La vida sigue
Hace nueve meses que pisé por primera vez un campo de refugiados. Esta es la tercera vez que visito el campo de refugiados de Ritsona. Desde entonces he conocido a personas encantadoras, tanto que a algunas las considero amigas, con algunas de ellas mantengo contacto habitualmente, me cuentan cómo están ellas y sus familias, me envían fotos de los nuevos miembros dela familia que han nacido en el campo de refugiados o cómo les han salido sus entrevistas para recibir asilo en Europa.
Esas entrevistas donde los encargados de hacerlas se saltan cualquier ápice de empatía, entrevistas que duran hasta seis horas, donde les cogen el móvil y les miran todas sus redes sociales, fotos o llamadas, por supuesto, sin pedirles permiso y con un desprecio que si tuvieran un mínimo de humanidad se negarían a obedecer. Así es el modus operandi que se practica a las personas que han tenido que salir huyendo de sus países en guerra.
Algunas de las personas que conocí el verano pasado ya están en pisos que les da el Gobierno griego, esperando el día para volar a sus paises de destino. Todos llevan mas de un año en este maldito sitio, un eterno año esperando para recuperar un poco de dignidad, algo que la nefasta guerra y la falta de solidaridad por parte de los paises de la UE les han arrebatado.
Sorprende ver como han cambiado las condiciones del campo desde agosto hasta hoy: ya no hay tiendas de campaña, los Emiratos Arabes que cerraron sus puertas a la acogida de refugiados donaron 158 isobox (casetas de obras) que no miden mas de 13 metros cuadrados, donde en algunos casos conviven hasta doce personas.
Hay personas que no han tenido tanta suerte, los chicos que llegaron solos llevan mas de un año aquí, muchos de ellos tienen a sus familias en Siria, observando desde la caseta de obra en medio de la nada como siguen cayendo bombas en su país de origen.
Lo que más llama la atencion es la falta de información por parte de los gobiernos y de los organismos internacionales. Está claro que no es algo casual, la informacion es poder y, por supuesto, lo último que quieren es que se empoderen, sólo faltaba.
Hoy, como tantos otros, ha sido un día triste. Uno de los chicos que lleva mas de un año solo en Ritsona ha recibido una llamada. Su padre ha fallecido. Sin embargo, Aber, que está con sus dos hijos en Ritsona por fin viajará a Suecia a reunirse con su marido que lleva mas de dos años allí. Y mientras tanto, la vida sigue. WELCOME REFUGEES.
*Teresa Fuentes Rivera es miembro de la Asociación Amigos de Ritsona