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Cientos de pequeños temblores y los últimos terremotos revelan la existencia de una nueva falla en Navarra

Mapa de los últimos temblores registrados en el área de Pamplona en los últimos días

Rodrigo Saiz

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Desde el mes de agosto del 2020 se han registrado en el área de Pamplona más de 800 temblores, en su gran mayoría imperceptibles para la ciudadanía pero más de 80 sí sentidos en varios puntos de la comunidad foral y al menos media docena en lugares tan alejados como Bizkaia, Barcelona o Tarragona. El último hace una semana de magnitud momento 4,1, siendo el segundo más fuerte registrado en España en los últimos 30 días, solo por detrás de uno registrado en la isla de la Palma. Que se produzcan terremotos no es extraño en Navarra, un territorio que conecta directamente con los Pirineos y en el que siempre ha habido actividad sísmica. Lo peculiar de los centenares de sismos detectados en el último año está en su origen, en su gran mayoría desconocido, y es que los epicentros de la mayoría de los terremotos no coinciden con ninguna falla cartografiada.

Esta es la respuesta que dan desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN) cuando se pregunta por las causas del último episodio sísmico vivido en la comunidad foral. Lo confirma también el geólogo e investigador de la Universidad de Zaragoza, Antonio Aretxabala, que añade que desde agosto del año pasado “no ha dejado de haber terremotos en Navarra, aunque en su gran mayoría de magnitud por debajo de 2”. “Los terremotos de agosto y octubre del 2020, los de mayor magnitud, tuvieron su epicentro en la zona de Leyún, allí sí hay cartografiadas varias fallas de algo más de 1 kilómetro de longitud, pero los últimos han sido más hacia el sur y ahí no hay ninguna falla conocida”, asegura.

Que no esté cartografiada, no significa que no exista, añaden desde el IGN. “Esos temblores están siendo provocados por una falla que todavía no ha sido estudiada por los geólogos y por tanto no figura en el registro”, apuntan. Lo que está completamente descartado es que los terremotos tuviesen su origen en la falla de Pamplona, como indicaron algunos en un primer momento. Este accidente tectónico que está situado al oeste de la capital navarra, a varias decenas de kilómetros del área epicentral de Lizoain, no es el causante de estos temblores, según explican los distintos expertos consultados por este periódico.

Los tres temblores registrados hace apenas una semana, de magnitud 4,1 el más energético de ellos, tuvieron su epicentro más cercano a Pamplona que los de 2020, muy próximo a la localidad de Mendioroz, al este de la capital, donde según el mapa geológico elaborado por el Gobierno de Navarra no hay ninguna falla cartografiada que explique estos terremotos. “Es necesario que se haga una campaña de estudio para cartografiar esa falla y conocer la magnitud máxima que podría alcanzar un terremoto en esa zona”, señala Aretxabala.

La magnitud de un sismo es proporcional al tamaño de la falla y Navarra está repleta de fallas por su cercanía al Pirineo, todas de pequeño tamaño por ser una zona en la que la corteza está muy fracturada. Las que provocaron los primeros terremotos del 2020, en la zona de Leyún, tienen algo más de 1 kilómetro de longitud, “lo que nunca va a provocar un temblor de más de un nivel 4”, asegura el geólogo investigador de la Universidad de Zaragoza. “Aun así es importante saber cuánto miden esas fallas porque si es de más de un par de kilómetros podrían provocar terremotos que causasen daños a ciertas edificaciones”.

3.000 terremotos desde 2004

Los terremotos son habituales en la zona de Pamplona, rodeada de fallas, pero hacía tiempo que no se registraba un enjambre sísmico tan prolongado en el tiempo, lleva más de un año. Se conoce como enjambre sísmico a la sucesión de temblores de similar magnitud en la que no se diferencia uno mayor que el resto, lo que lo diferencia de los episodios en los que a un gran temblor le siguen sucesivas réplicas del mismo. Desde el año 2004, en la cuenca de Pamplona se han registrado más de 3.000 temblores, la inmensa mayoría parte de un enjambre sísmico, y de los que muchos, los últimos, no se conoce su falla de origen por falta de estudio.

Antonio Aretxaba advierte de la importancia de realizar nuevos estudios en la zona, similares a los que se realizaron en el año 2004 que permitieron asociar los temblores registrados entonces al llenado del embalse de Itoiz, algo que ha corroborado el propio IGN. Sin embrago está prácticamente descartado que los terremotos registrados en el último año guarden relación con el embalse por no producirse tan cerca de él como en el 2004 y porque el terreno ya se ha asentado durante estos años. De hecho, hace años que no se registran temblores significativos en esa zona.

Tanto Aretxabala como el IGN señalan que la actividad sísmica continuará en Navarra durante los próximos años, aunque es de esperar que con no mayor intensidad de la registrada hasta la fecha. Los edificios de la zona están preparados para soportar estos temblores, si bien Aretxabala apunta algunas carencias en varias edificaciones del Casco Antiguo de Pamplona, que “podrían sufrir” daños en caso de que se registrasen episodios de temblores más fuertes o más cercanos a la ciudad de los conocidos hasta ahora. Algo que ha puesto en conocimiento de las instituciones en diferentes ocasiones.

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