Ocho lecturas infantiles para que la imaginación no decaiga ni en agosto

Estos libros a los niños y niñas (y a las madres y padres) les divertirán como castillos de arena, cabañas de palos o saltar charcos. Aquí una selección variada para llenar de imaginación, letras e historias este mes de agosto. Apaguen la tablet y enciendan los libros, abran la sombrilla o refúgiense debajo de un pino porque estos cuentos están llenos de viajes.

1. ¡Pánico en el pueblo de los mocos! (Editorial LIT-ERA), de Mrzyh & Moriceau

A la casa nariz de las familias de mocos ha entrado un intruso. Un dedo gigante ha hurgado en el hogar nariz y ha asustado a toda la comunidad mocosa. Es por eso que los mocos deciden empaquetar los bártulos, subirse a las furgos y buscar nuevos hogares para vivir en paz. ¿Dónde encontrarán un nuevo techo? ¿En la boca? ¿En el pelo? ¿En una piña? Este divertido libro sirve para enseñar a niños y niñas (y a algunos adultos que aprovechan los semáforos para inspeccionar sus casas) que los dedos mejor fuera del hábitat de los mocos.

2. Tengo miedo (Editorial B de Block), de Alberto Soler y Concepción Roger

Un extraterrestre llega a la habitación de una niña muy muy miedosa. Le cuenta que viene de misión porque en su planeta las emociones escasean y él necesita tener miedo para ser prudente. Sin miedo y sin límites la vida corre peligro. La niña atónita le explica que sentirlo es paralizador y que ella intenta precisamente lo contrario, vencerlo, para poder jugar, conocer gente y salir de la burbuja de su habitación. Ambos se harán amigos y encontrarán que la virtud está en el punto medio. Las ilustraciones de este libro son bellísimas, a cargo de Nuria Albesa, que demuestra que los dibujos son casi (o más) importante que el texto.  

3. Zorro dice mentiras (Editorial NubeOcho), de Susanna Isern y Leire Salaberria

El zorro presume de tener una amiga tortuga voladora que rescata a los necesitados, sobrevuela por encima de las nubes y es tan mágica como pocas. Todos los colegas del zorro se sientan alrededor de él para escuchar las anécdotas de su increíble amiga tortuga. Le pedirán autógrafos, que la tortuga haga un manual de vuelo, que le lleve regalos... La mentira se va haciendo grande y bola, y el zorro se verá contando cosas más inverosímiles y complicadas historias. Las mentiras tienen las patas muy cortas y acabaran atrapándole. Como todo lo que publica NubeOcho, una maravilla.

4. Nenaza y chicazo (Editorial Tramuntana), de Pilar Serrano y Gómez

La dedicatoria es una declaración de intenciones: “Para Samuel que un día dejó el balón y dejó los patines. Para todos aquellos que educan sus hijos en libertad de ser, sin prejuicios ni condicionamientos. Para todos los niños y niñas que simplemente son”. Al protagonista de este cuento le llaman nenaza porque el fútbol le parece aburridísimo y se ha pasado a los patines, y la protagonista le llaman chicazo porque dejó el ballet porque le gustan los deportes de acción, así que ella es feliz con las artes marciales. Y dicen: “Nadie puede decirnos a qué se juega o qué deporte se practica. Simplemente hacemos aquello que nos gusta y nos hace felices, sin importar lo que opinen los demás”. Los juegos, los colores y las emociones no entienden de género.

5. La terrible Adèle (Editorial KómiKids), de Mr Tan y Miss Princkly

Adèle es una niña inquieta que, con el ceño fruncido, se empeña en hablar claro y dejar a sus padres boquiabiertos. Si puede hacer rabiar a todo el mundo, mejor. Ella dice que no quiere a nadie pero Flabio quiere ser su novio. Ella se lo está pensando para “tener siempre a mano a alguien a quien torturar”. Tiene un amigo imaginario llamado Magnus que murió en 1789, un gato al que trata regu y una abuela a la que llama bruja porque una vez oyó a su madre decir a su padre “pero qué bruja es tu madre”. Adèle disecciona muñecas para buscar la belleza interior y busca información de grandes criminales “pensando en su futuro”. Adèle es un terremoto hecho cómic, en el que risas, sarcasmo y agilidad mental no le falta.

6. Con el tiempo (Editorial Fulgencio Pimentel e hijos), de Isabel Minhós y Madalena Matoso

Con unas ilustraciones brutales (de llamativas y preciosas) de Madalena Matoso, el libro nos enseña sobre el tiempo. El minutero avanza como un niño crece y el lápiz se acorta. Como la piel de las manos se seca y las arrugas aparecen. El tiempo y el uso es lo que hace que la alfombra pierda el color y la goma de borrar cada vez sea más pequeña. O que el pan se ponga duro mientras que las galletas se ablandan. Porque las agujas del reloj vuelven al mismo punto, pero la vida sigue y el tiempo pasa.

7. Dos raros de vacaciones (Editorial La Galera), de Jordi Sierra i Fabra y Alicia Warhola

Hugo es tartamudo y Bernardo disléxico pero, sobre todo, son muy amigos. Cansados de ser el hazmerreír del cole formaron el “Club de los raros” que, poco a poco, se fue llenando de compañeros de clase porque raro es el que no es raro. Los inseparables hablan con sus padres para pasar las vacaciones juntos, así que dos semanas en el pueblo de Bernardo y dos semanas en la paya en casa de Hugo. En el pueblo conocerán a una vecina pelirroja y “zopaz” empeñada en ser súper amiga de ellos, pero Bernardo está empeñado en que la pesada niña pequeña no puede ir con ellos. ¿Abrirán en el pueblo una sucursal del “Club de los raros”?

8. Royalty witches (Editorial Astronave), de Alena Pons y Laia López

La escritora (y editora) Alena Pons ha vuelto a dar en la tecla de una novela juvenil adictiva. Si la historia de su patinadora en 'Hielo y Plata“ (Nocturna Ediciones, 2020), deporte que practica, engancha y conmueve, la arrolladora y mágica historia de las brujas teens no se queda atrás. Laia López firma esta aventura con ella: Kat, Emma, Kibibi y Lilith son cuatro chicas que, a simple vista, no tienen mucho en común. Sin embargo, todas ellas son brujas royal y les ha tocado participar juntas en la 118.ª edición de la Liga de la Corona, así que tendrán que aparcar sus egos y diferencias y ponerse a trabajar (y volar en escoba) en equipo para proclamarse ganadoras. Recomendamos ”Royalty witches“ fuertemente como remedio a la adicción a los selfis y a las redes sociales.