Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
La izquierda navarra y sus divisiones
Mario Gaviria decía que en Navarra coexiste la izquierda más radical junto con la derecha más ultramontana. Dada la multiplicidad, puede haber de todo. En las próximas elecciones forales del año que viene, el sistema político de Navarra contará, con toda probabilidad, con ocho fuerzas políticas parlamentarias. Para una población electoral de poco más de 500.000 personas.
Para explicar la existencia de tanta oferta partidaria para tan poca población hay que acudir en primer lugar a la historia, a la reciente y a la no tan reciente. Así, no se entiende la existencia de UPN, primer partido de Navarra, sin ir al proceso constitucional del 78 que provocó la escisión con UCD por la disposición transitoria cuarta que posibilita la anexión de Navarra a la Comunidad Autónoma Vasca. Tampoco se entiende el escaso peso del PNV en Navarra si no se acude al proceso de escisión que dio lugar a EA derivado de la rebeldía por parte del PNV de Navarra ante el acuerdo nacional que el PNV llegó con UPN y Coalición Popular en el 84 sobre la presidencia del Gobierno de Navarra. Tampoco se entiende la configuración del espacio de la llamada izquierda abertzale sin el nacimiento de la banda armada de ETA.
Si retrocedemos un poco más, podremos entender cómo Navarra es uno de los territorios españoles que menos apego tiene a la identidad española. El fuerte peso del carlismo fuerista sumió en el olvido y en la marginación al minoritario liberalismo republicano y español. La hegemonía del carlismo en Navarra data desde las guerras carlistas hasta la II República, prolongándose en el régimen franquista. Posteriormente, el carlismo se alojó en el nacionalismo y en el regionalismo. Todo ello, con el fuerte apoyo de la Iglesia católica en una Navarra agraria como terreno abonado para esta religión. Merece leer la vida de Basilio Lacort como raro espécimen político de Navarra frente a la mayoría “natural”. Lacort, militar español de Bera de Bidasoa estuvo en el bando liberal de la III Guerra carlista; fue pionero del republicanismo navarro; se declaró masón y anticlerical; acabando excomulgado por la Iglesia Católica.
Pero al margen del pasado para comprender el presente político de Navarra, también hay que tirar de la ciencia política. Así, en politología, los sistemas de partidos se trabajan a través de unas líneas divisorias que las cruzan. Es lo que se define en términos anglosajones como “cleavage”. Estas líneas divisorias tienen que ver con los conflictos sociales que toda sociedad representa. Toda sociedad es conflictual e inestable por naturaleza; lo que cambia es la intensidad del conflicto.
Así, los partidos se configuran en torno a la posición que toman ante los distintos ejes. El más clásico es la división entre izquierda-derecha que viene en origen ligada a la posición ante el capitalismo por los partidos obreros y burgueses. Por otro lado, se encuentra la línea divisoria de la identidad; que en Navarra se define en torno a la identidad navarra-identidad española-identidad vasca. Por último, podemos afirmar que ha surgido otra línea divisoria entre partidos nuevos-partidos viejos como resultado de la desafección ciudadana al sistema institucional anterior de donde surgen Podemos y Ciudadanos. Otra línea divisoria menos influyente es entre el laicismo y el confesionalismo religioso; en retroceso pero que todavía influye en Navarra. No perdamos de vista el peso de la religión o religiones en Navarra.
Así pues, los partidos políticos navarros se posicionan en torno a estas líneas divisorias cuyo resultado es una profusión de cruces que explican la pluralidad política en Navarra. Y la importante división de la izquierda navarra. El electorado navarro expresa con su voto esta pluralidad porque sus posicionamientos se cruzan de manera diferente atendiendo a los cruces (izquierda-derecha; navarro-español-vasco; viejo-nuevo; laico-religioso).
Soy consciente del lio en el que he sometido al lector. Pero es la única forma de explicar el lio político que tenemos en Navarra. Y sin embargo, no nos va tan mal.
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