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Para qué queremos ganar
El proceso interno que estamos viviendo en Podemos es de trascendental importancia no solo para nuestra organización política, sino para el futuro del país. El sano debate interno que hemos abierto se inscribe en una situación política de cierto repliegue de unos movimientos sociales que estos años pasados fueron el motor de la movilización popular. Luchas, movilizaciones y autoorganización que finalmente se han concretado en la representación institucional de las fuerzas políticas del “cambio” como nunca se había dado en nuestra historia reciente.
La irrupción de Podemos ha condicionado la actuación, el lenguaje y las formas públicas de las fuerzas políticas del régimen del 78. En el fondo, lo único que pretenden esas fuerzas es reconducir el todavía latente malestar social hacia la resignación, el agotamiento y el conformismo de los sectores populares. Sobre estos cimientos pretenden edificar otro largo periodo de clara hegemonía económica y política de los grandes poderes de este país.
Es por eso que, en las actuales circunstancias, los resultados de Vistalegre II tienen una importancia de primer orden para imprimir su sello a los próximos años. Efectivamente, fuera de la retórica de “sano debate”, lo que estamos decidiendo es la vía que emprendemos para el logro de los objetivos socialmente transformadores e igualitarios que todos y todas pretendemos.
Encima de la mesa no se encuentra más que el debate sobre qué consideramos como motor del cambio, la fuerza motora sobre la que consolidarlo y proyectar el gran avance político que hemos tenido. Por una parte, se plantea el principio de utilizar el avance electoral como palanca sobre la que articular una política progresista que se traduzca en avances sustanciales en derechos sociales, en profundizaciones democráticas y una mayor igualdad entre géneros. Por otro, se considera que ningún avance, en un marco de predominio cultural, político y económico de las viejas elites, puede consolidarse, ni revertir y mucho menos avanzar, si no se asienta sobre el firme pilar de la participación activa y el protagonismo de la mayoría social. Una mayoría social que tomó directamente en sus manos la iniciativa para solucionar los graves problemas económicos y sociales que nos aprisionan, y de la que salieron propuestas políticas que hoy constituyen nuestras señas de identidad.
Ambas posiciones no son antagónicas, y sí compatibles. Pero la cuestión radica en definir claramente en qué parte se pone el acento; en la dosis de esfuerzo que se dedica a una parte u otra. Esto es, o creer que hay que ganar un apoyo mayoritario a partir de que la mayoría social nos perciba como “útiles”, o creer que nosotros y nosotras somos expresión directa e instrumentos de una mayoría social activada en defensa de derechos sociales. Se dirime si el protagonismo está únicamente en las instituciones y en los cargos públicos, o si nuestra representación institucional es una caja de resonancia de lo que ocurre en la calle, y que cualquier cambio irreversible sólo es posible sobre la base de una sociedad participativa y estando asentado en el cambio cultural e ideológico que se genera, efectivamente, cuando la gente y los trabajadores y trabajadoras se sienten dueños de su propio destino.
Es también sobre la cuestión de dónde se pone el acento, la que proyecta el modelo organizativo del que nos dotamos. Un Podemos sometido a la fiscalización de los militantes y adscritos sólo es posible si se le concede el peso principal de nuestra actuación política a las relaciones con la calle, a los movimientos sociales, a los problemas reales de la gente, y confiamos en su capacidad de respuesta. En caso contrario, sólo es un enunciado vacío de contenido.
Por nuestra parte la opción es clara, no queremos tan sólo consolidar las posiciones ganadas, porque sabemos que eso es imposible si quedamos atrapados y atrapadas en las instituciones, en lugar de invadirlas con pueblo, en lugar de socavarlas con el sudor y el sufrimiento de una mayoría social y trabajadora sometida a los dictados de una oligarquía parasitaria. Ya hemos visto cómo los poderosos se ponen por encima de la ley y cómo los que no se presentan a las elecciones puentean las instituciones. Sólo el pueblo en las calles y plazas puede sacarlos de los parlamentos y restituir nuestro Estado de Derecho. Aquí, en Murcia, nunca habría habido una Ley Antidesahucios sin la presión en las calles de la PAH.
A partir de esto, Vistalegre II debe servir para despertar a la mayoría social, para activar el latente malestar social que espera un horizonte claro para ponerse en pie. Y también para concretar en forma de propuesta política los clamores populares más avanzados que se han puesto sobre la mesa en este complejo proceso político que estamos viviendo. Pero es que, además, de dónde pongamos el acento dependerá, en última instancia, la mayor o menor posibilidad de que estas propuestas puedan no sólo concretarse, sino no encallar en el laberinto institucional:
1) Democratización de los sectores estratégicos de la economía. Colocando sobre la mesa la nacionalización de aquellos en caso de choque con los intereses populares.
2) Amplios programas de protección social.
3) No a los recortes en sanidad y educación, y reversión de los ya aplicados.
4) Impulso para que las clases populares y trabajadoras recuperen el protagonismo social. Ampliación de los derechos de los trabajadores.
5) Avance hacia un modelo federal que permita superar el choque territorial sobre la base del acuerdo democrático y el derecho a decidir.
6) Recuperación de la soberanía popular y del derecho a decidir, también, sobre nuestra economía. No al TTIP ni al CETA. No a las políticas austeritarias dictadas por Alemania.
7) Profundización de la igualdad de géneros y en la lucha contra la LGTBfobia.
8) Supresión total desahucios de primera vivienda sin alternativa habitacional cuando se deban a la falta de recursos económicos.
9) Nadie sin vivienda mientras existan pisos vacíos.
10) Derecho a regresar: garantizar un futuro en España para todas las personas que han tenido que marcharse de nuestro país para ganarse la vida.
*El artículo está firmado por los concejales próximos la candidatura de Pablo Iglesias “Plan 2020: Ganar al PP y gobernar España”: Fernando Miñana Hurtado (Cambiemos Molina), Luis Bermejo (Ahora Murcia), Víctor Egío (Alternativa por Santomera), Arcadio Martínez (Cambiemos Alcantarilla), Elia Olgosos (Aguilas Puede), Ángel Luis Hernández (Ganar Archena)
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