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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Pilarín

Antes de la Sección Feminina. Después de la Sección Femenina

Cristina Morano Carretero

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La Fundación cultural del Banco de Santander a través de su actividad `Cartas vivas´ ha seleccionado a Pilar Primo de Rivera, la opresora fascista, como una mujer pionera del siglo XX.

Pilarita fue hermana y coreligionaria de José Antonio, creador de la Falange: el vulgar jovenzuelo que sostenía que las pistolas y la violencia albergaban algún tipo de belleza o algún tipo de utilidad social, el débil mental que veía al ser humano como un mero pueblo-estado manejable y comprimible a un único destino, como si la fecunda diversidad humana solo fuera un obstáculo para la uniformización y la conquista de un mundo que, a todas luces, no alcanzaba a comprender.

Pilar Primo de Rivera fue un cáncer para la Historia, no solo la española: ella sola fue capaz (sí, tenacidad no le faltaba) de coger la libertad o la altura intelectual o cultural que las españolas estaban realizando en Europa en los años 30* y transformar aquella generación brillante en una de las más mortecinas, tristes, reprimidas del mundo. Que una pensadora tan católica y pudorosa como María Zambrano tuviera que exiliarse, nos ofrece la debida medida del régimen de terror que supuso el franquismo y la Pilarín que nos ocupa.

Las mujeres de España no solo fueron encarceladas, torturadas y fusiladas por “rojas”, sino además fueron reprimidas, enclaustradas y empobrecidas por “mujeres”, gracias a esta enferma, obsesionada por las jerarquías. Las mujeres de España fueron sacadas de las fábricas, de las escuelas y de las universidades, solo les fueron permitidos los trabajos relacionados con el servicio: enfermeras, camareras, dependientas, monjas, secretarias, limpiadoras, criadas. Y su educación fue reducida a las labores de limpieza y embellecimiento del hogar: idiomas, decoración, baile, bordados. Pero lo peor de esta represión es que fue impuesta como si fuera “natural”, en una época en la que los comportamientos sociales y la división del trabajo ya se entendían como “culturales”, producto de la economía o de la historia.

La labor reductora y empobrecedora de Pilar Primo de Rivera no se quedó ahí: igualmente quebró el maravilloso y amplísimo abanico de tradiciones culturales del mundo rural español a una escasa colección de trajes regionales (inventados por ella misma, cogiendo cosas de aquí y de allá) y cantes populares.

En cuanto a la función de educación y ayuda de las clases bajas del país que se le atribuye, se limitó a enseñar a leer y a escribir a los pobres en escuelas que carecían de las mínimas instalaciones exigibles en cualquier establecimiento dedicado a ello. Sin laboratorios ni casi libros, en escuelas de barrios o de pueblos, armadas solo con el catecismo, un mapa de la península y un patio de juegos austero, las niñas y niños de las clases trabajadoras, no alcanzaban cultura alguna salvo para “hacer las cuentas”, leer con dificultades y acceder a un empleo. Cualquier conocimiento no directamente relacionado con el mundo del trabajo estaba vedado a los alumnos; los avances en tecnología, el deporte o la música, eran contemplados en el NODO primero y en la TV después como meros espectáculos de tan lejanos como parecían a la gente. El presupuesto dedicado por el régimen a la Educación era el mínimo suficiente para producir “trabajadores”, nunca personas completas. Trabajadores, además, sujetos a la religión y a los caciques que las escuelas de Pilarín se encargaron de santificar.

Ni siquiera ella misma estuvo libre de sus despóticas ideas: jamás tuvo familia ni pareja, ni esparcimiento que no fuera el viaje o la charla con sus subordinadas de la Sección Femenina, el instrumento de dominación de aquella mente enferma. Un pobre mujer, en definitiva, convencida de que la vida era austeridad, pleitesía a los ricos y servicio a los varones.

Nosotros y nosotras** somos víctimas de este tipo de educación reducida y tediosa, que construyó gentes aterradas por el poder de una clase alta chulesca y ladrona que aún hoy no nos hemos atrevido a encarcelar.

*(Clara Campoamor, María Lejárraga, las dos Conchas: Méndez y Zardoya, Zenobia Camprubí, y miles más, una auténtica Edad de Oro Feminista y Femenina se estaba llevando a cabo en la II República en todas las artes).

**Indescriptible el gozo que experimento al suponer que Pilarín se revuelve en la tumba cada vez que uso los plurales duplicados.

 

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