La economía colaborativa, la cultura del esfuerzo, las plataformas digitales son conceptos que en los últimos tiempos esconden formas de precariedad alarmantes.
En esta fase de la economía, entre otras cosas, se da la extensión de empresas y formatos laborales que compiten en precariedad y presión salarial, los ejemplos de Deliveroo o los mataderos de Servicarne (que en Tudela han afectado a 600 personas) nos han abierto los ojos ante un abuso evidente; la existencia de falsos autónomos. Por eso hay que poner en valor el trabajo sindical que hace visible lo invisible, que transforma los problemas individuales en colectivos.
Uno de los principales retos del sindicalismo social será sin duda el de terminar con el aislamiento de los conflictos más precarios, dispersos e invisibles. Los nuevos modelos empresariales trocean a la gente trabajadora, por eso seguir soldando esas uniones entre gente parecida con problemas parecidos debe ser uno de los papeles a jugar por parte de sindicatos como CCOO.
Partimos de que la gente trabajadora es diversa, y diferente a la que había antes, pero sigue teniendo intereses comunes. Es evidente que no existe una identidad mítica, que se construya en torno al trabajo. Hoy la construcción de las identidades es el producto de una suma de referencias, que trascienden al lugar particular que ocupamos en el mundo del trabajo.
Por eso mismo, debemos seguir apelando a los valores que han encarnado generaciones anteriores de sindicalistas, que con mucha generosidad han luchado a favor de los derechos de sectores que necesariamente no les afectaban.
Hoy se dan la suma de las nuevas y viejas formas de precariedad, desgraciadamente ambas conviven en un ambiente laboral hostil especialmente para mujeres y jóvenes. Hoy en Navarra 11.900 personas tienen un salario igual o inferior a 14.000 euros.
Como ha ocurrido en otras fases históricas, los momentos de salida de la crisis, cuando no son equitativos, inducen al malestar social. Si en 2013 la reforma laboral despojó de derechos a la gente trabajadora y devaluó la influencia de los sindicatos en la negociación colectiva a favor de la patronal, hoy esa reforma laboral está sirviendo de lastre para una recuperación económica con un crecimiento igualitario.
Los sindicatos, que no dejamos de ser mediadores, somos imprescindibles en este tiempo de protesta social. No habrá mejor negocio para las elites que el desprecio al esfuerzo de los sindicatos por parte de los movimientos sociales en auge. Porque toca sostener los impulsos, la tensión movilizadora, pero todo eso tiene que llegar a un puerto que tenga sentido, que sea capaz de vertebrar propuestas, negociarlas, transformar la sociedad, dar servicio y proteger a la gente sin derechos y para esa carrera de fondo la organización, en mayúsculas, es imprescindible.
Así que frente a una realidad laboral débil, una salida de la crisis poco solvente y poco integradora, frente a la cultura empresarial de la acumulación, nos quedan los valores de siempre: reparto, solidaridad y apoyo mutuo de la gente trabajadora. En eso nos tendremos que empeñar para seguir conectando con espacios precarizados que no están sindicalizados, porque un elemento central para el reparto de la riqueza, hoy como ayer, siguen siendo los convenios colectivos.
Sobre este blog
Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
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