Más allá de Madrid Central
El debate sobre Madrid Central y la lucha contra la contaminación nos obliga a reflexionar sobre la ciudad en la que queremos vivir y a buscar alternativas al actual modelo.
Madrid es una ciudad diseñada para ser recorrida por coches, que ha ido ampliando sus límites mediante la construcción de nuevos barrios y grandes carreteras para acceder al centro.
Este modelo, que desarrollaron los Gobiernos del PP en el Ayuntamiento y la Comunidad, ha permitido hacer grandes negocios, pero ha resultado insostenible medioambiental y socialmente. La consecuencia ha sido que se han detraído recursos de zonas consolidadas en barrios obreros que han visto deteriorarse sus servicios, sus viviendas, sus zonas verdes, comerciales e industriales, a favor de los nuevos barrios.
Producto de esta intervención Madrid es hoy una ciudad con altos niveles de contaminación y con grandes desequilibrios territoriales y sociales, señalados por una gran “diagonal de la desigualdad” que separa los distritos del Sur y el Este, condenando a sus habitantes a mayores tasas de pobreza y desempleo, así como a una menor calidad de vida.
Madrid Central ha amplificado el debate sobre la necesidad de luchar contra el cambio climático y la contaminación desde las ciudades, sin duda el debate del presente y del futuro que debemos iniciar cuestionándonos sobre la ciudad en la que queremos vivir.
Y seguro que la mayoría de los madrileños y madrileñas coincidimos en que queremos una ciudad a la medida de las personas, saludable, con aire limpio pero, además, que entienda el espacio público como un bien colectivo, y para ello es necesario que podamos utilizarlo y disfrutarlo todos y todas, también los peatones, así como quienes circulan en bicicleta o patinete.
Para poner límites a la contaminación es muy importante Madrid Central, porque reduce la utilización del vehículo particular, pero debe ir acompañada de otras medidas, especialmente del uso prioritario del transporte público, la utilización de vehículos no contaminantes, el incremento de zonas verdes, la mejora de la red de carriles bici, la extensión de aparcamientos disuasorios o la utilización de energías limpias en edificios.
Pero, además, Madrid tiene un gran reto por delante que es cambiar una ciudad que pertenece al pasado por una ciudad con nuevas centralidades, donde sea posible trabajar, vivir y disfrutar del ocio y el tiempo libre sin el elevado coste en recursos, tiempo y salud que hoy suponen nuestros desplazamientos. Si lo conseguimos, ganaremos en calidad del aire, pero además en una ciudad equilibrada en lo territorial y justa con sus ciudadanos y ciudadanas porque avanzaremos en igualdad social.