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Un informe de la ONU, mirando a Cuenca

Imagen de archivo de una reunión informativa sobre la macrogranja en Almendros (Cuenca)

María Elena Fernández

Licenciada en Ciencias Ambientales y alcaldesa de Almendros (Cuenca) —

El Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático de la ONU (IPCC) ha vuelto a alertar de la necesidad urgente de actuar en la lucha frente el calentamiento global para conseguir evitar que este problema mundial siga aumentando y nos lleve a alcanzar los 2ºC de aumento en la temperatura media, lo que se considera el punto de no retorno. Es la advertencia de los miles de científicos de todo el mundo que conforman este grupo y que está teniendo una amplia repercusión en la opinión pública.

Hace unos días ha sido publicado también el informe especial sobre “cambio climático y suelos” que ha puesto de manifiesto el ritmo al que estamos destruyendo el Planeta y muy especialmente nuestro modo de vida, a todas luces difícilmente sostenible.

Uno de los casos que se han manifestado en este documento internacional de impecable rigor científico, pero que rompe las costuras de los hábitos cotidianos de la mayoría, al menos de quienes vivimos en el mundo más desarrollado económicamente, es que debemos cambiar nuestra alimentación. Y han puesto un ejemplo claro: el exagerado consumo de carne.

Detrás de las explotaciones intensivas ganaderas, sostienen, hay un gran gasto energético, de agua, de comida, de recursos naturales…que incrementan y aceleran el daño ambiental a través de las emisiones y que contribuyen al temido calentamiento global.

Muchos de estos productos son posteriormente comercializados y trasladados a miles de kilómetros, dejando detrás una gran huella de carbono. Se producen en un rincón del mundo y viajan a las antípodas donde acaban consumiéndose tras un largo y humeante transporte en barco o avión. La propia Universidad de Oxford alertaba hace unos meses, que el 25% de las emisiones mundiales son culpa de la alimentación.

Hace unos años se conocía que en algunos municipios de la provincia de Cuenca se instalarían un gran número de macrogranjas de explotaciones porcinas. Había una razón de peso: la cercanía al matadero de Tarancón. Además, en Cataluña y Aragón la superpoblación porcina empezaba a alumbrar secuelas insoportables.

La idea es producir para abastecer a los mercados asiáticos, con una demanda tan desorbitada como los daños directos que producen en términos de sostenibilidad. Es decir, optimizar el dinero de unos pocos para dejar una hipoteca insalvable a la mayoría de los ciudadanos del Planeta, empezando por los más cercanos a las explotaciones. Ello ha producido un importante revuelo en algunos pueblos de la Sierra.

Almendros, un minúsculo municipio de apenas 200 vecinos de la provincia de Cuenca, en este caso de la Mancha Alta, ha sido uno de los municipios batalladores contra uno de estos proyectos. Un pequeño David contra Goliat.

Se trata de una macrogranja de 2.685 madres parideras, 80.000 lechones/año, con balsa de purines e incineradora, un proyecto que olía mal y generó un calentamiento global de la población antes de ponerse la primera piedra.

La protesta fue hasta tal punto, que el movimiento vecinal creado como “Asociación para la Defensa de la Economía Responsable” (ADERA) una plataforma activa de información sobre los errores en el planeamiento político de esta instalación, ha conseguido ganar las elecciones locales a través de una agrupación independiente de electores que se enfrentó a los partidos tradicionales, todos ellos defensores de esta explotación.

Un puñado de vecinos, liderados por jóvenes titulados y con conocimientos especializados en agronomía, fertilizantes, agua, subsuelo y ciencias ambientales dimos la batalla y conseguimos nuestro primer objetivo que, por el momento, es asumir la alcaldía de este pequeño municipio que recuerda la lucha de Zalamea contra el comendador. De hecho, se ha ganado la batalla moral: tanto promotores como administración admitieron públicamente que no irían a ningún pueblo en el que el vecindario se opusiese.

Resulta difícil entender cómo en el contexto de cambio climático en el que estamos inmersos desde hace años con irrefutables datos bendecidos por organismos oficiales todavía se faciliten autopistas políticas que den viabilidad ambiental de este tipo de ideas empresariales.

En nuestro municipio el proyecto, además, clama al cielo al estar precedido por la polémica: la venta del anterior alcalde de sus parcelas a los promotores. Para más inri, la toma o el punto de abastecimiento de agua es un pozo de emergencia, definido como tal, para situaciones de sequía y sobre la esquilmada zona de aguas subterráneas de la sierra de Altomira perteneciente a la comisaría de la Confederación del Guadiana. A la huella de carbono, cabe unir un rastro político estéticamente indeseable.

Convertir una amplia zona de La Mancha y específicamente la provincia de Cuenca en la despensa de China significa que cada porción de jamón o salchichas deja una estela de humo negro que servirá para contribuir al cambio climático y agravar un problema real que ya estamos padeciendo.

Si el peso de la contaminación es mundial, los mejores servidos en el prorrateo de los efectos nocivos de estas actuaciones con olores, esquilmación y desertización de subsuelo hídrico, despoblación... seremos los vecinos más cercanos. Es decir, caminamos en dirección justo contraria a las recomendaciones de la ONU.

Para colmo, en nuestra área de influencia, hemos conocido los resultados del Proyecto Aqueduct del que forman parte varios países, Universidades y expertos de todo el mundo bajo el paraguas del World Resources Institute, y que muestra como Castilla-La Mancha está entre las regiones de Europa con mayor estrés hídrico, comparable al de Almería o incluso algunas zonas del norte de África.

A sabiendas de este problema, es lógico pensar que el agua es un elemento prioritario, que se tiene que cuidar, proteger y gastar sólo cuando sea necesario e imprescindible ya que la sequía es un fenómeno climático no tan alejado de nuestro día a día.

Mientras, insistimos, en Almendros ponemos en un proyecto ganadero un pozo de emergencia de sequía para satisfacer potenciales demandas de 200 personas como grifo presente para 80.000 animales. Para salvar este desafuero se plantea como alternativa dos sondeos que a día de hoy no han obtenido autorización, a una distancia menor de 200 metros del anterior punto de aforo.

Resulta muy difícil pensar que con los datos inequívocos que tenemos del cambio climático, la falta de lluvias que ya tenemos y la sombra de la sequía siempre acuciando nuestros campos y nuestros grifos, no haya algún reparo en las administraciones para parar los pies a tanto lechón, nacido en Cuenca y con una pestilente nube de humo negro hasta ser felizmente degustado en Pekín.

Gracias a la ONU por restituir la dignidad de un pequeño número de jóvenes aparentemente “locos” que hasta la fecha hemos puesto un pequeño freno a esta fiebre porcina.

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