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Desde dragarlo hasta rodearlo de un cinturón verde: los científicos discuten la mejor solución para el Mar Menor

Peces y crustáceos muertos en un cubo recogido a la orilla del Mar Menor

Elisa Reche / Santiago Cabrera Catanesi

5 de septiembre de 2021 22:00 h

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Después de la calma, ha vuelto la tormenta política. Durante la visita de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, al Mar Menor para comprobar su estado tras haber sufrido una segunda anoxia con cinco de toneladas de peces muertos en la orilla, el pasado 25 de agosto, hubo una aparente conciliación con el presidente del Ejecutivo murciano, Fernando López Miras a la hora de abordar la crisis medioambiental. Pero no habían pasado ni cuatro días cuando el secretario general del PP, el murciano Teodoro García Egea, volvió a acusar a la vicepresidenta tercera de no haber puesto “ninguna medida concreta sobre la mesa” durante su comparecencia ante el Consejo de Ministros, mientras que la Fiscalía General del Estado recibía la denuncia del Gobierno regional a Ribera acusándola de dejación por el control de vertidos que llegan al Mar Menor a través de la rambla del Albujón. Una crisis política que se plasma en la disparidad de las propuestas que ponen sobre la mesa, tanto desde la esfera política como social, para paliar el estado de la albufera.

Durante la rueda de prensa que ofreció López Miras al quinto día consecutivo de aparecer restos de fauna marina en el Mar Menor, el jefe del Ejecutivo murciano ya anunció sus tres medidas estrellas para solucionar la crisis medioambiental que los ecologistas murcianos llevan décadas advirtiendo: parar los vertidos de nitratos por la rambla del Albujón a la laguna, dragar la gola –el canal que comunica el Mar Menor con el Mediterráneo– de Marchamalo y vaciar el acuífero de nitratos. Días después, dio un paso más y anunció la prohibición el uso de fertilizantes nitrogenados inorgánicos en la llamada 'zona 1' del Mar Menor, que afecta a terrenos de los municipios de San Pedro del Pinatar, San Javier, Los Alcázares y La Unión. También se comprometió a reducir a la mitad los plazos administrativos para tramitar expedientes sancionadores, necesarios para restituir los terrenos de regadío ilegales.

Paralelamente, la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para dotar de derechos a la laguna salada sigue su curso. Sus impulsores tienen hasta octubre para conseguir medio millón de firmas, y aseguran estar cerca de conseguirlo, sobre todo tras la última crisis de muerte de peces que incentivó a la ciudadanía a apoyar el proyecto. Por su parte, desde Podemos Región de Murcia y Unidas Podemos llevan meses promocionando que el Mar Menor se convierta en un parque regional, y que se le dote así de una serie de protecciones públicas que sirvan de “escudo”, además de aprobar una tasa al “agronegocio”: “Para que quienes han contaminado, paguen”, señaló en una rueda de prensa la secretaria general de UP, Ione Belarra.

Parar los vertidos al Mar Menor por la rambla del Albujón

El Gobierno regional ha señalado una y otra vez que hay que terminar con los vertidos que llegan a la laguna salada por la rambla del Albujón. Esta semana la mayoría parlamentaria que sustenta al Gobierno de López Miras –PP más los tránsfugas de Ciudadanos y ex de Vox– registraron una proposición de ley en la Asamblea Regional para endurecer la normativa sobre los vertidos.

“Lo que queda claro es que el Gobierno regional no se plantea como opción la relación entre la agricultura intensiva y el Campo de Cartagena porque ese es realmente el problema”, señala el profesor de Ecología de la Universidad de Murcia José Antonio García Charton. “Existen medidas, por así decirlo de tubería, pero seguiría habiendo un vertido que llegaría al Mediterráneo mediante colectores, redes de drenaje o desvíos. De nuevo estamos intentando solucionar un problema ambiental con 'obra dura' con el contexto de un cambio climático con el que vamos a tener cada vez más gotas frías, por un lado, y por otra parte, cada vez menos agua”.

García Charton aboga por la “transformación de la agricultura hacia prácticas más acordes con la situación climática y con la situación del Mar Menor: todo lo demás es una huida hacia delante que no garantiza nada, sino todo lo contrario”, apunta.

Dragado de la gola de Marchamalo

Desde el PP y también Vox se ha insistido mucho en el dragado de la gola de Marchamalo tras la segunda anoxia que ha sufrido el Mar Menor. Éste es el canal más pequeño de las tres comunicaciones que cuenta la albufera con el Mediterráneo –las otras dos serían Las Encañizadas y en el canal del Estacio–. “Si se hace tal y como se está planteando es parecer que haces algo sin hacer nada. Marchamalo es una gola muy pequeña y el Mar Menor es una laguna muy grande con una tasa de renovación de agua de unos ocho meses. Que dragues uno o dos metros no tendría prácticamente ningún efecto”, apunta García Charton.

El director de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) y geógrafo, Pedro García, coincide con la visión del ecólogo: “Lo de dragar la gola es un cuento porque está abierta constantemente, lo único es que ha podido perder es un poco de capacidad. No es más que un mantra: lo sueltas y la gente piensa que pasa algo. Eso sí, ejerce un efecto inmediato sobre el ciudadano porque ve las máquinas trabajar”. “El problema es mucho más complejo y estas soluciones son muy efectistas. Algunos las aprovechan como cortina de humo y mientras tanto no se mira a la agricultura”, añade. De hecho, Ecologistas en Acción amenazó con denunciar al Gobierno murciano por proponer el dragado.

La medida solo encuentra apoyo en el propio comité de seguimiento del Mar Menor, dependiente de la Consejería de Medio Ambiente. Su principal defensor es Ángel Pérez Ruzafa, investigador de la Universidad de Murcia y catedrático de Ecología. Ruzafa rechaza tildar la apertura de la gola de “solución” para el Mar Menor: “Es una acción de emergencia ante la prevención de una DANA. Desde luego no es medida para evitar la eutrofización, en absoluto”. Desde el Gobierno murciano se ha defendido que será un dragado puntual y reversible.

La directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Julia Martínez, señala que si solo se draga Marchamalo “el impacto sería muy residual”. La científica argumenta que si se abre un canal, se reduce de forma proporcional el intercambio de agua a través del Estacio, que es la comunicación principal entre la albufera y el Mediterráneo –sistemas comunicantes abiertos–. “Simplemente sería una apariencia de que se está haciendo algo. Además, puede tener impactos ecológicos adicionales”.

Vaciamiento del acuífero que discurre al Mar Menor

La comunidad científica coincide en que el acuífero debajo del Campo del Cartagena y el Mar Menor tendría unas 300.000 toneladas de nitratos acumulados. El Gobierno regional ha repetido en varias ocasiones que habría que proceder a su vaciamiento. Pérez Ruzafa insiste en que no se trata de vaciar acuíferos, “sino de rebajarlos un metro y medio: Si consigues que baje el acuífero al nivel de la orilla dejaría de entrar esa agua al mar de forma directa y de forma indirecta por la rambla, y entonces solo quedaría controlar el agua superficial con una infraestructura de recogida y tratamiento”.

“Esto me gustaría que también nos lo contaran mejor: pinchar el acuífero y sacar el agua se me antoja complicado”, dice García Charton. El ecólogo cree que, en cualquier caso, se trata de una medida puntual, al igual que el dragado de la gola. “Hay varios acuíferos ahí, ¿cómo se pincha? Me faltan opiniones expertas que me digan lo que significa bombear el agua del acuífero, llevarlo a la desalobradora, desalar el agua y ¿a dónde iría ese agua y esa salmuera? ¿Se podrán extraer los nutrientes? ¿Y dónde echas esa agua: en el Mediterráneo?”, se pregunta el ecólogo, quien considera que no ha habido un análisis preciso de esta acción, además de que sigue sin abordarse el problema de origen: el exceso de agricultura intensiva con tres y cuatro cosechas al año.

Un cinturón verde en torno a la albufera

La viceministra tercera propuso durante el pasado Congreso de Ministros que una de las medidas que pondrían en marcha sería “un cinturón verde de 390 hectáreas”, para las cuales Ribera insinuó en su visita al Mar Menor que estaba dispuestas a adquirir fincas privadas.

La también profesora de Ecología de la UMU Rosa Gómez lleva años investigando los humedales. “La orilla del Mar Menor estaba rodeada de humedales y tienen un papel muy importante como filtro verde, de modo que todas las aguas de escorrentías tanto superficiales como subsuperficiales que atraviesan los humedales son depuradas de forma natural”, señala.

“Habría que volver a rodear al Mar Menor de los humedales que tenía, los que quedan, y hacer otros artificiales en los que se recrea un humedal natural”, apunta Gómez, quien también apuesta por crear humedales también en algunas localizaciones estratégicas para “depurar zonas de drenaje agrícola” y “revegetar los cauces”. “Son infraestructuras basadas en la naturaleza y ahora en Europa se aboga por esto”, apunta la ecóloga.

En la misma línea se manifiesta Martínez, de la Fundación Nueva Cultura del Agua: “Se debería excluir –dentro del cinturón– cualquier tipo de actividad intensiva o de regadío, y dedicarlo enteramente a recuperación de humedales y vegetacinaturales, y a vegetación natural para que tengan esa labor de esponja , de sistema que puede retener y eliminar nutrientes”. Cuando hay grandes torrentes de agua, los nitrógenos y fósforos acumulado en la cuenca –durante muchos meses, e incluso años– entran de golpe a la albufera del Mar Menor. “Si se recuperan los humedales naturales y se fortalecen toda esa banda perimetral con más superficie de humedal y con manchas de vegetación natural, estos humedales actuaran como riñones capaces de retener esos nutrientes”, defiende Martínez. La directora técnica recomienda además reducir la superficie de regadío –más alla de las 8.500 hectáreas ilegales–, y critica la medida del Gobierno murciano de prohibir algunos fertilizantes: “Está lejos de solucionar el problema”.

“Por sí solo no sería suficiente” apunta Pérez Ruzafa. El científico indica que solo con el cinturón verde no se evita que un acuífero siga vertiendo agua al mar, ni que en una DANA el terreno retenga algo de agua“. ”Todo lo que no sea tener una infraestructura de la gestión del agua son complementos“ insiste Ruzafa. El miembro del comité de seguimiento del Mar Menor cuestiona la viabilidad del cinturón verde: ”¿Cómo se materializa? ¿Quién expropia? ¿Quién lo financia? Me da la impresión de que eso empieza a no estar en el terreno del Ministerio de Transición Ecológica“.

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