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“Nos estamos yendo a formas de censura de tiempos del franquismo”

Antonio Altarriba edita nuevo cómic: 'Yo, asesino'.

Patricia Burgo Muñoz

Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) atiende a eldiarionorte.es desde el tren, camino de Francia, donde va a presentar su nuevo trabajo 'Yo, asesino', un inquietante cómic que ha visto la luz primero en el país vecino “porque no nos ha quedado otro remedio”, explica, ya que los autores “vivimos una situación tan tremenda, tan precaria y tan insegura, que de una manera o de otra he tenido que emigrar”.

Con su anterior trabajo, 'El arte de volar', Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) ganó el Premio Nacional de Cómic por una historia conmovedora y personal en la que relata el suicidio de su padre con 90 años. Una historia que le dejó “emocionalmente agotado” y que le ha llevado a cambiar totalmente de registro. Su nuevo libro, 'Yo, asesino', introduce al lector en la mente de un profesor de universidad que considera sus crímenes un arte.

Altarriba cuenta con el dibujante Keko para dotar a la historia de la oscuridad y los contrastes perfectos para construir “una alegoría del mal que nos rodea”. Porque a través de los asesinatos de su protagonista el autor se pregunta: “Los héroes que participan en operaciones militares ¿no son asesinos?, los gobernantes que hacen decretos que reprimen a la población ¿no son asesinos?”. Además en su relato el profesor de la UPV no se olvida de los crímenes más cercanos, los de ETA, “unos asesinatos indiscriminados justificados por la lucha por la patria”.

Guionista, escritor y crítico, Altarriba ve en el cómic “un inicio de polarización cultural y artística prometedor” a pesar de los ataques, que denuncia, está recibiendo desde el poder. “Tenemos un ministro de Cultura que tiene al sector de los creadores como un sector enemigo” afirma, y va más allá, “nos estamos yendo a formas de censura de tiempos del franquismo”.

Tras el éxito de ‘El arte de volar’, una historia íntima y muy emotiva, se adentra en el oscuro mundo de un asesino ¿Qué le ha llevado a escribir este guion?

Cuando terminé el arte de volar, me dejó emocionalmente agotado porque era muy personal. Y precisamente en este libro quería hacer algo muy distinto, quería salir de estos temas más personales, más familiares y plantear una historia policiaca, un thriller, que a mí siempre me había interesado.

Quería analizar la figura de un asesino en serie, que es una figura recurrente en las ficciones actuales y un recurso narrativo para expulsar de nuestras conciencias el problema del mal. Es decir, en las series televisivas, en los cómics, en las películas donde hay un asesino en serie ya sabemos que hay una persona muy mala que mata porque ha tenido un trauma, porque le maltrataron en su infancia, porque ha tenido una frustración… porque de alguna manera busca una venganza por un hecho traumático.

Entonces yo quería ver hasta qué punto esa facción asesina que concentramos simplemente en unas cuantas figuras trastornadas, está mucho más extendida de lo que pensamos. Y en el fondo lo que plantea es que los que consideramos héroes porque participan en una acción militar ¿no son asesinos? Los gobernantes que hacen decretos que reprimen a sectores importantes de la población y los ejecutan ¿no son asesinos? Pero yendo incluso más cerca, hay una serie de genocidios de guante blanco, que son maniobras especulativas en los mercados, tratados comerciales, especulación sobre las materias primas que pueden fomentar el hambre en sectores importantes de la población… Y estando aquí cerca no podía dejar tampoco un ejemplo que hemos tenido hasta hace poco que ha sido ETA, donde el asesinato se justificaba por la patria. La patria exige de nosotros la lucha armada, ese era el discurso de ETA y por lo tanto las muertes, la socialización del dolor y el asesinato indiscriminado está justificado porque hay una causa.

Entonces frente a mi asesino que se presenta como un asesino sin motivos, un asesino por amor al arte, y que puede parecer depravado y perverso, yo he intentado remover un poco las conciencias y decir: “a ver, este será un hijo puta, será un asesino, pero las buenas conciencias que nos creamos en la sociedad actual y la cantidad de asesinatos –estos sí en serie- están hechos siguiendo siempre el mismo patrón. De estos no hablamos, los tenemos como a beneficio de inventario y no los tenemos en cuenta.

Para ilustrar este inquietante guion se ha acompañado de la ilustración de Keko. En ‘El arte de volar’ contó con Kim ¿Cómo es el proceso de elección del dibujante adecuado para cada historia?

Uno de los trabajos del guionista del cómic y una de sus decisiones más importantes es la de la elección del dibujante. Un guionista de cómic tiene que estar al tanto de los autores que hay trabajando, y qué estilos pueden adaptarse mejor a la historia que estás pensando. Y ésta es una de las cosas que más me gusta del cómic porque mis historias en función del dibujante que las dibuje, adquieren una dimensión diferente. Yo diría que la puesta en escena que cada dibujante da a una historia es un poco como el estilo gráfico con el que el lector lo percibe. Mi propia narrativa se modula en las formas que me ofrecen dibujantes muy distintos. En este caso concreto, para una historia tan negra, en el que las atmósferas eran muy importantes, donde se juega mucho con la luz, con la oscuridad, tuve muy claro desde el principio que el autor tenía que ser Keko.

Keko es para mí el dibujante español que en estos momentos mejor maneja los juegos de blanco y negro, los contrastes. A él le gustó la historia nada más que le expuse la sinopsis del guion, y después hemos ido trabajando en una colaboración muy estrecha, con colaboraciones casi diarias. En ese diálogo ambas partes nos hemos enriquecido. Mi historia creo que estimula el estilo de Keko, pero cuando yo recibo sus páginas y cómo las ha realizado, también me estimula e incluso a veces me abre vías y me permite explorar zonas del guion en las que no había pensado.

¿Cree que el cómic tiene más fuerza que el texto escrito?

Yo creo que sí. Esto es una cuestión de apuestas en la que seguro si hablas con un novelista te dirá que es mucho más sugerente una novela que un cómic. Pero yo creo que la cantidad de recursos que ofrece un relato dibujado que te permite, no solamente jugar con el lenguaje, si no con la iluminación y la capacidad descriptiva de la imagen.

En estos momentos si estoy más dedicado al guion de cómic que a la literatura es porque me encuentro más a gusto y me parece que tengo un campo de posibilidades expresivas más amplio y más original con el que trabajar. Es como si tuviera un teclado más amplio, con alguna tecla más, y estoy más a gusto.

Tú además de escritor eres crítico ¿cómo ha visto la evolución del cómic?

Yo he tenido bastante suerte porque pertenezco a una generación que creció y casi aprendió a leer con los tebeos. Aquellos tebeos ‘El Capitán Trueno’, ‘Pulgarcito’, ‘El guerrero del antifaz’… yo creo que conforme he ido creciendo, a mi alrededor las propuestas que han ido surgiendo han ido también creciendo. A finales de los 70 y principios de los 80, se produce una renovación y fue la comprobación de que ente este medio se podían hacer cosas serias y que había una gama de posibilidades muy amplia.

En los últimos años, desde principios de siglo, con esto que se ha dado a llamar novela gráfica, con una revisión del formato y una ampliación de las libertades temáticas, hemos alcanzado un momento de una cierta madurez, e incluso yo te diría de clasicismo. Por primera vez dentro del cómic, con referencias que pueden ser ‘Maus’ o ‘Persépolis’, y que se están convirtiendo en referencias clásicas. Libros publicados hace más de 20 años pero que se siguen editando, que siguen estando en las librerías. Hay un inicio de polarización cultural y artística del cómic que me parece prometedor.

¿Cree que el cómic y la viñeta son ahora más irreverentes?

Los relatos en imágenes siempre han tenido una posibilidad de distorsión caricatural que han hecho que la vena satírica sea muy importante, pero hay una larguísima tradición, ya prácticamente desde el Renacimiento. Te diría como anécdota que la prensa ilustrada del siglo XIX algunas publicaciones tenían una sala para entrenar al periodista en el manejo de la pistola o de la espada porque eran muy a menudo desafiados en duelo por las personas ofendidas. Quiero decirte que eso forma parte casi de la historia de este medio, porque efectivamente la imagen tiene una capacidad de reconocimiento inmediata.

Si yo dibujo al rey en una determinada actitud, con unas narices, unas orejas… simplemente el tratamiento gráfico de esa imagen ya se presta a la cizaña, a la desmitificación. Si además lo presento en un acto como puede ser la abdicación, que además lo trato simbólicamente y le doy esa fuerza, esa contundencia de que la abdicación se ha hecho para quitarse un marrón de encima e intentar lavar la cara de la monarquía, entonces se sienten incómodos.

¿Cree que el poder tiene miedo a la cultura?

Eso desde siempre. Yo creo que ciertos partidos que se llaman conservadores y de orden, que se presentan como guardianes de no sabemos muy bien de qué esencias ni qué valores, son los que suelen ser más combativos. En estos momentos no cabe duda de que esas relaciones que siempre han sido tirantes y un poco conflictivas entre el poder y la creación, lo son más con el Partido Popular.

Nos estamos yendo a épocas de censura que casi es tan pura y dura como en tiempos del franquismo. No es esa censura más dulcificada que hemos tenido en otros momentos de esta democracia. Yo creo que de manera yo diría que a veces inconsciente, se sabe que el arte y la cultura tiene un componente de crítica, de provocación, de distorsión, de cuestionamiento permanente que no le gusta para nada.

¿Le preocupa cómo afecta la crisis al mundo de la cultura? ¿Cree que el poder utiliza la crisis como excusa para atacar desde este frente a la cultura y dotarla de menos recursos?

Sí, claro. Yo creo que realmente no están justificadas muchas de las medidas que se han adoptado. Tenemos un ministro de Cultura que tiene al sector de los creadores como un sector enemigo. Se están produciendo unas situaciones motivadas por la crisis y por un entendimiento del poder como una especie de ordeno y mando y aquí se hace lo que yo digo. Estamos asistiendo a unas formas de gobierno en las que se diría que nuestros gobernantes gobiernan contra sus propios gobernados.

Tenemos a todos los jueces y a toda la judicatura que están reclamando más medios si quieren que se hagan las reformas y regulaciones de todas las corrupciones que existen en España. Tenemos a todo el sector de la Cultura en pie de guerra exigiendo una rebaja de IVA. Tenemos a todo el sector de la enseñanza de la sanidad… es decir que están casi todos los sectores en pie de guerra contra un gobierno que, valiéndose de esta cuestión de la necesidad de recortes y de austeridad, se está cargando toda una red social y en el caso de la cultura de conocimientos y de proyección de un país.

Ha presentado ‘Yo asesino’ primero en Francia y ahora lo haces en España ¿por qué?

Esto es consecuencia de lo que está ocurriendo en nuestro panorama cultural. En estos momentos la industria editorial se resiente mucho en España. Yo he tenido muchos problemas con el editor español del arte regular en todos los sentidos. No voy a entrar en detalles, pero desde capacidad de proyección, hasta el pago correspondiente de los derechos de autor. Es una situación tan tremenda, tan precaria y tan insegura, que de una manera o de otra he tenido que emigrar. Yo sigo viviendo en Vitoria, Keko sigue viviendo en Madrid, pero ahora en estos momentos estamos trabajando para una editorial francesa. Es un gran grupo que nos da la proyección que necesitamos. Yo lo siento mucho, porque yo he sido uno de los primeros que ha estado predicando que hay reforzar el sector propio y a partir de las exportaciones sustentar mejor una industria que por lo menos desde el punto de vista de los autores es prometedora. Pero visto lo visto no nos ha quedado otro remedio, simplemente si queremos poder seguir trabajando, porque aunque sea poquito, necesitamos comer, es así de sencillo.

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