¡Busquen al hombre!
Il y a une femme dans toutes les affaires; aussitôt qu'on me fait un rapport, je dis: 'Cherchez la femme!'
“Huele a candidato quemado”, escribí crípticamente el jueves en Twitter. Podría ser motivo de estudio ver cómo decenas de personas respondían, cada uno a lo que creía entender, pero lo cierto es que yo tenía muy claro a qué me refería. Los candidatos quemados dejan un rastro tan claro como los macarras que huyen quemando rueda. Es un aroma inconfundible. Por eso estoy segura de que nos la están dando con queso con el teatrillo de las negociaciones para el Consejo General del Poder Judicial y con los vetos y con los motivos de la ruptura. No me lo trago.
Cierto es que aparentemente nos están radiando las negociaciones. Desconfíen. Nadie pone cámaras en estos negocios, al menos no en todo y, sobre todo, no en lo importante. No me creo para nada que los presuntos candidatos de Podemos —que, por cierto, aún no ha puesto ninguno sobre la mesa formalmente— sean el motivo de la ruptura de las negociaciones. Fíjense qué bonito, que renuevan el consejo de RTVE y luego salta por los aires el paquete pero nos lo explican a la perfección y ese relato es conveniente para todos y todos lo confirman. Huele a chamusquina a poco que tengas el olfato entrenado. Es cierto que el PP veta a Vicky Rosell y a José Ricardo de Prada —ya les conté ayer en Un juez que va de frente por qué— pero lo que ya no cuadra tanto es que todo salte por los aires por ellos. Ninguno de los dos es tan importante en términos políticos. El relato está muy bien maqueado: el PP se envuelve en su bandera de la barrera contra los peligrosos comunistas-bolivarianos y el PSOE se pone todo digno cerrando filas con sus socios de coalición, ahora que andan escocidos, a los que no va a permitir que se les ponga una proa antidemocrática. ¡Qué bonito, qué redondo, qué unanimidad en el relato! No me digan que no es más cierto que cuando se rompen las conversaciones, los participantes tienden a echarse la mierda y a contradecirse y a vender realidades contradictorias. No aquí, vaya. Aquí todos confirman esa versión. A quemado, huele.
Si quieren mi opinión, que en caso contrario no habrían llegado hasta esta línea, les diré que yo creo que donde están encallados es en el consenso para nombrar al presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo, al Gran Poder, y que todo lo demás son pantallas para que no lleguemos a atisbar el núcleo de la disensión. Nos dan porno de las negociaciones y nos tapan como monjitas lo que les importa. Están demasiado acostumbrados a aniquilarnos con una sobreexposición aparente de datos. ¿Se acuerdan de cómo se fastidió esto la vez anterior, estando ya pactado? Exacto, porque un capullo interesado filtró el mensaje de Cosidó en el que quedaba claro que la presidencia de Marchena estaba ya cerrada y para qué. ¿Saben el mayor escándalo que se ha repetido desde Carlos Dívar? Exacto, que no fueran capaces de mantener la apariencia de que ellos elegían a los vocales y que estos eran, libremente, los que a su vez votaban en su primera reunión al presidente del CGPJ, como ordena la ley.
Esta vez andarán más listos, si pueden, y nos mantendrán en la pantalla de unos vetos cruzados para intentar proteger la que de verdad interesa. Sobre este particular solo nos han lanzado algunos entremeses, por si somos tontos y picamos. “Les gustaría que la presidenta fuera una mujer”, y sueltan por ahí unos nombres de magistradas. Justo los mismos que ya nos soltaron en 2018, cuando lo de Marchena ya estaba cerrado, como le leímos a Cosidó. De ser así es muy feo que las usen una y otra vez como señuelo.
La gran pregunta es: ¿y dónde está el hombre? O sea, ¿qué ha sido de Marchena? ¿Alguien se puede creer que el considerado por muchos como el juez más poderoso de España se ha aquietado y está sentado en la Sala II esperando a ver a quién nombran para estar sobre él? Es poco conocer el cotarro y a Marchena. No es posible que Marchena se haya retirado de esa carrera a menos que le hayan ofrecido a cambio algo superior y eso es difícil porque solo queda el Constitucional.
Marchena lleva años buscando con uñas y dientes ese puesto. Precisamente por ello se permitió decirnos: “Anticipo públicamente mi decidida voluntad de no ser incluido, para el caso en que así fuera considerado, entre los candidatos al puesto de presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial”, que hace falta ser chulo para renunciar a lo que legalmente no se te puede ofrecer. Eso es de mucho poderío. Y se lo aplaudieron. Ahora todo el mundo hace como si Marchena se hubiera diluido, pero tal cosa no es posible. Ni siquiera, como pretenden algunos, porque ya manda mucho en la Sala de lo Penal, lo que es verdad pero que no es lo mismo y que te obliga a poner sentencias. Lo cierto es que ese puesto le caducará en tres años y, por supuesto, su futuro quedaría en manos del nuevo CGPJ que se forme. ¡Venga, hombre, que Marchena se ha jubilado de la ambición no me lo trago! Después de tantas horas de relaciones, de convertirse en el comidista —creo que solo Villarejo comía más fuera de casa que él— y de trabajarse a tirios y troyanos. ¡Busquen al hombre!
Si contemplan esta posibilidad, verán cómo se complica la cuestión del pacto. La unanimidad de 2018 era previa al juicio y sentencia del procés y, desde luego, al amor cerrado y compacto que le profesan todos los grupos políticos tanto catalanes como vascos en los que reside el sustento parlamentario del Gobierno. ¿Puede el PSOE ahora mismo hacerse valedor pactista de Manuel Marchena? Juzguen ustedes mismos.
El único nombre que nadie escribe, el que nadie menciona.
No me cabe duda de que el escollo real es la presidencia, que no van a renunciar a pactar aunque nos envíen ruedas de molino. ¿Es igual de férrea la defensa de este candidato por parte del PP que antes? ¿Son capaces de pintarnos el trampantojo de que discuten por los vocales porque estos libremente votarán al fin a su presidente?
La trama está aparentemente sobre la mesa pero, como siempre, los giros de guion son imprevisibles, los dramaturgos se engañan entre ellos y, desde luego, a nosotros nos toman por un público entregado dispuesto a seguirles temporada a temporada —y esta es la tercera o la cuarta desde 2018— sin cuestionarnos nada.
Solo quiero desde aquí recordarles una evidencia. Este culebrón ya no vende. En la tele desploma las audiencias. Solo están contribuyendo a desprestigiar aún más todo lo que salga de esta pamema.
Y los demás, ¡busquen al hombre!, porque no se ha retirado de la ambición, como todos los demás que intentan arrebatarle las posibilidades tampoco. Cuando les enseñen mucho algo, plantéense siempre qué es lo que les quieren ocultar.
Todo esto no son sino mis propias disquisiciones. Yo no hablo con políticos para que no me intoxiquen. Prefiero mirar las piezas sobre el tablero e imaginar las jugadas.
Seguro que me equivoco, como siempre.
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