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No todo es deporte en el mundo del deporte. Hay miedo, injusticia, éxito, fracaso, superación...Ante todo, historias increíbles protagonizadas por personas. Este blog, coordinado por la periodista Olga Lorente, trata sobre todos los factores que no vemos, pero sí influyen a los deportistas.

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El deporte y la conciliación familiar no siempre van de la mano

Piscina municipal Mar Menor

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Desde hace un año, en este espacio les vengo comentando todos los intangibles que el deporte aporta a la sociedad y cómo influye en el desarrollo –principalmente- de los más pequeños. Gracias a practicar cualquier tipo de disciplina, adquirimos una serie de valores que ayudan a forjar nuestra personalidad como el compromiso, el compañerismo, la generosidad o el esfuerzo diario. El deporte también es salud y por eso los médicos aconsejan a las familias inscribir a sus hijos en cualquier tipo de actividad. Concretamente, en 2020, la Asociación Española de Pediatría resaltó que “es necesario prescribir la práctica de ejercicio regular, ya que mejora la calidad de vida y previene la aparición de enfermedades, no solo en niños y adolescentes sanos, también como parte del tratamiento en niños con enfermedades como la fibrosis quística o el cáncer”. Sin embargo, lo que a veces no nos explican a los padres es que también se necesita tiempo que invertir para llevar y recoger a nuestros hijos de las extraescolares y también, por qué no decirlo, dinero para financiarlas. Cuadrar horarios, además, cuando tienes más de un pequeño practicando deporte puede llegar a suponer más de un quebradero de cabeza.

Esto mismo les pasa a Julia y a Miguel, un matrimonio murciano con dos hijas, Olivia (de 5 años) y Violeta (de 2 años). Desde que nacieron las pequeñas, las inscribieron a natación en la piscina municipal Mar Menor, situada en el centro de la ciudad, pero este curso se están encontrando con una serie de cambios en la normativa cuando tratan de acceder a las instalaciones que, por conciliación familiar, impiden que ambas realicen la actividad. Con motivo de las restricciones en la pandemia por el Coronavirus, este año ambas niñas tienen distintos horarios, con 30 minutos de margen entre que Violeta (ella empieza primero) y Olivia arrancan sus clases. El problema viene cuando únicamente dejan entrar al recinto 10 minutos antes y sólo a la joven que va realizar la actividad, para la cual hasta los tres años de edad siempre tiene que estar acompañada en el agua por uno de sus tutores. Es decir, que necesitan tanto a la madre como al padre para que cada uno de ellos entre con una de sus hijas. Esto, en una familia en la que ambos trabajan, resulta materialmente inviable.

Aproximadamente cuando un bebé cumple los seis meses de vida ya puede entrar en contacto con una piscina, esta actividad se conoce como matronatación, ya que realmente consiste en adecuar las clases al bebé y éste siempre está acompañado por uno de sus tutores. Estas clases no tienen como objetivo enseñarles a nadar, ya que no es hasta los cuatro años cuando el aparato locomotor del menor está suficientemente desarrollado para hacerlo. La matronatación busca la estimulación acuática del bebé a través de una serie de ejercicios y juegos que le enseñan a flotar. Y es que los niños menores de un año tienen más facilidad para adaptarse al agua que los más mayores. Es el medio que conocen ya que durante los nueves meses de gestación han vivido en él.

No encuentran soluciones

Desesperados, Julia y Miguel (no son la única familia que vive esta problemática) intentaron explicarle su caso al conserje, a los monitores y también a las personas que trabajan en las oficinas de la piscina del Mar Menor. Dado que se trata de dos niñas pequeñas, pese a que es la mayor de 5 años la que se quedaría simplemente 15 minutos esperando sola en la grada (a escasos metros de su madre, quien afirma que perfectamente podría vigilarla), propusieron llevarla ya cambiada, con el bañador puesto desde casa, para que ningún profesor tuviese que dedicarle un tiempo extraordinario a su hija. También presentaron un informe detallando lo sucedido a la concejalía de Deportes. Sin embargo, al tratarse de una instalación municipal, no les han dado soluciones de momento. La empresa organizadora de la actividad, remite a la familia a que se dirija al Ayuntamiento y éste, al informe de la empresa adjudicataria.

Ante esta situación, estos padres se han visto en la obligación de decidir cuál de sus dos hijas iba a natación y, por ello, han tomado la decisión de que no asista ninguna desde hace cinco semanas. Éste es un caso concreto, aunque en esta misma piscina Mar Menor también afecta a Bruno, el hijo de Ángel. Lo más llamativo es que ambas familias empezaron el curso sin ningún problema y pudieron recibir sus clases durante un mes. Después, llegaron los cambios.

Hoy en día ha cobrado fuerza mediática los temas relacionados con la conciliación familiar, aunque siempre enfocados desde el punto de vista laboral de los padres. Pero también cuesta muchos quebraderos de cabeza cuadrar horarios (quizá sería necesario fijar alguna excepción en determinadas normativas) para que nuestros hijos puedan desarrollarse a través de la práctica deportiva.

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