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Sobre este blog

Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Porque fueron, somos

El activista cántabro Paco Torre.

Patricia Manrique

Es una tarea política imprescindible hacer justicia al trabajo de nuestros mayores en las luchas, con respeto y agradecimiento.

Se nos fue un 8 de noviembre y ya el 9 una multitud abarrotó la parroquia de San Pío X, la iglesia obrera y comprometida con la que se sentía vinculada su familia… Diez días después, un domingo a mediodía, gentes de todos los movimientos sociales, de todas las luchas de ayer y de hoy, en toda su diversidad, llenamos L’Asubiu, un centro social y cultural del que, por supuesto, Paco formaba parte. 91 años de compromiso con lo común reúnen mucho afecto, respeto y agradecimiento.

“Todo compromiso es una transformación necesaria de la que no tenemos el resultado final garantizado”, dice la filósofa Marina Garcés. Paco Torre Soberón, lebaniego de nacimiento, figura indispensable en los movimientos sociales cántabros, era, ante todo, un hombre comprometido con la transformación, fiel a ella en sus múltiples formas. Siempre dispuesto a dejarse interpelar por la realidad, nunca dejó de cuestionar sus límites, de abrir sus creencias, de tumbar sus prejuicios en pos de un bien mayor, el bien común.

A veces, en este trabajo cotidiano -en general, silencioso- que se hace en los movimientos sociales, en las luchas de la sociedad civil organizada de tan múltiples maneras, falta tiempo para dedicárselo a las cosas esenciales de la vida como un duelo. A veces, en la presión de sostener las luchas por la libertad y la igualdad, se corre el peligro de obviar la vida en su apabullante y tajante sencillez, de olvidar sus cimientos más básicos, la rotunda materialidad de la vida…

Por fortuna, hemos ido comprendiendo, -y el aprecio demostrado, las visitas en su enfermedad y el homenaje a Paco son una prueba- que la lucha es larga y que para hacerla sostenible, para alargarla como la alargó él -91 años, toda una vida-, es esencial conceder el espacio que merecen a los cuidados, dotar de importancia a las retaguardias, cuidar de los compañeros y compañeras, atender a sus necesidades vitales, incluidas sus enfermedades y las de sus seres queridos, las debilidades, las vulnerabilidades… todo aquello, la vida y la muerte, que ocurre en la retaguardia sin la que, por otro lado, no hay vanguardia posible. Por eso, nos reunimos para iniciar el proceso de duelo ante la marcha de Paco, por eso lo hicimos, en su honor, colectivamente.

La vida no deja de mostrar, si permanecemos atentas, esa materialidad, y a veces lo hace de modo radical, con la muerte de un compañero, en este caso nuestro querido Paco Torre, que se convierte en el recordatorio de que, ante todo, somos humanos, que tenemos vidas y cuerpos, que somos finitas… y que una de nuestras fuerzas es tener compañeras y compañeros, sean más o menos amigos, piensen más o menos como nosotros, compañeras y compañeros en la transformación social -que no se produce sola- que nos apoyen, que nos valoren y que nos recuerden cuando nos hayamos ido.

Un movimiento social es una urdimbre de ideales, acciones, materiales, situaciones… que involucra desde el cuerpo, ese cuerpo que en determinados momentos ponemos en las calles y al que le llega a quitar el sueño o el hambre que el mundo mañana sea un poco mejor. Paco, soñador inteligente, no olvidó nunca la importancia del sostenimiento material de los procesos. Hombre de ideas, sin duda, también fue hombre de acción, y de acción material, con vocación de encarnar todo aquello que defendía. Sostén de los movimientos sociales toda su vida, contribuyó a ellos con su constante trabajo y con una fe incombustible, no mermada con los años, en que se pueden cambiar las cosas, en que se puede y debe tumbar este sistema económico inhumano, consumista, genocida y depredador.

Apostó siempre, y lo cito textualmente, extraída la expresión de uno de los artículos de su prolífico blog, en el que siguió escribiendo hasta el pasado octubre, por “el compromiso unitario y trasversal sin sectarismos dogmáticos”, convencido de la necesidad de limpiar el oro de esa virtud de la izquierda que es el pensamiento crítico y la capacidad de debate, de la paja de los enfrentamientos estériles, de los debates de egos, de los matices insignificantes.

Bebió de todas las fuentes: del cristianismo, del comunismo, del pensamiento libertario, de la no violencia, del decrecimiento, del ecologismo, del antimilitarismo… Trabajaba desde la sociedad civil, pero íntimamente convencido, especialmente en los últimos tiempos, de la necesidad de confluencias que llevaran a la izquierda a las instituciones… Siempre a la tarea con todo lo que considerase válido, sin preguntar por el quién, más interesado en el qué y el cómo: un tipo libre, singular, ajeno al estereotipo, ecléctico, imprescindible e inspirador en tiempos de dogmatismo y cerrazón.

“Porque fueron somos, porque somos, serán”: el respeto efectivo a nuestros mayores y su experiencia es una tarea política esencial en una sociedad edadista, que se ciega con lo joven y lo nuevo, y desvaloriza la experiencia que otorga la edad. No seamos ciegos y ciegas, ahí están nuestros mayores marcando el camino: ahí les tenemos saliendo cada lunes -aunque lo que resulte mediático sean las manifestaciones masivas… que ellos y ellas hacen posibles- a exigir unas pensiones dignas para todas y todos; ahí están nuestras madres feministas, que luchan sin descanso, que lo hacían ya cuando ser feminista era un demérito; ahí están Paco y Luci, miembros de la PAH, defendiendo su honestidad y su derecho a vivienda ante los secuaces de Liberbank... Y ahí estaba siempre Paco, termómetro de la legitimidad reconocida a las movilizaciones.

Demasiado a menudo pasa desapercibido y hasta se juzga de modo injusto su papel, el de aquellos y aquellas que estuvieron antes que nosotras y nosotros, que resisten sin descanso y dejan atrás los complejos a la hora de tejer alianzas intergeneracionales desde la humildad, dispuestos a valorar y a acompañar los nuevos estilos de lucha. Aquellos y aquellas que, como Paco, siguen hasta el final, habiendo trabajado a menudo en momentos muy difíciles, en los que determinados mensajes parecían imposibles: ellos y ellas hicieron que se oyeran. Es una tarea política imprescindible recordar que, porque fueron, somos. Hasta siempre y gracias, Paco.

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