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Indulto: breve argumentario

Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas
El exvicepresidente del Gobierno catalán Oriol Junqueras (izda) intercambia documentación con su abogado Andreu Van Den Eynde, al inicio del juicio del "procés"

Reconozco que eso del derecho de gracia me suena un tanto medieval, aunque es cierto que se contempla, en su forma de indulto, en casi todas las constituciones democráticas. También durante la dictadura se concedían indultos, sobre todo cuando se morían los Papas, por aquello del nacional-catolicismo y de que el dictador, durante años, se consideraba un hijo predilecto de la Iglesia. Por eso, los reclusos de entonces estábamos deseando que se muriera un Sumo Pontífice, no porque tuviéramos animadversión a ninguno en particular sino por la razón de que el anhelo de todo preso es salir cuanto antes en libertad. Creo recordar que me aplicaron uno cuando murió el benemérito Juan XXIII, al que profesaba sincera simpatía. Y no recuerdo que me exigieran que me arrepintiera de nada, pues la ley, la de entonces y la de ahora, no exige tal requisito.

En nuestra Constitución se recoge tal facultad en el artículo 62 i), cuando dice “corresponde al Rey… ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, que no puede autorizar indultos generales”. Luego, se establece una excepción en el artículo 102 CE que no viene al caso. Prueba de una cierta vetustez de la institución es que la ley de aplicación es del 18 de junio de 1870, si bien su redacción actual se compadece con la reforma introducida por la Ley 1/1988 de 14 de enero. Lo de que corresponde al rey el derecho de gracia es un decir, y no debe de inquietar a los que aducen que se le pondría en un brete si se concediese el referido indulto. Quien tiene la facultad de concederlo o no es el Consejo de Ministros mediante Real Decreto, responsable único de esta decisión política, por muy Real que sea el Decreto. En consecuencia y dejando a un lado la opinión que me merezca el derecho de gracia en general y en abstracto, la decisión -si es que se toma- de conceder un indulto parcial a los condenados en el llamado “procès”, es perfectamente constitucional y legal al margen de la opinión del Tribunal sentenciador, en este caso el Tribunal Supremo, por cuanto su informe no es vinculante. De ahí precisamente la “gracia” del derecho de gracia. Otra cosa es que adoleciese de vicios formales, que esperemos no sea el caso. 

A lo largo de estos años se han concedido miles de indultos, totales o parciales, por diferentes gobiernos de UCD, PSOE o PP, sin que se haya levantado la actual polvareda, aunque los indultados hubiesen cometido delitos gravísimos. Pensemos, a título de ejemplo, el que se concedió a algunos penados en el golpe de Estado del 23F, o en supuestos de corrupción o de torturas etc.  ¿Por qué ahora esta histeria de las derechas y de algunos despistados y/o tránsfugas de la progresía?

Veamos algunos argumentos en favor de su concesión y la impugnación de su rechazo:

Los penados no se han arrepentido e incluso han hecho alarde de que volverán a cometer el mismo desafuero a la mínima oportunidad. Aparte de que el “arrepentimiento” es un concepto moral que no aparece como requisito en la Ley, es una ingenuidad rayana en la estupidez aducirlo como condición para su concesión. A mí por lo menos me trae sin cuidado que se arrepientan o no, o que se baladroneen en que van a reincidir. Lo que exijo es que el Estado utilice con eficacia, inteligencia y contundencia los medios que tiene a su alcance para que tales hechos no se repitan y, en el caso de contumaz reiteración, que las consecuencias sean las que la ley establezca. Lo que me inquieta, por el contrario, es la incompetencia y torpeza de los gobiernos que fueron incapaces de evitar dos referendos ilegales, la chapucera actuación en la represión, indigna de un Estado moderno, e inútiles a la hora de plantear una sola iniciativa política. Lo que condujo a que los partidarios de la secesión crecieran como la espuma, y me temo que así seguirá sucediendo cada vez que gobiernen en España.

Si tenemos en cuenta que el indulto planteado no puede ser total en razón a que el tribunal sentenciador se ha opuesto, lo suyo es que el indulto parcial deje sin efecto la pena de cárcel que queda por cumplir y mantenga viva la sanción de inhabilitación para todo cargo público de 13, 12 o 9 años a los principales condenados, lo que obviamente haría inviable que lo volviesen a intentar en el futuro, por lo menos desde posiciones de poder. Expediente bastante más eficaz que exigir que canten la palinodia del arrepentimiento. 

Se ha dicho, irresponsablemente, que se trataría, de concederse, de una especie de “autoindulto” del propio Gobierno, que lo dispensa por razones inconfesables, pues necesitaría de ERC para seguir en el poder a toda costa. A estas alturas de la Legislatura esta acusación es completamente falsa. Con la composición del actual Congreso no cabe una moción de censura contra el Gobierno al no existir otra mayoría de sustitución, por mucho que el PP, Cs o Vox vayan a la plaza de Colón. Y, de otra parte, tampoco sería ninguna tragedia que los actuales Presupuestos -bastante expansivos- se prorrogasen uno o dos años más, con la ayuda de los fondos europeos. 

No se comprende por qué tanto escándalo ante un indulto parcial que mantenga la inhabilitación para todo cargo público cuando, además, los condenados han participado en la última campaña electoral, acuden a las tomas de posesión de sus compañeros de partido y el Gobierno de la Generalitat se ha negociado en una sala exprofeso de la prisión, lo que es realmente surrealista. Y cuando, por otra parte, dentro de poco tendrán derecho a pasar al tercer grado y acudir a la cárcel únicamente a pernoctar. No dudo que les vendrá bien a ellos y a sus familias salir en completa libertad, pero mantenerles en prisión, en las actuales circunstancias, solo favorece a los secesionistas. Contribuye al victimismo, tiende a unir a los que están divididos, es un obstáculo en el camino del diálogo y la distensión, dificulta reducir los apoyos favorables a la independencia, en una palabra, supone un fuerte escollo para poder ganar la batalla política en Cataluña, que es donde hay que ganarla, a ver si nos enteramos. Una prueba de lo que decimos es que Puigdemont y sus adláteres, la señora Paluzie y compañía, están totalmente en contra del indulto, hasta tal punto que deberían invitarles a la concentración de Colón.

Es la coincidencia que se suele producir entre los extremos, pero que, desgraciadamente, nunca hace reflexionar a sus protagonistas. ¿Por qué creen ustedes que a pesar de lo desastroso que ha sido el gobierno JUNTS+ERC+CUP de Torra+Aragonés han vuelto a ganar las elecciones? Dejando a un lado razones de orden “religioso- mesiánico”, porque la política llevada a cabo por el gobierno anterior de la derecha española ha sido fatídica, no presentando ninguna iniciativa política que contribuyese a desatrancar la situación. La cuestión planteada no es confiar en los partidos secesionistas, sino ganarse a una parte de la ciudadanía catalana que abraza actitudes de ruptura porque no se le ofrece una solución positiva que mejore la convivencia y su situación dentro de España. En este delicado tema, lo peor es hacer caso a la derecha y sus voceros cuando se ponen en modo “derechona”, pues solo han servido para fabricar “indepes” y que los partidos nacionalistas les hagan referendos ilegales.

El argumento para conceder el indulto no radica en que ya no estamos en tiempo de revanchas o venganzas como ha declarado, inadecuadamente, el presidente del Gobierno. La razón principal, en mi opinión, es que concediéndolo se contribuye a reducir el espacio social del secesionismo y se facilita iniciar el camino del diálogo, de la negociación y del acuerdo dentro de la Constitución. Lo que supone dejar meridianamente claro que amnistías y referendos de autodeterminación son radicalmente ilegales y, en consecuencia, inviables por mucho que se nombren en vano.

Y un apunte final. Es lamentable que personas de trayectoria progresista y que han ocupado puestos de gran responsabilidad de gobierno estén cayendo en los argumentos de una derecha francamente obtusa que contribuyó a crear la situación actual y que está jugando a que fracase todo. No se lo van a poner fácil al Gobierno y quizá tenga que pagar un precio, pero sería bueno que se pusiera las pilas y ofreciera un argumentario más claro y fino que el adelantado hasta el momento. 

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