Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Escucha

Manifestación convocada por el movimiento antirracista de Madrid bajo el lema “contra las violencias racistas y los discursos de odio”

12

Uno de los mejores carteles de la manifestación contra las violencias racistas y los discursos de odio de la semana pasada en Madrid fue uno en el que podía leerse: “Cuando una mujer rompe el techo de cristal quien lo limpia es una migrante sin papeles”. Históricamente la emancipación de la mujer blanca siempre ha dependido del sometimiento de mujeres racializadas y pobres. Y ningún proyecto político que pretenda conseguir derechos pisoteando a las demás puede ser un proyecto progresista, de liberación y transformación social. 

Cuando hablamos de feminismo blanco no hablamos de una mujer en particular sino de un sistema de pensamiento. Uno que se sostiene sobre discursos profundamente racistas, lgtbfóbicos y burgueses. Como el que vienen apuntalando varios nombres propios diariamente, desde un victimismo fake. Es tremendo ver que muchas de estas personas violentas se llamen a sí mismas escritoras y que usen la pluma para maltratar de esa manera a las infancias trans, a los gays, a las trabajadores sexuales pobres, al pueblo gitano, a hombres racializados con mucho menos privilegios que ellas y a quienes se les ocurra poner en su diana. Nunca escuchan, siempre creen tener la razón y descargan odio desde su supremacía.

¿Han salido a decir algo de que médicos y ONG han denunciado que la Comunidad de Madrid dificulta el acceso a tratamientos de VIH a migrantes? No, por supuesto que no.

No miran nunca a las que tienen abajo porque eso las convertiría en menos “oprimidas”, en menos sujetas del feminismo, de los cargos y las subvenciones. Sí, existen feministas racistas y tránsfobas, así como existen escritoras fachas. No se puede articular, construir nada con quienes solo quieren excluir y castigar.

Cada día hay un debate estéril sobre lo que es y no es feminismo, sobre quién es y quién no es feminista, dinámicas tóxicas para disputar un lugar, un sujeto, un poder, en lugar de poner el cuerpo y luchar por las y los que lo tienen más difícil. Así solo fortalecen a lo que nos oprime. No se aprendió nada de experiencias pasadas de feminismos que cooptaron la fuerza revolucionaria de los movimientos de mujeres y disidencias, vaciándolo e institucionalizándolo. 

Nunca les perdonaremos que durante la cruel temporada pandémica, cuando tantas estuvieron cuidando, sin trabajo, les niñes sin escuela, enfermando o muriendo se pasaron los días, un maldito año entero, discutiendo sobre por qué la Ley Trans las borraba a ellas. Ese es el summum de su delirio imperdonable. Pero qué se puede decir de gente que no sabe lo que es tener une hije trans o que, si lo tienen, lo niegan. La deshumanización, ni más ni menos. 

La boliviana María Galindo afirma que tenemos que entender el feminismo “no como restaurador de marcos, sino como el que los debe hacer caer.” Y para ello pide un pacto ético, no ideológico, para los feminismos, que de verdad desestabilice al patriarcado, al capitalismo y no que les haga el juego. Y yo digo que solo podemos soñar con feminismos que promuevan la escucha, que la pongan en el centro, si no, tendremos que inventarlos.

Etiquetas
stats