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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Así se escribe la historia

Antonio Martínez Cerezo

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«El rey va desnudo». ¿Y quién se lo dice? De la fábula —acaso escrita por el infante don Juan Manuel en tierras murcianas— se extraen dos moralejas: a) sólo un niño se atrevió a decírselo, porque sólo éstos (y los borrachos) dicen la verdad; b) una mentira propalada desde el poder se asienta como verdad entre el pueblo por mansa conveniencia, silencio cómplice.

El alcalde Ballesta se equivoca. ¿Y quien es en Murcia el valiente que se lo dice? ¿Y para qué, si sólo se escucha a sí mismo y resuelto de antemano tiene que la historia de Murcia comienza dónde a él se le pone en la montera, que por algo es su alcalde?

De su mano mayor —pero con fondos públicos—, el alcalde Ballesta ha mandado editar y repartir a manos llenas dos lujosos folletos que a quien tenga ojos en la cara le dejan ojiplático, abochornado hasta el hueso.

Uno de ellos se abre con el eslógan que sustenta su subliminal campaña de autobombo: «EL CONCEJO DE MURCIA EN LA HISTORIA. 1266-2016». Y el otro lo remacha: «750 AÑOS CONCEJO DE MURCIA». De nada vale cuanto se argumente en contra. En Murcia, hubo concejos previos. Abiertos, urbanos y primarios, si se quiere. Pero concejos. Probado está documentalmente. Y reputa­dos historiadores lo corroboran. Un suponer, alguien tan poco sospechoso de parcialidad como Torres Fontes, sabiamente afirma que «la aplicación del Fuero y privilegios (...) no tuvieron efectividad hasta el reinado de Sancho IV y en tiempos posteriores». Pues nada, el alcalde Ballesta, que se considera encarna­ción del Concejo de 1266 (sic), sigue en sus trece, sin bajarse del burro.

Y si quedara ahí la cosa sería lo de menos. Abierto el primer folleto, la línea inicial es de traca: «En 1266 la ciudad de Murcia se incorpora al mundo cristiano occidental, un hecho que queda inmortalizado por escrito en un privilegio rodado de Alfonso X donde le concede (el Fuero de Sevilla) y gobierno municipal (Concejo)». Nadie en tan pocas líneas puede mentir tanto y tan descaradamente. Ni la ciudad de Murcia se incorporó al mundo cristiano occidental en 1266. Ni el Fuero de 1266 dice palabra al respecto.

A ver si nos enteramos. En Murcia, en los años veinte del siglo trece ya se encabezaban los mandatos con la fórmula «In Dei nomine et ius gratia» y se remataban deseando a quien los incumpliera que «vengan la ira de Dios et de todos los sanctos et sea después de la mort con los diablos in inferno, amén».

¿Es que por estos andurriales no anduvieron los cuatro hermanos santos de Cartagena ni San Ginés de la Jara ni el visigodo conde Teodomiro? Queden todos ellos en su tiempo y lugar, pues que se habla de la ciudad de Murcia en el siglo XIII. Donde antes, mucho antes, de que el infante Alfonso llegara con don Pelay Pérez, por la gracia de Dios maestre de la Orden de la Caballería de Santiago, a incorporar Murcia al protectorado de Castilla, ya existía un arrabal murciano, cuyo nombre Arrixaca llevaba también el templo donde gentes de fe cristiana encomendaban sus almas a la virgen más antigua que los tiempos murcianos recuerdan: Nuestra Señora de la Arrixaca.

A más inri, quien en 1243 tomó para Castilla la ciudad y reino de Murcia fue el hijo de Fernando III. Monarca (tan cristiano como su epíteto prueba: el Santo) rey de Murcia «por la gracia de Dios» a quien el papa Inocencio IV dirigió una misiva papal «congratulándose de la conquista del reino de Murcia, restauración de la sede de Cartagena y comunicándole la designación de Fr. Pedro Gallego como obispo de ella (Lyon, 31 de julio de 1250)».

¿Nada tiene al respecto que decir el Obispado, a cuyo dean y cabildo también dirigió una atenta misiva mencionado papa comunicándole la designación y consagración de dicho fraile como obispo de la diócesis, cabecera episcopal del reino de Murcia en su totalidad? ¿Acaso no era cristiano fray Pedro Gallego y cristiana la religión que predicaba a la orillica del río?

¿Hay que borrar de los libros de Historia que aquí hubo cristianismo y cristianos en la Arrixaca antes de que llegaran las huestes castellanas del príncipe heredero Alfonso? ¿Arrojamos a la papelera la cantiga 169 cuyo encabezado alfonsí reza «Esta é dun miragre que fezo Santa María por ha sa eigreja que é ena Arreixaca de Murça, de como foron mouros acordados a destruir e nunca o acabaron»? Confiar la interpretación de la cantiga a un arreglista y celebrarla con cohetería es un dislate. Dicha cantiga hay que leerla con cabeza y respeto y enterarse de qué va antes de redactar un folleto mendaz.

Aquí, para entendernos, cuando el infante tomó la ciudad para su padre Fer­nando III («qualiter Regnum Murciae per divinae virtutis auxilium»), todo quedó en perfecto orden de revista. Y hubo un obispo de la renovada diócesis de Cartagena, con deán y cabildo. Y hubo también un alcaide del alcázar de Murcia, con gente de tropa para la guardia y el orden. Y, también, un merino mayor del reino y un almotacén y cobradores de impuestos y servidores públicos... con nombres y apellidos...Y creció la población cristiana en torno a la Arrixaca. Y vinieron nuevos pobladores. Y hubo Concejo abierto y urbano en los dos núcleos cristianos mayores: la Arrixaca y el real de San Juan, aposentado éste en las Condominas, la Nueva Murcia, para entendernos.

Si probado todo ello ser así, los torticeros folletos en cuestión no se retiran, habrá que pensar que la fábula no ha perdido un ápice de vigencia. El alcalde Ballesta se equivoca. ¿Y quién se lo dice?

Antonio Martínez Cerezo es escritor, historiador y académico*

Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

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