El PP ahoga a la Coordinadora de Barrios de Alcantarilla tras 40 años de trabajo comunitario: “Nos ven como rivales”
El aula está silenciosa. Las sillas, de colores brillantes, reposan boca abajo sobre las mesas; las estanterías rebosan juguetes, libros y materiales de manualidades, vestigios de risas que aún flotan en el aire. En un rincón, un pequeño dosel rojo cuelga sobre una mesa, como un castillo esperando a que regresen los niños que llenan de vida cada rincón. Es la Coordinadora de Barrios de Alcantarilla, un espacio que durante casi cuatro décadas ha sido refugio y patio para decenas de familias, y que ahora amenaza con quedarse vacío por primera vez. En 2020, la Comunidad Autónoma dejó de financiar sus proyectos y este año 2026 lo hará también el Ayuntamiento de Alcantarilla, lo que ha llevado a la entidad a una crisis económica y organizativa. Según su directora, Isabel Guirao, el argumento oficial es que las “concitecas” municipales ya cubren esa necesidad en la que ellas mismas trabajan, algo que la Coordinadora rechaza alegando que muchas familias se quedan fuera y buscan en la asociación un espacio comunitario que no encuentran en los servicios públicos.
“Lo formaron hace muchísimos años la señora Mari Carmen Sánchez Navas, Maruja, la del Loto Azul, y otras mujeres del barrio”, recuerda Manolita, que a sus 87 años es vecina del barrio de San Pedro de toda la vida. “En las Fiestas de Mayo ponían un kiosko, y vendían cosillas para recaudar dinero. Enseñaban a las madres a hacer labores, trabajaban siempre: lloviese o nevase, aunque aquí no nieva nunca. Estando enfermas, delicadas de salud, nunca han cerrado esas puertas a nadie”. Tras casi cuatro décadas de trayectoria, la Coordinadora se enfrenta a un escenario que ya conocía pero que ahora se combina: “Lo cierto es que si todo esto sirviera para ganar en transparencia y ganar en ética social, lo daríamos por bueno, pero la verdad es que no tenemos muchas esperanzas porque esto no es de este año 2025. En 2020 ya nos atacaron dejándonos sin dinero, en plena pandemia, en 2020, o sea, en la Comunidad Autónoma. En 2021 tuvimos que llevar a los juzgados al Ayuntamiento de Alcantarilla porque la subvención no era transparente y en 2022 y 23 ha sido por eso más de lo mismo. Y en 2024, ya cero”.
El laberinto burocrático al que se enfrenta la Coordinadora tampoco ayuda. Las subvenciones de Servicios Sociales se deciden en una comisión en la que participan todos los partidos políticos y responsables municipales, pero según Guirao, la votación llega condicionada de antemano: “A esa comisión ya llegan los proyectos valorados. Esa valoración sale del Centro de Servicios Sociales y de una mesa de técnicos. Entonces, cuando llega, se dice: esta es la valoración, y si no votáis a favor, el dinero se retrasa mucho. Todo el mundo vota a favor. Eso significa que cualquier ciudadano de Alcantarilla puede decir que su representante ha votado en contra de la Coordinadora. Y eso no es real”.
La relación con el Ayuntamiento ha sido desigual según la concejalía de turno. “Con otras concejalías hay una relación normal, unas veces más tirante y otras menos”, apunta Guirao. “Pero con Servicios Sociales la cosa cambia. Ahí hay tensiones que no hemos conseguido erradicar. Y lo cierto es que a nosotras nunca nos han vivido como apoyo, sino como rivales o como jueces”. Esa tensión se traduce en lo cotidiano: las trabajadoras de la Coordinadora tienen contratos de tarde porque su trabajo está ligado a los proyectos de infancia, mientras que las reuniones institucionales suelen convocarse por la mañana. “Todo lo que es trabajo de mañana sale de nuestro tiempo libre y de nuestro bolsillo. Vamos porque creemos en el proyecto, pero no lo paga nadie”, añade.
La Coordinadora de Barrios no solo gestiona actividades para niños y adolescentes, sino que también se enfrenta a la complejidad de los fondos públicos y la valoración de sus proyectos. Guirao explica con claridad la situación: “Si lees la convocatoria publicada en el tablón de anuncios de la sede electrónica, la resolución provisional habla de un solo proyecto que no reúne los puntos, cuando nosotras presentamos dos: uno de infancia para niños de 3 a 6 años y otro para adolescentes de 12 en adelante. El primero es un grupo de trabajo en valores, educación en valores, ocio y tiempo libre. El segundo proyecto se centra en la promoción de la participación de la familia en el barrio. El Ayuntamiento dice que eso ya lo hacen ellos. Y a mí me gustaría saber dónde están publicados esos proyectos del Ayuntamiento, porque en el caso de la infancia ellos solo tienen concitecas municipales con 80 plazas y hay tres. En algunas sobran plazas, en otras no, y a veces algunas familias sacan a los niños de la conciteca porque no les gusta cómo funciona y nos piden a nosotros plaza”.
En este escenario, la Coordinadora insiste en un modelo de comunidad que se distingue de otros programas sociales. “La participación en la Coordinadora es obligatoria: la asamblea, la limpieza, las actividades de infancia. Por eso la participación es tan alta, porque a los padres y a las madres se les considera personas con capacidades que tienen que revertir en el barrio. Y eso lo reforzamos mil veces: el hecho de ser pobre o estar en situación de vulnerabilidad no te incapacita intelectualmente”.
Carmen y Pedro son los padres adoptivos de Sergio. Ahora tiene once y lo adoptaron a los cuatro años, habiendo sido víctima de maltrato en su niñez. “Tiene un retraso madurativo y le cuesta relacionarse con otros niños”, explica Carmen. “Nos dimos cuenta de que no jugaba con los niños de su clase, de que no se relacionaba. La trabajadora social del Ayuntamiento nos habló de la Coordinadora y nos dijo que probásemos. Yo creía que en la Coordinadora solamente ayudaban a familias en vulnerabilidad económica, pero descubrí que no. Allí, Sergio juega y está aprendiendo a relacionarse con los demás. Hasta celebramos allí su cumpleaños con sus amigos”.
Lo que más duele, explica Guirao, es la falta de respuestas claras. Este año presentaron alegaciones, pero aún no han recibido contestación. “Ni siquiera sabemos por qué nos han negado la subvención. ¿Cómo nos vamos a defender si no sabemos qué alegar? Eso es una indefensión total. Es el juego de: estás conmigo o eres mi enemigo”.
Desde el Ayuntamiento rechazan que se haya dejado fuera a la Coordinadora de Barrios. La Concejalía de Bienestar Social, Familia y Mujer señala que la asociación, como el resto de entidades del tercer sector de Alcantarilla, concurrió a las subvenciones anuales en régimen de concurrencia competitiva y que ninguna organización dispone de un convenio propio. Según su versión, las bases reguladoras establecen que solo se financian proyectos que no cubre la Administración local, y en este caso el presentado por la Coordinadora no alcanzó la puntuación necesaria porque la actividad propuesta ya estaría cubierta por las concitecas municipales.
Para Guirao, el reconocimiento institucional suena hueco. “Después de decirnos que no somos necesarias, que no entramos en el proyecto del Ayuntamiento, luego nos dicen que hacemos un buen trabajo. Eso es insultante. No me digas que hacemos un buen trabajo si luego no nos incluyes en el plan. Entonces, ¿qué significa? ¿Que el buen trabajo no entra en el plan del Ayuntamiento?”.
El choque entre versiones resume el dilema de la Coordinadora de Barrios: para el Ayuntamiento se trata de un expediente administrativo en el que no han logrado la puntuación suficiente; para la asociación es la constatación de un abandono político que pone en riesgo la continuidad de un proyecto comunitario nacido hace casi cuarenta años en los barrios de San Pedro y San Roque. En medio quedan decenas de familias que, como Sergio y sus padres, han encontrado allí un espacio que no se mide en puntos de una convocatoria, sino en vínculos de barrio y en la vida cotidiana de sus hijos.
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