Invertir en igualdad para garantizar el progreso
Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, día emblemático para la lucha por la igualdad de género. En esta efeméride se erige una premisa incuestionable: la inversión en las mujeres es clave para propulsar el progreso social, económico y político. Es imperativo reflexionar sobre la importancia de destinar recursos a políticas que fomenten la igualdad de género y su impacto en el desarrollo colectivo.
Este año, nuestro lema en ONU Mujeres para el 8 de marzo es claro y contundente: “Invertir en las mujeres, acelerar el progreso”. Esta consigna no es una simple idea lanzada al aire, sino una realidad innegable: aumentar recursos en políticas que fomenten la igualdad de género no solo constituye un acto de justicia, sino también una estrategia esencial para superar desafíos y avanzar en el progreso de toda la sociedad. Es, en definitiva, una inversión en el futuro y en el bienestar colectivo de toda la sociedad, porque cuando las mujeres tienen las mismas oportunidades para aprender, trabajar y liderar, comunidades enteras florecen.
Se considera que actualmente aún falta una inversión de 360.000 millones de dólares anuales para alcanzar la igualdad de género en 2030. Si hablamos de España, a pesar de que la inversión pública en igualdad ha ido incrementándose en las últimas dos décadas, ésta sigue siendo insuficiente y nos enfrentamos a grandes retos.
Uno es, sin duda, la feminización de la pobreza. En España, más del 8% de las mujeres se encuentran en circunstancias de carencia material severa y más de 4,5 millones están en riesgo de pobreza y/o exclusión. Es fundamental destacar la situación de los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por una mujer, donde la tasa de pobreza y exclusión es casi el doble que la de hogares compuestos por dos personas adultas con menores a cargo. En este contexto, es crucial no olvidarnos de las niñas, ya que España es el país de la UE con la tasa de pobreza infantil más alta.
Además, no podemos obviar la brecha de género en el mundo laboral, que no acabamos de eliminar. Según los datos de la EPA, la brecha salarial aún es del 15,7%, lo que deja a las mujeres en una posición desigual. La comprensión de las raíces de esta disparidad y su resolución, requiere de inversión pública y cambios en la percepción del trabajo y las cualidades a valorar tanto por la sociedad como por el tejido empresarial.
En este sentido, debemos poner en el centro la agenda de cuidados, ya que estos son los que sostienen nuestra sociedad y economía. No podemos pasar por alto que en España, las mujeres invierten 12,5 horas más a la semana que los hombres en trabajo no remunerado de cuidados. Para poder cuidar, las mujeres tienen que reducir su tiempo de trabajo remunerado. Así, las mujeres trabajan 5,8 horas menos a la semana que los hombres. Invertir en reducir el trabajo no remunerado de cuidados, reconocer económica y socialmente el valor de este trabajo, y promover la corresponsabilidad entre hombres y mujeres acelerará la consecución de la igualdad real.
Por otro lado, no podemos dejar de lado la inversión en prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y niñas. Solamente en los dos primeros meses de 2024, 5 mujeres han sido asesinadas. En términos económicos, se estima que el coste de la violencia machista es de 5.000 millones de euros, un 0,37% del PIB. Invertir en medidas de prevención y protección es salvar las vidas de miles de mujeres.
En suma, queda patente que aún nos enfrentamos a un largo camino por recorrer y la principal herramienta para luchar contra estas desigualdades es asegurar una financiación adecuada y con enfoque de género. Este es nuestro objetivo y nuestro llamamiento incisivo a los poderes públicos este 8 de marzo: es hora de comprometerse con una inversión adecuada que no deje a nadie atrás. Solo así podremos avanzar con paso firme y enfrentar con éxito los desafíos que nuestra sociedad enfrenta en materia de igualdad y justicia.
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