En el año 2009 la Fundación Valle de Ricote –presidida por Juan Manuel Chumilla– y la Comunidad Autónoma, a través de la Consejería de Obras Públicas que entonces dirigía José Ballesta, acordaron impulsar la candidatura de la comarca natural como Patrimonio de la Humanidad, previamente a su declaración como Bien de Interés Cultural.
A día de hoy, tanto la Fundación como las promesas de impulso son puro polvo, constituyendo la enésima muestra de que jamás ha existido un proyecto estratégico y endógeno para esta zona de nuestra Región que ha aguantado demasiados años el marketing político, las prácticas de recalificación como forma simplista de ofrecer desarrollo y el intento de explotación turística elitista.
El Valle de Ricote es la única comarca de la Región de Murcia que ha sufrido un descenso poblacional en los últimos 100 años. Desde 1900, el Valle ha perdido un 19% de su población, frente al aumento constatado del resto de territorios (+29% en el Noroeste, por ejemplo). Esta depresión se decidió afrontar a través de un proceso de transformación agresiva que olvida a los habitantes de la zona a cambio de un repoblamiento masivo con turismo de bajo coste y ladrillo. El modelo de desarrollo de la peor España intentó tener en el murciano Valle de Ricote otro de sus campos de prueba.
Ulea, promocionada últimamente por su equilibrada situación financiera municipal (generada gracias a los ingresos de la planta de basuras instalada a principios de los 2000), es el centro del pelotazo. En este municipio, el Partido Popular pretendió construir un residencial de más de 4.000 viviendas con campo de golf incluido en los llamados “Yesos”.
Entonces, sin el fácil impacto de las Redes Sociales, la buena gente de Ecologistas en Acción, movimiento que actuó como reducto de la conciencia social en aquellos años, denunciaba este proyecto que pretendía consumarse cerca de zonas de protección de aves e interés comunitario. Y, por supuesto, todo ello acompañado de la reclamación de usar el agua del maltrecho Acueducto Tajo-Segura para la urbanización ante la falta de informes favorables sobre disponibilidad de recursos hídricos por parte del Ministerio de Medio Ambiente.
Este tipo de acciones generaron un daño irreparable a la credibilidad de las reivindicaciones hídricas de la Región por su desfachatez, un daño que a día de hoy seguimos sufriendo y que vino amparado por un proyecto político que conforme avanzábamos en el nuevo siglo dejaba la siempre justa reivindicación de agua para nuestro campo por la interesada exigencia de agua para las grandes construcciones.
De esa urbanización que pudo ser y afortunadamente no fue (aunque las ventas de terrenos se efectuaron) solo queda una simbólica y abandonada nave de la inmobiliaria Martinsa-Fadesa, una entidad con un agujero patrimonial superior a los 4.603 millones.
José Bolarín, alcalde del “clan de los 3.000” (junto a los regidores de Ricote y Villanueva, cuyas retribuciones en estos pequeños municipios sumaban importes parecidos), acusado incluso de morder a concejales de la oposición, ha estado ligado a la trama de corrupción Umbra donde presuntamente H. Pérez Mateos y A. Guerra cobraron más de 600.000€ un en el marco de un convenio firmado por el entonces regidor popular cuyo objeto era la recalificación de más de 2,7 millones de metros de suelo rústico.
Casualmente en 2013 se conoció que la mujer del popular, Soledad Moreno, aparecía en papeles de compra de fincas junto a Pérez Mateos, fincas más tarde revendidas a un precio sensiblemente mayor.
Y, mientras todo esto sucedía, Víctor Manuel López Abenza, el actual primer edil sobre el que se proyecta una operación de imagen, formaba parte del Equipo de Gobierno como mano derecha del entonces Alcalde (como delegado de Hacienda y Urbanismo) e incluso presidía el partido en la localidad desde el año 2006. López Abenza, conocido por su más que cuestionable gestión al frente de la Mancomunidad de Servicios Sociales –entidad que acumula continuos impagos a sus trabajadores–, reclamó en 2011 que la Paramount debía tener su sede en Ulea, entre otras brillantes ideas. Hay que revindicar, por tanto, la rotunda falsedad el relato de éxito de Ulea, un municipio símbolo como ningún otro de las malas prácticas políticas capitaneadas por el padre político de López Abenza, José Bolarín.
Villanueva del Río Segura, antes de ser regionalmente conocida por la detención de su Alcalde en la “Operación Valley”, lo fue por la construcción de un macro residencial para ciudadanos europeos en el paraje de la “Morra”, actualmente deshabitado en su mayor parte. Esta urbanización, construida en zona de dominio público hidráulico, también fue denunciada por Ecologistas en Acción.
Lo último que se ha sabido es que José Luis López Ayala pagó presuntamente con dinero municipal la reconstrucción de una nave de la comunidad de regantes a cambio de que, precisamente, autorizaran el paso de unas tuberías para la urbanización. Según los datos desprendidos de la “Operación Valley”, en la que el número de imputados asciende a más de treinta, López Ayala tendría una vivienda en ese complejo aunque, aparentemente, a nombre de un testaferro. El antiguo primer edil, implicado también en la emisión de facturas presuntamente falsas para saquear a los Ayuntamientos del Valle, es actualmente Presidente local del PP y ejerce una actividad política destacada en el municipio.
Toda la historia del pelotazo en el Valle de Ricote no se entiende sin el nombre de A.F. Rojo Campoy, constructor también imputado en el “Caso Valley” por la creación, con la presunta asistencia de la asesoría de López Ayala, de una supuesta sociedad fantasma (Gestión y Urbanización del Valle, SL).
Rojo Campoy destaca por su relación íntima con Ricote, el tercero de los municipios de nuestro artículo y la capital histórica del Valle. En Ricote, el Alcalde popular Miguel Ángel Candel recalificó el campo de fútbol municipal que pasó a manos de Rojo Campoy (gracias a una permuta de los terrenos en los que más tarde se instalará la guardería y el polideportivo).
En esos terrenos se planteó la construcción de 300 edificios de hasta seis plantas justo debajo del Castillo de “Los Peñascales”, en el cerro del Salitre, emplazamiento de origen musulmán declarado BIC en 1997. En los terrenos permutados se encuentra la guardería municipal, edificio de gran impacto visual en plena huerta del municipio, que a pesar de costar más de 298.000€ atesora deficiencias de considerable magnitud especialmente en los techos (con goteras en invierno mientras se usa como Punto de Atención a la Infancia) y juntas externas. También se puede encontrar el inacabado polideportivo municipal con un presupuesto inicial de 877.326€ que ha terminado por reducirse notablemente inaugurándose a penas una pista de cemento y un graderío cubierto que necesita ya de otra inversión de varios miles de euros por su estado de abandono.
También hubo intentona de construir un gran complejo residencial de adosados en el Campo de Ricote, una zona de diseminados asociados a la práctica de la agricultura de secano, que no logró ser electrificada hasta bien entrado el siglo XXI y que, de repente, despertó el interés en parajes como el “Camino de Cieza” de exóticos constructores que repetían una y otra vez el mismo modelo de actuación. Lo que sí que se materializó es una oleada de construcciones en la zona del Campo que eran más tardes legalizadas con el pago de la correspondiente multa ante la pasividad previa de la Administración municipal.
Lo más duro de Ricote es que los convenios urbanísticos que atacaban el patrimonio local se hicieron bajo la codirección de Izquierda Unida, cuyo concejal (2003-2007), José Antonio Turpín, permitió el gobierno del PP y ostentó las responsabilidades de Urbanismo ante la pasividad, durante demasiados años, de la dirección regional. Después de pegar el pelotazo, como un verdadero chiste macabro, concurrió a las elecciones 2007 dentro de “Los Verdes-Grupo Verde”.
Blanca y su nada original proyecto de construcción de siete mil viviendas nunca hecho más su vertedero en espacio protegido (que le costó a Rafael Laorden en 2011 una imputación por graves delitos contra le medio ambiente); Archena y su colaboración en “La Morra”; Cieza y el entubamiento de acequias árabes y romanas en la huerta. Todos estos casos completan el relato de la historia reciente del Valle, caracterizada por un modelo extractivo que ha empobrecido como nunca antes en su historia al reducto morisco.
El equivocado modelo popular y la debilidad-pasividad de la oposición socialista han provocado una crisis sociodemográfica cuyas únicas soluciones propuestas vuelven a ser recuperar las grandes infraestructuras o el turismo no sostenible. Resulta imprescindible hablar más del Valle de Ricote, reivindicar la memoria del pelotazo y de forma conjunta diseñar un plan de impulso rural que dé oportunidades a los habitantes de esta zona rural para dejar de emigrar o convertirse en mano de obra barata del binomio campo-turismo de autobús guiado.
Los pueblos del Valle de Ricote se mueren lentamente, estamos a tiempo de pararlo si de verdad recuperamos el impulso político para su protección como paisaje y zona natural singular, fomentando su constitución como espacio sostenible y cultural, todo ello con el único objetivo de mejorar la calidad de vida de sus `resilientes´ habitantes. Sin más fundaciones ni titulares periodísticos, sin más salvadores bohemios, pero sí con más participación activa desde abajo y, sobre todo, no olvidando lo que le hicieron al Valle, nuestro Valle.
