda comprar; junto a ello, por puntos de recarga más abundantes pero tal vez de menor potencia -y de corriente alterna- en vez de los supercargadores de hasta 350 kW y corriente continua con los que a mucha gente se le llena la boca. Si la industria se empeña en fabricar coches cada vez más grandes, pesados y caros, estaremos abocados a otra brecha más, la que dividirá a quien pueda pagar 100.000 euros por un vehículo o 4 euros por un litro de e-fuel de quien no pueda, sencillamente, ni soñarlo. 

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