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Arbitraje participativo, el baloncesto navarro enseña a los jugadores a pitar ante la escasez de jueces

Jugadores en un partido del arbitraje participativo.

Andrés Toro

Pamplona —
21 de julio de 2025 21:45 h

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Los niños y niñas que practican baloncesto en Navarra a los 11 y 12 años no solo aprenden a jugar el deporte, sino que también aprenden a arbitrar al contrario e incluso a ellos mismos. Es una iniciativa impulsada por la Federación Navarra de Baloncesto (FNB) durante más de cinco años. Sin embargo, para algunos de los entrenadores de los clubes que hacen parte de las ligas, el proyecto presenta deficiencias que deberías ser resueltas.

Desde la temporada 2019/2020, en la categoría preinfantil del baloncesto navarro se ha venido implementando el arbitraje participativo. En el dosier informativo de la FNB se explica que consiste en que dos jugadores de cada equipo “arbitran su propio partido”. Debido a que la categoría elegida es la preinfantil, debe ajustarse con las reglas de pasarela. Estas reglas estipulan que todos los jugadores deben, al menos, jugar y descansar un cuarto completo (un partido de baloncesto se divide en cuatro períodos de diez minutos) antes del tercer período. Por lo cual alguno de los jugadores en el banquillo entran a arbitrar, y al terminar el periodo, es remplazado por otro distinto, salvo causa excepcional.

De acuerdo con Álex Calvo, uno de los responsables del programa por parte de la FNB, se busca “cambiar en general la percepción arbitral” principalmente para poder enriquecer “el proceso deportivo integral de las jugadoras y jugadores” y apostar por los valores, la honestidad y una competición constructiva. A su vez, también ayuda a que se solvente la falta de árbitros en Navarra, aunque Calvo reitera que no es la razón principal del programa. “Es una categoría que no se estaba arbitrando de normal, y que los clubes tenían que atender en sus pabellones”, por lo cual como tal ya se tiene cubierta la demanda de colegiados. El arbitraje participativo más que un modo de captar nuevas personas sería una apuesta por la renovación de la figura del árbitro.

Algunos entrenadores como Inari Iturri, del club Lagunak, Julen Moreno, del club Larraona Claret, y Rubén Lorente, del club Oncineda, discrepan en este punto. Los tres apuntan a que el origen del arbitraje participativo recae en la falta de colegiados en Navarra. “Considero que esto empezó con la necesidad de árbitros, pues si a alguno le llama la atención lo de pitar luego se apunta”, explica Moreno.

No obstante, ninguno piensa que ayude como tal en este aspecto. Iturri, ha entrenado a dos grupos de preinfantiles, un equipo femenino en el primer año del programa y uno masculino en el tercer año. Del grupo femenino, al que ha vuelto a dirigir en la categoría junior el año pasado, no reconoce que se haya desarrollado un gusto por el arbitraje. “A ninguna de ellas que realmente le ha quedado un gusto por arbitrar, luego en el tercer año del arbitraje hubo uno de los jugadores que terminó entrando en la escuela de árbitros, pero más allá de eso nada”, dice.

Para Lorente, “sirve para que una categoría no haya que arbitrarla”, pero no cree que consiga que más niños se apunten a la escuela de árbitros. Si bien es cierto que no se arbitra como tal en esa categoría, la FNB dispone una serie de colaboradores que ayudan a los niños en la toma de decisiones. Puesto que la mayoría de los partidos suceden en el polideportivo de Arrosadía, haciendo uso de una cortina divisora, la pista grande se divide en tres módulos en donde se pueden tener tres juegos de manera simultánea. De esta manera se pueden controlar y acompañar más fácilmente los juegos.

No obstante, Los tres entrenadores concuerdan a su vez en que hay deficiencias en la participación de los colaboradores en los partidos. “Cuando estamos en Arrosadía la gente del arbitraje hablan con los chavales y les dan indicaciones, y eso está muy bien. Pero luego, por ejemplo, nosotros que jugamos en Estella, cuando jugamos en casa no hay una figura que controle el partido, y tenemos que ejercerlo los entrenadores”, menciona Lorente. Para Iturri y Moreno, el rol de los colaboradores que destina la FNB para los juegos, incluso en Arrosadía, es insuficiente. “En los años que he estado no siempre había una persona por cada módulo”, comenta Iturri. “Algunos de los que están ayudando por parte de la FNB no corrigen o rectifican. Por supuesto hay ayudantes que sí colaboran en verdad, pero no se debería permitir que haya gente que solo va a pasar la mañana”, asevera Moreno.

¿Quién enseña a los niños a arbitrar?

Durante varias sesiones de la FNB con las familias de los jugadores, una de las primeras dudas fue quién iba a enseñarles el programa. “Entendemos que los entrenadores y directores técnicos de los clubes”, respondió la organización en un documento publicado en su blog. Una serie de recursos web, videos, dosieres y trípticos han sido puestos a disposición de los entrenadores para consultarlos. Además, a principios de cada temporada, se ofrece una sesión de entrenamiento impartida por los organizadores del arbitraje participativo, donde se hacen ejercicios para practicar la toma de decisiones y luego se realizan amistosos implementando el arbitraje.

En consecuencia, algunos entrenadores han tenido que modificar las actividades para sus equipos. “A mí me han venido muy bien los ejercicios que nos ha dado la federación porque a veces se te acaban las ideas y pues tiraba de recursos y la verdad es que los he usado bastante”, comenta Lorente. Moreno, por su parte, ha integrado el arbitraje en los partidos que ha hecho durante los entrenamientos, pero no ha moldeado ni basado su programa deportivo en ello. “Aunque estemos capacitados por conocimiento, no creo que los entrenadores tengamos que ser los responsables en los partidos. La función de un entrenador es dirigir al equipo. En todo partido debería haber alguien externo a los dos equipos que gestione ese asunto”.

Como tal, los entrenadores no cuentan con una capacitación para enseñar a un jugador a arbitrar. Sin embargo, quienes tienen varios años de experiencia dentro del deporte, pueden aportar a la formación en este aspecto a sus jugadores. Por ejemplo, Lorente al llevar 42 años entrenando o jugando, y habiendo arbitrado 25 partidos de todas las categorías dentro de su club, no ha requerido ninguna formación extra.

Calvo reconoce que este programa añade más labores al entrenador durante la temporada. Sin embargo, asegura que todo “el trabajo metodológico” ha sido diseñado de tal manera que los entrenadores puedan integrar en sus equipos el arbitraje sin perder tiempo en ello. Sin embargo, Inari Iturri en su experiencia al entrenar equipos preinfantiles el primer y tercer año del programa, no concuerda con Calvo. Él considera que el papel del entrenador en este proyecto no debería pesar tanto. “Tenemos mil cosas prioritarias en cuanto a baloncesto en una categoría de formación como es preinfantil antes que enseñar unos básicos de arbitraje”. Para Iturri, un entrenador ya carga suficiente con asumir un equipo nuevo y tener que ajustarse a sus necesidades para optimizar su desarrollo deportivo. “Es cuestión de tiempo. Hay equipos que no cuentan con entrenador segundo, por lo que una persona sola no da el tiempo. No es real que los ejercicios para el arbitraje no tomen tiempo, porque para hacer un tres contra tres y poner a dos niños en la banda a arbitrar no funciona. Ni aprenden a arbitrar ni aprenden a jugar”.

Una nueva forma de ver a los árbitros

El valor pedagógico y educativo es uno de los atractivos y puntos a favor del arbitraje participativo. La FNB en su tríptico informativo muestra cómo con este proyecto se puede fomentar “el respeto de las normas de juego”, el compañerismo, la toma de decisiones bajo presión, la pertenencia a un equipo y disfrutar “jugando y arbitrando”. Para Calvo “se generan muchísimas oportunidades de aprendizaje que son tremendamente enriquecedoras y representan lo más positivo del deporte”. Por su parte, Lorente considera que en sus jugadores se han dado estos resultados. “Mis jugadores han aprendido que pase lo que pase hay que arbitrar tanto a favor como en contra del propio equipo en cualquier momento del partido. Estoy muy contento con el grupo de este año, son chavales muy nobles”.

Sin embargo, no todas las experiencias han sido positivas en este aspecto. Moreno por ejemplo opina: “No considero correcto que los niños deban arbitrar un partido donde ellos mismos están jugando porque dañas la competición. He visto casos donde el árbitro le pita cuatro faltas al mejor jugador del otro equipo para que no pueda seguir jugando”, (en baloncesto a la quinta falta se expulsa al jugador). “La educación en valores es algo que implica un montón de cosas, y siempre la intento inculcar, pero no siempre se consigue. Depende de la personalidad y de cómo vengan ‘disciplinados de casa’”. En ese sentido, la posibilidad de una mejora en aspectos éticos no significaría que de manera necesaria se dé en la mayoría de casos.

Otro factor que determina la experiencia de los niños es la motivación de los mismos. La propia FNB aborda este asunto en su dosier informativo. “Deberemos de crear un clima de confianza, no reprochar, ponernos con ellos para guiarles y decirles cuando tienen que pitar y cómo hacerlo (hacer de sombra), ya que con este método conseguiremos que ellos adquieran confianza y respaldaremos sus primeros pasos en el arbitraje”. Al ser una actividad nueva y desconocida, muchos de los niños podrían sentirse inseguros de pitar y de tomar decisiones, por lo que un ambiente basado en la confianza puede ayudarles a soltarse.

Lorente, a pesar de que en su grupo sí hubo una mejoría en la pérdida del miedo de la toma de decisiones a lo largo de la temporada, también acepta que hay niños que no disfrutan del arbitraje. “Hay algunos que son introvertidos y si encima le pones con un silbato en el centro de atención, solo intentan esconderse y hacerse pequeñitos para que pasen rápido estos 10 minutos”. En el equipo preinfantil de Larraona sucede algo parecido. “Diría que la mayoría lo ven como obligación. Solo dos o tres me han pedido pitar ellos y no sé si lo han hecho a modo de revancha por lo sucedido en cuartos anteriores. En general, no es que les guste y depende de la personalidad y carácter de cada uno”, añade Moreno.

Bajo esta misma línea, como consecuencia del miedo que tienen los jugadores, a veces los partidos se pueden salir de control. Cuando no se pita una infracción a la hora de botar, o no se sancionan correctamente los pasos, o incluso si no se corta el juego cuando el contacto físico es excesivo. “Hay partidos que se convierten en una batalla campal”, recuerda Lorente. “No hay un control de las reglas, no se controla lo que se puede y no se puede hacer, es como ver otro deporte completamente distinto”, añade Iturri.

Calvo, por el contrario, no considera que los partidos que se salen de control se presenten en una cantidad considerable. “Si haces un balance te das cuenta de que el 85% de los partidos van de maravilla y que hay un 15% que se complican”. Por su parte considera que a medida que va transcurriendo la temporada, el desempeño de los jugadores mejora y con ello se vuelve más ameno el juego.

no podemos caer en la costumbre, si algún día vemos que no es beneficioso igual hay que quitarlo

“En principio la idea es continuar, tenemos que hacer la Asamblea General en agosto con los clubes, pero la idea es continuar”, explica Calvo sobre la continuidad del programa. La FNB ha creado el Club Juega, Arbitra, Pásalo Bien (JAPB) para continuar la formación de los jugadores que se interesen en el arbitraje. Durante la temporada, en los fines de semana se han organizado sesiones gratuitas en donde “siempre han participado entre 20 y 30 deportistas”. Adicionalmente, a cada jugador se le entrega una plantilla en la cual puede registrar el número de partidos en los que colabora en su club con el arbitraje, y dependiendo del número de partidos puede recibir recompensas por parte de la FNB como balones o equipaciones.

Sin embargo, según Calvo, no es necesario pasar por el club JABP para cumplir los objetivos del programa, sería suficiente su paso por la categoría preinfantil. Para Lorente, no alcanza solo con un año para garantizar el aprendizaje. “Si están un año arbitrando, luego a partir de ahí queda en manos de los entrenadores si se quiere seguir sembrando ese aprendizaje. Veo muy complicada la continuidad, y además no sé si ayude a captar más personas para el colegio de árbitros de Navarra”. A pesar de que se pueda mejorar la imagen del árbitro, “el que es jugador, es jugador y le gusta jugar. A muy pocos les gusta arbitrar”.

Aunque tenga sus desafíos, los entrenadores no consideran que sea una mala propuesta, pero sí consideran que se requiere un cambio. “Puede ser muy beneficioso de cara al papel del árbitro y el respeto hacia el mismo, entender que un árbitro puede cometer errores al igual que un jugador”, opina Iturri. “Creo que es posible que sea una buena iniciativa, pero hay que darle alguna vuelta”, agrega Moreno. “Es un proyecto valiente, que ninguna otra federación se ha atrevido a hacer, pero no podemos caer en la costumbre, si algún día vemos que no es beneficioso igual hay que quitarlo”, concluye Lorente.

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