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Los efectos del cigarrillo electrónico son desconocidos a largo plazo

El sector del cigarrillo electrónico ha facturado en el último año más de 24,6 millones en España. \ Efe

Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR)

Cada vez hay más personas que usan el cigarrillo electrónico como método sustitutorio del tabaco, pero los profesionales sanitarios no lo recomiendan ni lo aprueban ante la falta de pruebas y evidencia científica que demuestren que son eficaces y seguros a largo plazo. También debe tenerse en cuenta que el e-cigarrillo contiene sustancias idénticas a las que lleva el cigarrillo convencional, algunas de las cuales son carcinogenéticas.

Los estudios han revelado que los cigarrillos electrónicos pueden causar cambios en los pulmones a corto plazo que son muy parecidos a los cambios causados por los cigarrillos normales. Los efectos a nivel respiratorio se pueden observar en un reciente estudio, donde se evaluió el impacto del uso de estos dispostivos en la función pulmonar. En los resultados se concluyó que los consumidores de los cigarrillos electrónicos padecían de un incremento de la resistencia bronquial. Además, se sabe que algunas de las sustancias presentes en el vapor de los cigarrillos electrónicos pueden causar inflamación bronquial en adultos y criss de asma en niños.

El cigarrillo electrónico contiene diversas sustancias químicas que son vaporizadas y llegan directamente a los pulmones. Por un lado hay que considerar los ingredientes que contiene el líquido del dispositivo y, por otro lado, las sustancias que se producen a consecuencia de su calentamiento y aparecen en el vapor. Se sabe que en el vapor se detectan partículas de metales pesados como plomo, cromo y níquel que son cancerígenas. Incluso se ha demostrado que la concentración de las partículas de níquel es superior a la que se detecta en el humo liberado por los cigarrillos convencionales. Además, también se sabe que son de diámetro muy escaso y que, por eso, pueden alcanzar las vías aéreas de las personas no consumidoras de cigarrillos electrónicos, conviertiéndolas en un nuevo tipo de fumador pasivo.

Aunque los e-cigarrillos contaminan el aire menos que los convencionales, también lo hacen porque no emiten vapor de agua inocuo. Las personas que están pasivamente expuestas a los aerosoles de los cigarrillos electrónicos inhalan y absorben la nicotina u otros ingredientes y pueden mostrar niveles comparables a los fumadores pasivos convencionales. Por este motivo, permitir su uso en bares o espacios de ocio es para los responsables del Área de tabaquismo de SEPAR un retroceso en los avances alcanzados con la actual Ley del Tabaco que impide fumar en estos lugares. Normalizar el e-cigarrillo puede echar por tierra la importante labor de sensibilización y concienciación sobre los efectos nocivos del tabaco realizado hasta el momento, y muy especialmente entre los jóvenes, que están adoptando el uso cigarrillo electrónico con normalidad y rapidez sin conciencia de sus efectos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía de la dificultad en la regulación de los e-cigarrillos ya que se pueden quedar fuera del ámbito de los regímenes reguladores internos de los productos del tabaco. Sin embargo, su creciente popularidad y el hecho de que se comercializan como alternativas a fumar cigarrillos, indican la necesidad de regularlos y establecer programas adecuados de educación e información para limitar su uso. Por eso, la OMS recomienda que los e-cigarrillos sean regulados como medicamentos siempre que tengan nicotina.

Existe una evidencia de la cada vez mayor popularidad del consumo de los cigarrillos electrónicos. El mercado de los dispositivos de última moda no para de crecer y hoy se comercializan con el mismo fervor que lo hacían los cigarrillos convencionales en los años 1950 y 1960 y cuyas consecuencias ahora lamentamos.

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