'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Cristian, Ángel, Paco
Nuestro hombre se ha levantado con el guapo subido. Como en la canción Besos, de El Canto del Loco, combo que le pirra, por cierto. Se llama Cristian. Se dispone a salir a la calle a por tabaco y leche sin lactosa. Ah, y es heterosexual. Bueno, no lo tenemos claro; y en su intimidad no nos metemos, que dirían algunos, ¿verdad? Pero vamos, si no es hetero, lo parece (porque los hetero también lo parecen).
O quizás nuestro varón se llama Ángel y se ha levantado pelín endemoniado, ironías del destino. Y se pone lo último de Love of Lesbian en los cascos antes de bajar a sellar el paro y acudir a la academia donde prepara oposiciones del Grupo A. Y sí, es heterosexual. O lo disimula muy mal (sí, fantaseemos durante un segundo con que hay heteros que quieren que no se les note).
Nada nos impide llamar a nuestro chico Paco. Nos consta que echa mucho de menos a Ojos de Brujo, y que en cuanto vuelva de hacer los recados del día se va a poner el segundo disco en YouTube mientras se ducha. Pero los recados de hoy son inaplazables: debe comprar urgentemente una Smartbox para su hermana y comida para sus agapornis. O mucho nos falla el radar o Paco es hetero.
No sabemos si Cristian, Ángel y Paco se conocen, en persona o virtualmente. Quizás han coincidido en un mingitorio de un festival o en un ascensor. Igual los tres han comentado en el mismo hilo de Facebook de otro internauta: sobre un meme hilarante o sobre la necesidad de acabar con los plásticos. Es posible que ni siquiera vivan en la misma ciudad española. Porque lo cierto y verdad es que viven en España, en el Estado español.
Y los tres pisan la calle, se disponen a realizar sus gestiones. Bueno, más que pisarla, la toman. Y de repente hay un ruido. Es un sonido anticipatorio: como el de las tripas de un volcán antes de la lava, como el del toro que rasca el albero con la pata antes de la estampida. Si hacemos zoom con la cámara y aguzamos el oído, comprobaremos que el ruido proviene del cuerpo de nuestros chicos heterosexuales. En particular de su boca, de su garganta. Lo ha oído con indiferencia el señor que se ha cruzado con Cristian. Con sorpresa la niña que ha pasado junto a Ángel. Con asco el chico que caminaba a la altura de Paco.
Un segundo después entendemos el por qué de ese carraspeo, de ese tomar laríngeo impulso. Resulta que una viscosidad ha volado desde la boca de nuestros hombres hasta el suelo.
El gargajo de Cristian tiene menos flema de lo habitual, vaya que sí: se conoce que definitivamente ha acabado la temporada de resfriados, piensa el chaval. Muchos seres humanos sienten un irreprimible deseo de mirar sus propias heces una vez depuestas, y con los escupitajos sucede otro tanto. Este aterrizó sobre la tierra que sostiene uno de esos naranjos bordes que hay en algunas acercas. Ya lleva él cuidado de que no caiga en una baldosa.
El esputo de Ángel tiene hoy filamentos de sangre. Cuando llegue a casa googleará “escupir con sangre”, a ver qué sale. ¡Anda, pero si llevaba un pañuelo en el bolsillo! Podía haberlo echado ahí. Lo que es no caer en las cosas.... Si el caso es que lo sabe, pero por hache o por be, siempre se le olvida, y acaba poniendo la calle perdida, jeje. Venga, la próxima vez en el kleenex, sin falta. A todo esto, se dice Ángel, ¿para cuándo una canción de Love of Lesbian sobre el asunto? Así, con metáforas dolientes y tal. Sería un puntazo.
El salivazo de Paco ha sido bestial, la verdad. Parábola perfecta. Top spin, que dicen los comentaristas de tenis. Y menudo ruidaco al estrellarse contra el asfalto. Oye, mira qué cara ha puesto ese chico del pelo rosa; parece asqueado. ¿Le habrá mosqueado? Bueno, peor para él, doble trabajo tiene: enfadarse y desenfadarse.
Nuestros tres heterosexuales (o que lo parecen fuertemente) ya han vuelto al hogar, luego de realizar los recados de la mañana. Y ahora a seguir con el día: les esperan su música, su esfuerzo, sus alegrías, su tele, su soledad, su siesta, su porno. Mañana amanecerá otra vez, y habrá que pelear el día. Pero Cristian, Ángel y Paco lo pelearán desde un poco más arriba, desde ese par de centímetros extra de altura metafórica que confiere el ser un varón heterosexual.
Ellos han nacido en el lado soleado de la Humanidad. Habitan La Masculinidad. Han nacido con todos los puntos del carnet intactos, no tienen que pelear por conquistar puntos hurtados para estar al nivel de sus conciudadanos. El mundo es suyo, del varón heterosexual, y por supuesto, la calle. En la calle pisan fuerte; se encuentran cómodos, bien, normal. No es el lugar de la posible agresión, de la mofa, de la violación, de mirar de reojo para asegurarse de que no hay peligro. La calle es suya para lo que haga falta. En ella viven, ríen, sufren, charlan. En ella escupen.
*Dedicado a los heterosexuales que no escupen en el suelo.