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Ayuso, los liberales que no se fueron

Díaz Ayuso toma posesión como presidenta de la Comunidad de Madrid

José María Calleja

Ya está Díaz Ayuso de presidenta de la Comunidad de Madrid, bendecida por Esperanza Aguirre, que ha anticipado que su sucesora hará una política “liberal”; que es la buena, ha dicho sonriente la expresidenta. Si lo sabrá ella, venga de mamandurrias privadas con dinero público.

No ha dicho Ayuso en su discurso de toma de posesión ni una palabra sobre la corrupción estructural del PP, incluida la eventualmente suya. Ha tenido el detalle esta vez de no anunciar tolerancia cero con las irregularidades, no le fueran a aplaudir de cachondeo los de Errejón. Igual lo ha dejado para otro día, con menos calor. Mientras, un obispo con bonete y falda talar -o sea, hasta los tobillos; tapizado, no vestido- aplaudía a Ayuso sin límites. Qué cosas.

Mucho ji-ji-ja-ja con la Ayuso, mucho darle un cachete paternalista en la mejilla, mientras ella, consciente de lo que le ha costado llegar hasta aquí, a sabiendas de que ha logrado escamotear el batacazo del PP en las generales -de 137 a 66 diputados, ¡se ha quedado Casado con menos escaños de los que ha perdido!-, se hace fuerte en Madrid con vistas a España. Es y será presidenta Ayuso para un rato largo. La nueva presidenta se permite presentar como victoria no nacida, pero ya registrada, su futura gestión, a pesar de la nostalgia de los atascos en la Gran Vía, que se contagia incluso a quienes no los han vivido. Estará con Ciudadanos y Vox. Los tres en pie de igualdad ideológica.

Ayuso trabajará con una idea olímpica: Madrid, paraíso fiscal. Permitirá la actual caída sostenida de la calidad del Metro: hacinamiento corporal, frecuencias eternas y sus escaleras descarrachadas de continuo -esto lo digo como usuario, por si se anima a arreglarlo finalmente-. Estas cosas del Metro y los cercanías, usados a diario por decenas de miles de madrileñas/os, que a las pijas/os que usan Uber, en el fondo liberales, les parecen menudencias.

La sanidad pública, subastada con Aguirre en los cien mil hospitales de San Luis, seguirá la línea Fernández-Lasquetty: beneficios privados, después de enormes inversiones públicas y puertas venga a girar. Viene de Guatemala Lasquetty.

En la universidad, si el anterior presidente Garrido aprobó tres universidades privadas, ¡tres!, en el último minuto de la anterior legislatura, con repercusión informativa tendente a cero y nulo coste político, no podremos descartar otra universidad norteamericana, pongamos en Aravaca, para que vayan los Casados a EEUU sin salir de España.

Garrido se fue del PP cuando más daño podía hacer a su partido de toda la vida. Emigró con la maleta llena de ambición, e información, a Ciudadanos y ahora vuelve de consejero con Ayuso, que le tildó de político basura. Ni el más leve añico.

Por si quedaba alguna duda, el gobierno de Ayuso las ha despejado todas: Enrique López será consejero de Justicia. Tanto ser del PP en todas las partes judiciales, Tribunales, Constitucionales, Audiencias, FAES…, y ahora resulta ser independiente en el Gobierno del PP. Atentos a ingestas y cascos.

Tiene Ayuso un problema con los códigos. Su asesor bien pagado es Miguel Ángel Rodríguez, atacó el código de circulación desde su Mercedes zigzagueante, como si estuviera saliente de una comida de empresa navideña: tres coches damnificados; menos mal que no llegó a la autovía. El magistrado ahora consejero se saltó el código y fue a dar con su moto encabritada, sin casco y alegre, con un agente municipal que apreció ojos chispas, melena al aire y aliento informativo. Se quedó sin carnet el protoministro. Carromero, otro asesor de Ayuso, se fue a Cuba y mató a dos del asiento de atrás en otro accidente de tráfico con él sin puntos, viajado desde España. El coche oficial acabará ahora con todo este desbarajuste, se supone.

Lo importante: Madrid, paraíso fiscal. Viva lo privado, así en hospitales como en universidades; el código es lo de menos, quién te ha dicho a ti cómo debo conducir, dijo Aznar con una copa de vino en la mano.

Nada menos que 22.000 millones de euros de presupuesto tiene la Comunidad de Madrid y mucho me temo que aumentarán las desigualdades en la región más rica de España. ¿Sería mucho pedir que no haya crías/os que empiecen el curso hacinados y en precario?

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